El concepto de sujeto pobre

El concepto de sujeto pobre

"No mire lo que hace nuestro hombre. Mire lo que se esfuerza por hacer". F. M. Dostoievski
Un rasgo característico de la filosofía rusa, según algunos historiadores de la filosofía rusa, es el ontologismo del pensamiento. La posición del ontologismo en filosofía, a diferencia de la posición opuesta del gnoseologismo, implica la consideración primordial no del proceso del pensamiento, sino del objeto del entendimiento. Estando del lado de lo ontológico, buscamos ante todo identificar y responder a la pregunta: QUÉ es, QUÉ es el objeto de nuestro conocimiento, QUÉ es el foco de nuestra intuición intelectual. Los partidarios del modelo ontológico buscan, en primer lugar, encontrar entre todo lo que "fluye y cambia" un cierto punto fundamental, un punto fijo, como una gran piedra en un río de montaña que fluye rápidamente. Y sólo después de haber encontrado y captado este punto de apoyo, la instancia del ser, podemos considerar nuestro proceso de búsqueda intencional de esta cosa. Por lo tanto, no empezamos a pensar en el pensamiento hasta que hayamos definido lo que es y lo que podemos entender. Adherentes a este método son Parménides (idea de la identidad del ser y del pensamiento), Platón (búsqueda de las ideas como instancias realmente existentes) - que dirigieron su razonamiento a la búsqueda de una base inamovible, portadora de ser.

A diferencia de la ontología, la epistemología busca comprender el curso mismo de nuestro pensamiento desde el principio. Los partidarios de esta posición (y la propia posición comenzó a desarrollarse activamente después de I. Kant) dirigen su atención a la reflexión del proceso de pensamiento. En este modelo, se cuestiona la posibilidad de identificar un punto de referencia que tenga su propio estatus ontológico y se convierta en una "cosa en sí misma", incomprensible para la cognición. Lo único que queda por hacer es estudiar el proceso de cognición en sí mismo. En este método, el sujeto es extremadamente importante, es él quien se convierte en el centro, su papel es extremadamente grande.

Los filósofos rusos están lejos de la posición del gnoseologismo. Esto está condicionado por el hecho de que la idea misma de sujeto e instancia cognitiva en la mente rusa es extremadamente vaga y oscura. Tanto la cultura rusa como la historia rusa y la religión rusa no aceptan el concepto de "individuo", que es un concepto puramente occidental, frío y distante. El colectivismo del pueblo ruso, visible incluso en los más pequeños detalles del habla escrita (por ejemplo, en la "I" minúscula frente a la "I" mayúscula en inglés), tiene una noción del sujeto completamente diferente. Y este tema es nadinindividual, común y único para una multitud de personas. Es un espíritu nacional, que nunca se divide en partes y que piensa, cree, entiende, escucha y comprende de una manera completamente peculiar.

El  sujeto ruso es absolutamente pobre. Es prácticamente inexistente, es tan grande que empieza a parecer demasiado pequeña. Es una pobreza no en el sentido clásico de carencia o necesidad, sino una pobreza que supera la riqueza y las esmeraldas, como la pobreza de un monje que supera todos los tesoros y acumulaciones con su esencia interior. Y el sujeto es tan pobre que está casi ausente, que su voluntad, sus intenciones apenas penetran a través de la niebla de la indistinción. No es sólo que no haya una orientación hacia algo, sino que no hay un punto inicial de origen, el iniciador de esta orientación.

Nuestro pobre súbdito ruso es, de hecho, lo más secreto y mágico que existe. Es un ser sutil. Es el verdadero ser. Es una esperanza que no se convierte, pero que está siendo.

El pueblo ruso es pobre. Es un sufridor, como Job. El pueblo lleva el estandarte de Cristo, la verdad fiel, a la que entrega plenamente su pretensión de reflexión, y lo lleva heroicamente, a través de la oscuridad de las edades y las amenazas, del dolor y del sufrimiento... Sin traicionar el ser auténtico.

El hombre ruso es demasiado amplio para ser un sujeto. Y parece pobre. Pero esta pobreza es la mayor riqueza -y esta amplitud- que da al mundo su inconfundible columna vertebral.

Y esta pobreza, precisamente esta pobreza, mansa, humilde, sin dirección, a veces confusa y apenas comprendida, es la verdadera riqueza rusa. Uno que ya está, sin saberlo, en el centro del ser.

En el centro, donde la riqueza y la pobreza son sólo categorías verbales. En el centro de la verdad absoluta. En el centro de la luz eterna de la bondad, en ese rincón del alma donde las palabras se agotan demasiado para expresar la infinidad y los superlativos de Dios...