Diferencias entre la ecología de la Nueva Derecha y la ecología globalista

En la actualidad, solo existen dos propuestas para el problema del cambio climático:
1. La primera es comer insectos (que es la propuesta de los grandes hombres de negocios con jets privados como lo son Klaus Schwab, Georges Soros y Jeff Bezos y apoyadas por Greta Tumberg).
2. La segunda es atragantarnos con la producción (no existe el cambio climático, la industrialización es buena y por eso debemos quemar más carbón y petróleo, ya que los globalistas están tratando de robarnos nuestra comodidad y desarrollo).
No existe una tercera opción. El conservadurismo se convierte en sinónimo del industrialismo, el progreso y el consumo frente a las amenazas medioambientales. Sin embargo, esta idea es incompatible con el tradicionalismo. La “Nueva Derecha” europea, por el contrario, tiene ideas muy diferentes. Alain de Benoist ha escrito un breve libro que tiene por título Objetivo: decrecimiento, donde aborda los problemas ecológicos que enfrentamos.
Alain de Benoist dice que:
1. El paradigma del “desarrollo sostenible”, que se ha convertido en la corriente dominante actual, tiene como único objetivo reforzar el poder de los organismos burocráticos nacionales e internacionales. Este camino únicamente nos conduce a una expansión de la tecno-burocracia organizada y destruye la autonomía política en favor del control de los expertos sobre el resto de la sociedad.
2. Existe una perspectiva progresista y “de izquierda” que justifica el desarrollo y el consumo de los recursos ya que en el futuro se inventarán nuevas fuentes de energía. Alain de Benoist dice que tales esperanzas son más bien endebles y se basan en una creencia ciega en que el “progreso” resolverá mágicamente todos los problemas.
3. Finalmente existen los teóricos del “decrecimiento” como Serge Latouche o el economista rumano-estadounidense Nicolás Georgescu-Regen, que dicen que la obsesión moderna por el “crecimiento” es la raíz de todos los males. Esta corriente es la más cercana a las teorías de Alain de Benoist, pero proponen soluciones poco realistas como la reducción inmediata del consumo, el transporte compartido, la desglobalización, la relocalización de la producción y el consumo mediante la compra de bienes producidos por comunidades locales, con lo que se evitarían viajes “inútiles” alrededor del mundo y “gastos” innecesarios.
Alain de Benoist dice que la “satisfacción” personal es muy subjetiva y que los hombres de los países desarrollados están acostumbrados a satisfacer sus necesidades de una forma muy artificial.   No obstante, una transición al decrecimiento sería bastante dolorosa, por lo que cualquier llamamiento a la “moderación” y a la reducción del consumo jamás recibirán el apoyo de las masas. Por el contrario, dejar de crear tecnologías “que se vuelven obsoletas” y pasar a producir menos cosas con mayor calidad sería un golpe brutal al capitalismo moderno. Además, debemos tener en cuenta que cualquier reducción del consumo en la economía actual causaría una grave crisis social. Los defensores del decrecimiento tampoco tienen propuestas políticas claras de cómo poner en práctica sus ideas.
Alain de Benoist dice que la única ecología verdadera es la ecología espiritual, que comienza por cambiar el imaginario, los deseos y las preferencias de las personas. Debemos empezar por cambiar nuestra forma de relacionarnos con los recursos, ya que una reducción de la cantidad de la producción física de objetos no necesariamente se corresponde con una transformación de los valores: ante todo debemos cambiar nuestro imaginario económico y productivo. El conservadurismo es “una lucha contra la de-simbolización del imaginario, ya que el objetivo de los poderes facticos de hoy es eliminar cualquier obstáculo contra el deseo y el consumo”.
En otras palabras, los imperativos “ecológicos” son incompatibles con una cultura de masas que busca satisfacer cualquier clase de deseos (llegando incluso a la destrucción de la personalidad por medio de la creación de identidades post-género) y que considera el consumo como un signo de estatus social (los Morgenstern, globalistas, burócratas, oligarcas y amantes del Maybach). Toda batalla ecológica debe comenzar primero con una limpieza de los establos de Augías. Las propuestas ecológicas de la “Nueva Derecha” son bastante interesantes.
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera