A LA ESPAÑA NEGRA

INTRODUCCIÓN DE ALEXANDER DUGUIN PARA LA EDICIÓN ESPAÑOLA

A LA ESPAÑA NEGRA

“Ser” local vs “no ser” universal

La Cuarta teoría política no tiene un destinatario sociocultural definido. Ella se dirige a cada persona disgustada por el estado de las cosas en este mundo, a cada persona lo bastante profunda como para tratar de buscar las causas y razones de este estado. Dudamos que los temas tratados en el libro despierten el interés de la gente que está contenta con todo, que está satisfecha con las alternativas actuales en política, cultura, sociedad, o a la que está preocupada solo por su adaptación individual al statu quo o corrección de ciertos tecnicismos. Pero para los profundamente descontentos este libro puede ser útil. En esta ocasión no hay gran diferencia entre un europeo y un latinoamericano, entre un musulmán y un ruso, entre un asiático y un africano: en todos los continentes y en todas las sociedades hay aquellos que toman conciencia y saben que hoy día todo se juega a una carta y que todos nosotros debemos contestar a la pregunta principal – ser o no ser. Claro que cada sociedad y cada cultura da al concepto “ser” (igualmente al “no ser”) su propio sentido. Sin embargo, la Modernidad (contemporaneidad) tiene un rasgo característico: está planteando su paradigma universal. Por eso su estructura es global. Esta estructura de la contemporaneidad global está atacándonos en todas las sociedades. Es un reto para todos. Antes de proponer alternativas (que pueden ser locales o universales), hay que discernir su esencia. Podemos decirlo de otra forma: el asunto del concepto “ser” cambia según el contexto cultural, mientras que “no ser” puede ser total. El modelo global del orden mundial nos propone “no ser”. Aceptándolo nosotros estamos entrando en la zona de estandarización. Rechazándolo (pero eso sería posible solo después de que tomáramos conciencia de todo lo que decidimos rechazar) estamos reconquistando el derecho de ser en toda la extensión de la palabra, el derecho de ser nosotros mismos (salvar nuestra identidad) y hacernos a nosotros mismos (es decir ganar, crear esa identidad). 

Triunfo del liberalismo. El axioma de la contemporaneidad

La época de la Modernidad europea (occidental) ha llevado y ha impuesto a todo el mundo su modelo universal del ser humano, del cosmos, del tiempo, de la historia, de la sociedad, de la naturaleza. La quintaesencia y el esquema básico holográfico de tal imagen del universo devinieron ideologías políticas. En ellos, como en un espejo, se ha reflejado la Modernidad como un proyecto y como una voluntad. La esfera de lo Político es la zona de la Modernidad donde emerge con todo su poder y con su carácter libre. Por eso en la Modernidad todo se parece a la política. La misma imagen de este mundo es un fenómeno político.
Desde el principio de la Edad Moderna las ideologías políticas se han dividido en tres tipos: la Primera (el liberalismo), la Segunda (el marxismo) y la Tercera (el fascismo y el nacionalsocialismo). Estas tres ideologías están batallando por parecerse lo máximo a la naturaleza de la Modernidad, en esto consiste el sentido de la historia política de los últimos siglos. La historia es siempre la historia de unas ideas y sus choques.
El fin del siglo XX resume la historia política de la Modernidad. Después de batallas dramáticas y encarnizadas, revoluciones y dos guerras mundiales, la Primera teoría política está venciendo. Esto significa que la teoría más exacta manifestando la naturaleza de la Modernidad es el liberalismo, el orden burgués, el capitalismo global. Este último es el paradigma básico en el presente, quien está resumiendo la historia de la Modernidad política, declarando (aunque un poco prematuramente) “el fin de la historia”, es decir, el fin de la “guerra de las ideas”. La idea triunfante no tiene más rivales a su nivel.
Con este axioma de la contemporaneidad empieza la conformación de la Cuarta teoría política. Su hito inicial consiste en lo siguiente: la victoria de la Primera teoría, la cual se trata como un acto básico. Aceptamos su derecho a manifestar la naturaleza de la Modernidad, de ser la quintaesencia de la historia de la Edad Moderna. Aceptamos el fracaso de sus oponentes, que perdieron la batalla por el sentido de la presente. La Modernidad = el liberalismo. Esta fórmula es correcta. Los intentos de debatirla han fracasado. De ello se desprende lo siguiente:
1. Hay que reconocer la falta de alternativas contra el liberalismo y dejarnos de estar arrastrando por su lógica ulterior (postmoderna);
2. Proponer una nueva alternativa, basada según otras reglas u otra geometría que las teorías políticas precedentes.
La Cuarta teoría política es segunda elección. La diferencia principal entre ella y otras teorías antiliberales es que esta teoría no es solo antagonista del liberalismo, ya que reconociendo la identidad del liberalismo y la Modernidad va en contra de la Modernidad misma; no solo contra sus consecuencias sino también contra sus raíces. En otras palabras, la Cuarta teoría política es una llamada a una insurrección radical contra el mundo moderno, a romper sus esquemas, negar su lógica, sus normas. En esto la Cuarta teoría política se solidariza con el programa de la Postmodernidad, por lo menos con su orientación a la destrucción de mitos de la Modernidad a través de revelación de su quid político-instrumental.
La Cuarta teoría política propone dar un paso no atrás sino adelante, y no continuar debates con los liberales acerca de tradiciones de socialismo, comunismo y nacionalismo (todos subproductos de la Modernidad), sino atacar las raíces de la Modernidad. En la práctica esto significa fundar una alternativa radical, empezando con sus postulados ontológicos, antropológicos, cosmológicos, gnoseológicos, epistemológicos y económicos. La Cuarta teoría política es un intento de realizar la síntesis de la Premodernidad y la Postmodernidad, o sea de todo lo que no es la Modernidad, lo que era antes y lo que será después. Pero mientras que la Modernidad es global, cada cultura tiene su propia Premodernidad. De eso emana el cometido de formar tal teoría que se fundamenta como negación universal de la amenaza global (del liberalismo como orden mundial americanocéntrico, occidental, capitalista) vuelve a tradiciones locales y acciones revolucionarias y acabará en proyecto de futuro multipolar. Negando, desafía de ese modo a lo universal del status quo, y que hay que proponer un proyecto que daría el derecho a cada cultura de ser autóctona e independiente. Por lo tanto las metas de cada participante del Cuarto camino serán parcialmente comunes (el derrocamiento de la hegemonía liberal) y parcialmente propias (la formación de la sociedad según sus tradiciones). 
 

Dasein y su doble 
 

El sujeto de la Cuarta teoría política es el Dasein. Esto es un término de la filosofía de Martin Heidegger que refleja el ápice de la Cuarta teoría política como la política existencial. No podemos tratar al Dasein como una adición a los sujetos de las tres teorías clásicas (el individuo en el liberalismo, las clases en el marxismo, el Estado y la raza en fascismo y nacionalsocialismo). Dasein es lo que corresponde a la naturaleza del hombre como especie, en el estado primario que antecede a todas las superestructuras filosóficas, políticas, sociales e ideológicas. Por eso el termino Dasein es una implosión del sujeto político, la caída del homo ideológico (e ideologizado, eso es, fascinado por el liberalismo, convertido en “el fantasma totalitario de la evidencia”) en el fondo de su facticidad existencial, su encuentro cara a cara con la muerte.
Heidegger dice que el Dasein existe en dos estados: el auténtico (eigene) y el inauténtico (uneigene). En primer caso se trata de una excepción, el paso del Dasein hacia su Sein, hacia sí mismo (Selbst). En segundo caso, esta es la situación habitual, cuando Dasein existe en el retraimiento, ilegitimo, suscitando su doble sociológico, es decir das Man.
La Modernidad es la esfera de la inauténtica existencia del Dasein. Por eso todas las ideologías políticas de la Modernidad son nada menos que modificaciones de das Man, los productos de la enajenación de la existencia humana de sí misma. El individuo, la clase y el Estado son conceptos quiméricos de un ser perdido, abandonado por la existencia. Estos son productos de la decadencia, de la degradación, del Untergang. Pero la filosofía de Heidegger está exhortándonos a reflexionar sobre el Dasein no dual: auténtico e inauténtico son los dos estados de lo mismo y no dos cosas diferentes. Por eso el Dasein no es interpolado a sujetos de otras teorías políticas, él explota los de dentro porque el individuo, la clase y el Estado/la raza son sus reflexiones deformadas, sombras visibles, los simulacros. La Cuarta teoría política implantando el Dasein no pretende transcenderlo de la historia, sino que implanta como Untergang un relampagueo de conciencia que puede cambiar radicalmente el estado a través de su presencia. Esto lo podemos denominar como “un despertar a la existencia” de lo que siendo existencia ha caído en el centro de la inexistencia y ha olvidado que es existencia. Pero La Cuarta teoría política lo trae a las mentes.
 

La multiplicidad de los Dasein
 

La inauténtica existencia del Dasein es universal, el das Man siempre es igual. El liberalismo y su fijación con un individuo son el resumen del aislamiento. No hay nada más encadenado, parecido a una máquina y previsible que el “individuo libre” del modelo liberal. Es una máquina para el consumo que ya no tiene más de animal cuanto más humano es. El nuevo orden mundial es el reino global del das Man, de la impersonalidad máxima individualizada. Por eso el ataque contra el liberalismo en la esfera de antropología política es el destronamiento de la inautenticidad y el despertar del Dasein existencial. Pero aquí encontramos un problema: si el destronamiento del das Man es universal, ¿cual será el Dasein despertado para las diferentes culturas? No tenemos una solución definitiva. La pregunta sobre la multiplicidad o unidad del Dasein se queda sin respuesta. 
Por un lado, el discípulo de Heidegger y editor de sus obras, el profesor Friedrich Wilhelm von Hermann haciendo referencia a la opinión de su maestro, cree que en el nivel de los Existenzial el Dasein es algo que va unido y que en diferentes culturas hay solamente su diferente manifestación, es decir, secundarias (culturales) conformaciones de los Existenzial. Por otro lado en esto podemos percibir la continuación del eurocentrismo de Martin Heidegger quien vio el Logos y la filosofía como fenómenos occidentales. Por eso la colocación de la filosofía de Heidegger en un contexto policultural contando con sociedades asiáticas, africanas y otras cambia toda la imagen y propone la tesis sobre la multiplicidad de los Dasein. Con relación a la cultura rusa hemos examinado el tema en el libro “Martin Heidegger: la potencialidad de la filosofía rusa”, pero algo parecido podemos encontrar en otras culturas, por ejemplo en obras de representantes de la escuela de Kioto en Japón; o del filósofo iraní Ahmad Fardid o del filósofo moderno libanés Nader El-Bizri. Para solucionar este problema importante tenemos que usar la lógica que Heidegger ha aplicado planteando el problema del monoteísmo y el politeísmo. Él ha notado que no la gente sino los dioses mismos reunidos en su Thing deciden si hay un dios único o hay muchos dioses. Es importante para un hombre acercarse en la medida de lo posible a la esfera de lo Divino, sin sostener la mirada demasiado fijamente, tal importunación puede quemar a los dioses o hasta espantarlos; es que los dioses, como decía Platón, son volátiles y prontos a la huida (esta es la etimología filosófica de las palabras griegas θεὸς “dios” y θύω “huir").
Por analogía tenemos que brindar una oportunidad a los mismos Dasein despiertos para decidir si hay un Dasein universal de la humanidad o no. Esta decisión es asunto de los Dasein, y nuestro asunto es despertarlos y remitir la cuestión a ellos. Prácticamente despertando al Da-sein tratamos su Da, eso es su localización espacial, un lugar que es predeterminado por la cultura y la historia. Cualquier lugar es lugar de tal o cual pueblo. Por eso el Dasein se despierta a través de un pueblo. Dasein existiert völkisch
El Dasein es plural a nivel de fenómeno. Su despertar se realiza dentro de un cierto lugar (Da). Ese lugar no está vacío. Él… 
1. Está ocupado por los liberales (das Man) como una suma de ser inauténtico, que está manifestándose en todo – de la cultura a la tecnología, de la vida cotidiana a la política, de la moda a la educación.
2. Tiene una dimensión interior que corresponde a cierto pueblo y su cultura.
Por eso el imperativo de la revolución libertadora dirigida contra la hegemonía del das Man (del liberalismo, la globalización, la americanización), siempre va a apoyarse en una tradición cultural concreta. Por eso en cada acercamiento él estará en cada lugar, en cada Da propiamente suyo. Si redujéramos apresuradamente todos los Dasein despertados a un común denominador, nos arriesgaríamos a frustrar toda la estrategia de la Cuarta teoría política y reemplazarla por una nueva versión del universalismo escolástico (lo que está pasando con las ideas de Heidegger, si la gente no las comprende en forma debida; eso lo lamentaría el mismo Martin Heidegger, pues en tal caricatura han transformado los “existencialistas” franceses sus ideas).
Pues, la Cuarta teoría política constata la multiplicidad fenomenológica de los Dasein, eso es, acepta el tesis de que Dasein existiert völkisch. Este principio no debilita la unión de todos los Dasein en su contrarrestación al inauténtico ser en el régimen del mundialismo/liberalismo; el enemigo está atacando de manera global, y para vencer es necesaria la coordinación de los Dasein también de manera global, cada uno de cuales está tratando de despertar al ser. Pero el enemigo común está impidiendo hacerlo. Esto es la unidad en presupuestos. Y queda abierta la pregunta sobre problema de la unidad y singularidad de los Dasein de los pueblos despiertos. Por lo tanto el Cuarto camino se hace según la fila dialéctica: 1) la unidad en la negación; 2) el pluralismo en la afirmación; 3) la pregunta abierta sobre el horizonte superior de la unidad eventual de las afirmaciones. Puede ser que haya que enrocar esta unidad máxima con términos apotemáticos, por el estilo de la “henología” de Plotino o de la teología negativa de Dionosio Areopagita.

 

La existencia de la España Negra

Está cercana la publicación del libro “La Cuarta teoría política” en español. Las explicaciones antes expuestas acerca de la multiplicidad de los Dasein ya dicen que el contenido concreto del programa positivo de la Cuarta teoría política dentro del contexto español es un cometido de los españoles mismos. El programa negativo que consiste en el análisis de la lógica de los procesos de formación y conflicto de las ideologías políticas de la Modernidad es universal. En este sentido, España es parte de Europa, del proyecto occidental responsable de la degradación de la humanidad, su Untergang. La cuestión es ¿los españoles se dan cuenta en esta degradación? Y ahí hay que buscar en la cultura española aquellas partes donde la comprensión de la tragedia de la existencia humana, de la catástrofe ontológica se sienten más fuerte. Aquí empieza la esfera de la existencia española única. ¿Qué es la España existencial?
Armin Mohler cree que el símbolo del espíritu español es la defensa del Alcázar de Toledo durante la Guerra Civil.
“La defensa del Alcázar de Toledo al principio de la Guerra Civil duró del 21 de julio al 27 de septiembre de 1936. Solamente el 27 de septiembre los nacionalistas pudieron romper el cerco de los rojos que sitiaban la ciudad. La visita al Alcázar del Toledo, que ha permanecido intacto desde la batalla como una demostración de la guerra, aclara como pasó todo. Un teléfono arcaico sobre una mesa, unas fotos colgadas en las paredes y el texto de una conferencia telefónica traducido a muchos idiomas (incluso japonés, hebreo y árabe). Todo esto debe recordar los acontecimientos del 23 de julio de 1936.
Ese día el coronel Moscardó, quien encabezaba la sublevación en Toledo recibió una llamada telefónica desde la ciudad. Su interlocutor era el jefe de la milicia roja que sitiaba la ciudad. Le propuso al coronel capitular sin demora, en caso contrario su hijo que estaba en manos de los rojos sería fusilado. Los rojos dieron el teléfono al hijo para que confirmara esto. Entre el padre y su hijo hubo el siguiente diálogo:
Hijo: ¡Papá!
Moscardó: ¿Qué hay, hijo mío?
Hijo: Nada, que dicen que me van a fusilar si el Alcázar no se rinde.
Moscardó: Si es cierto encomienda tu alma a Dios, da un viva a Cristo Rey y a España y serás un héroe que muere por ella. ¡Adiós, hijo mío, un beso muy fuerte!
Hijo: ¡Adiós, papá, un beso muy fuerte!
Después el coronel añadió al jefe de la milicia roja: Puede ahorrarse el plazo que me ha dado y fusilar a mi hijo, el Alcázar no se rendirá jamás. 
Colgó el auricular. Su hijo fue fusilado en la ciudad.
Aquí los protagonistas no son masas, sino dos figuras definidas y aisladas: el coronel y su joven hijo. La escena se desarrolla en un estilo frío que ya es tan conocido. Todas las emociones son reprimidas, cado uno está deseando jugar su papel hasta el fin (sino cumplir con su misión). Pero todo esto es animado por una tirantez profunda entre la juventud (el hijo pronuncia la palabra “papá”) y la muerte (la amenaza por el lado del jefe de la milicia). Y al fondo está la España Negra; aquella España no conocida por los turistas, es terrible España bajo la de cortina de agua, con caras empapadas, cubierta por una sabana de muerte”...
Lo que nos interesa es el contexto político, el espíritu español y más exacto en el fondo, ante el que se desarrolla una escena fría y desgarradora al mismo tiempo. Nos interesa la España Negra. Ella es la protagonista. A través de acciones como la del coronel Moscardó, a través de todos los participantes del drama ella está manifestándose. La España Negra como existencia orientada a la muerte. 

El duende: la patria de la Muerte de García Lorca 

Ahora cambiamos el registro político y pasamos a otro flanco de España de la primera mitad del siglo XX donde reina el mismo espíritu de la tierra, el odio al alejamiento, al capitalismo y la civilización mecánica, la misma voluntad de muerte. La voz de la “España Negra” es la voz de Federico García Lorca, del poeta de la muerte, fusilado durante la misma guerra civil pero por el campo contrario. Ya no tiene ningún sentido quien fue fusilado por quien. Todos fueron llamados por una amada, la doncella negra, la España santa, la novia majestuosa del espíritu cálido.
En la conferencia “De la teoría y Juego del Duende” en Buenos Aires, Federico García Lorca trató de contar la última verdad sobre la esencia de la poesía. Con esfuerzos sobrehumanos buscando una palabra para describir lo indecible, encontró la palabra “el duende”: un daimon recóndito y omnipotente de las últimos fondos de la sangre humana, declarado como la muerte y como España. 
La teoría del Duende en muchos aspectos concuerda con el concepto del Dasein de Martin Heidegger. El Duende es lo que hace pasmarse a los reunidos en una taberna, oyendo la voz de una vieja cantante provincial; lo que llena el cuerpo de una bailarina con escalofríos de otoño antes de los primeros sones del flamenco; lo que permite a un matador herido de muerte por última vez echar una mirada a su pierna ensangrentada; lo que aprieta los dedos de una gitana en torno al cuerpo de un niño muerto y no deja al grito surgir del pecho sufriendo; lo que coloca en un poeta un maldito el don de crear un mundo nuevo. El Duende es un espíritu, pero no es algo abstracto, no es una caricatura mitológica. Es un espíritu vivo, concreto; él no conoce diferencias entre lo malo y lo bueno; es recién nacido pero ya penetrado en el ser. El espíritu/el Duende es la muerte, es su corpórea, concreta, empírica manifestación. El duende significa el dueño. Está unido a un lugar. Él convierte este lugar, el topos, en la zona de apertura de una explosión. Es un lugar existencial, el lugar del ser-hacia-la-muerte. Esto es el Da, el lugar del Dasein. En el momento de acontecimiento el ser (Sein) hace del lugar (Da) algo propio (eigene), eso es deviene el dueño del lugar de su manifestación, de su parusía. Distintamente del ángel y de la musa que vienen de fuera, el Duende viene de dentro, de los últimos rincones de la sangre, escribe Lorca. Él se hace el dueño del hombre cuando siente la muerte. El duende y la muerte son sinónimos, pero es aquella muerte que encuentra al hombre cuando él despierta y deviene por de pronto un hombre verdadero. 
Para Lorca, los topos donde reina el duende tiene su nombre. Este nombre es España. Escribe:
“España está en todo momento movida por el duende. Como país de música y danza milenaria, donde el duende exprime limones de madrugada y como país de muerte. Como país abierto a la muerte”.
“País abierto a la muerte”. Pronunciar eso es pronunciar la esencia de la España, expresar su Dasein, es decir sobre España lo más español que podemos imaginar. La muerte y la apertura, la muerte como apertura. Como Heidegger describe Da, el lugar de Dasein, como precisamente apertura (Offene, Offenheit). Después Lorca de modo sonámbulo desarrolla la metáfora, apelando a la metafísica del teatro:
“En todos los países la muerte es un fin. Llega y se corren las cortinas. En España. No. En España se descorren. Mucha gente vive allí entre muros hasta el día en que mueren y los sacan al sol. Un muerto en España está más vivo que en ningún sitio del mundo: hiere su perfil como el filo de una navaja barbera... España es el único país donde la muerte es el espectáculo nacional”.
Existir es auténtico para un español, esto significa encontrar el duende, a sí mismo y su muerte. Y esto significa también volverse a sí mismo y superar los últimos límites.
“El duende... ¿Dónde está el duende?” Lorca hace una pregunta sobre el mapa existencial de España.
“Por el arco vacío entra un aire mental que sopla con insistencia sobre las cabezas de los muertos, en busca de nuevos paisajes y acentos ignorados: un aire con olor de saliva de niño, de hierba machacada y velo de medusa que anuncia el constante bautizo de las cosas recién creadas.

Al Imperio existencial

El despertar de España en el contexto de la Cuarta teoría política debe ser ante todo un descubrimiento de su plano existencial. Sin eso todo esto no vale nada. En una lucha aislada España tiene que encontrarse a sí misma, al lado contrario de la Modernidad. Eso es en la profundidad de su pueblo, de su etnicidad, en piedras y danzas y al mismo tiempo en grandes proyectos de todas las épocas. Para una parte de la humanidad europea la Modernidad como un sitio del aislamiento global, como Untergang es el destino; para toda esta gente el destino es deshacerse en el aire junto con los últimos suspiros de la perecedera civilización. Pero hay otra Europa, más profunda. Hay otra España. La misma, negra, mortal, mortífera. Y su destino puede ser diferente.