Kiev y el nazismo

Hablar sobre las relaciones entre Estados Unidos y Ucrania es un tema realmente repugnante y especialmente desde la perspectiva ucraniana. Estados Unidos, y especialmente el Estados Unidos globalista y liberal de Biden, es nuestro verdadero enemigo. En cambio, Ucrania es nuestro amigo y hermano desde el punto de vista de la historia y de los pueblos. Lamentablemente, sus actuales dirigentes no son sino una chusma de discapacitados mentales gobernados por un comediante profesional. No obstante, estos seguidores de la ideología nazi intentan imponerse en este país: esta situación, por supuesto, no podrá durar mucho tiempo en el contexto actual. Mientras este problema continúe, será mejor que nos preparemos para lo que se viene, aunque no queramos.
Las noticias ucranianas están ahora llenas de las cómicas declaraciones de Zelenski contra los líderes estadounidenses que, finalmente, decidieron apoyar la economía alemana, su mayor socio europeo, y se han resignado ante la construcción del Nord Stream 2. Aunque después de que concluyera la cumbre entre Biden-Merkel se anunció que los intereses de Ucrania serían protegidos, todos saben que eso es mentira. Kiev simplemente ha sido dejada a un lado y Zelenski, que había asegurado a sus votantes que Washington no abandonaría a Ucrania y que el Nord Stream 2 sería detenido y que sus tuberías serían desmanteladas para ser enviados a un lugar muy lejano, ha quedado como un tonto, por no decir algo peor.
Ahora Zelenski amenaza a los Estados Unidos recalcando que la poderosa y formidable Ucrania debe ser respetada como una potencia histórica y geopolítica.

Obviamente, para los Estados Unidos esta pataleta les pasa desapercibida, como los quejidos de un vagabundo en el metro. No obstante, alguien podría aprovecharse de este fracaso y dejar de lado las declaraciones irónicas de Zelenski para asumir únicamente sus ideas agresivas. Por su parte, Zelenski está perdiendo apoyos debido a su debilidad e insignificancia. Tampoco le servirá de nada el creer que gobierna una superpotencia.
Además, Zelenski ha intentado acercarse cada vez más al nazismo al tomar la decisión de excluir a los rusos (los ucranianos son rusos, una de las tres ramas de la nación rusa junto con los grandes rusos y los bielorrusos) de la lista de nacionalidades autóctonas de su país, pero nadie apoya esta iniciativa. Aproximadamente la mitad de la población de Ucrania se considera rusa y muchos ucranianos no están seguros de si son una cosa o la otra, pero eso no importa, ya que todos somos rusos. Pero esto no es suficiente para los occidentalistas más radicales que quieren incendiar Moscú, matar a sus colaboradores, crear campos de concentración y hacer limpiezas étnicas. Por lo que Zelinski solo se hunde más y más.
Por su parte, a Moscú le importa poco que Zelenski caiga o siga gobernando. Desgraciadamente, es imposible que un político cuerdo llegue al poder en Ucrania, porque simplemente no queda ninguno. Podríamos continuar diagnosticando las patologías y enfermedades ucranianas, pero creo que eso no es necesario.
Mientras se mantenga el status quo actual de Ucrania, este problema no tendrá ninguna solución. Todo esto podría haberse resuelto durante la primavera del 2014, cuando el presidente ucraniano depuesto ilegalmente acudió a Moscú en busca de ayuda. Todo podría haber sido resuelto en ese entonces de una vez, evitando la sangría constante del Donbass sumado al retorno de Crimea a Rusia. No hemos dado más que un solo paso y seguimos siendo incapaces de admitir que nos hemos equivocado, causando graves problemas para todas las ramas que forman el pueblo ruso. Al fin y al cabo, tanto Poroshenko como Zelenski, el batallón Azov y los neonazis ucranianos están a favor de la OTAN y, en cierta medida, son nuestra culpa. No fuimos capaces de decirles en su momento un “no”, si lo hubiéramos hecho todo sería muy diferente. Esto no se trata de ningún plan astuto, simplemente hemos perdido el tiempo. Ahora el payaso de Zelenski, quejándose de forma ridícula y cobarde de su amo transatlántico, es la prueba viviente del fracaso de darle al problema ucraniano una solución diferente a la única que es realmente factible. Por supuesto, nunca es tarde para retomar este camino, pero entonces debemos admitir que haber detenido la Primavera Rusa y haber impedido la creación de Novorossiya fue un grave error estratégico. Cuando la gente admite que ha cometido un error se la puede perdonar y ayudar a retomar su camino. Pero si persisten en el error, entonces no vale de nada ayudarlos.
La Kiev actual no es más que un espejo deforme de nuestros problemas: en ella vemos constantemente los resultados de nuestros fracasos.

Tal vez sea una imagen muy desagradable, pero el espejo no tiene la culpa…
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera