La élite rusa contemporánea y la catástrofe futura

La élite rusa actual es profundamente patológica, especialmente porque se formó a partir de la década de 1990 y es producto de la desintegración de la sociedad soviética.
La mayoría de sus integrantes tiene su origen en oficiales soviéticos corruptos, delincuentes o “comunistas” y “miembros del Komsomol” que se convirtieron en liberales y agentes prooccidentales.
Rusia cambio mucho desde que Putin llegó al poder, pero la élite rusa sigue siendo la misma. Además, Putin tampoco intentó cambiarla y se limitó a aceptarla tal y como ella es.
Esta élite, muy influenciada por la década de 1990, llegó al poder procedente de estratos muy bajos, por lo que su origen es desconocido y está marcado por la pobreza, la insignificancia, la amargura y la desesperación.
Con tal de escapar a este destino, muchos de ellos estaban dispuestos a hacer cualquier cosa, por lo que descartaron todo lo que les impidiera llegar a la cima como, por ejemplo, las idea, la moral, la ética o la cultural y simplemente se dedicaron a competir entre sí: todos ellos eran ladrones llenos de ansiedad, agresividad, vanidad y codicia. La élite rusa de la década de 1990 es cínica, cruel y despiadada: se alzaron con el poder después de transgredir y violar todas las normas y reglas posibles.
Esta élite no puede y no quiere cambiar. Una vez que llegó al poder creó su propio monopolio y se dedicó a impedir el ascenso de nuevos candidatos.
Una élite como esta no puede sino ser la perdición para Rusia, ya que ha agotado todos sus recursos y posibilidades. No obstante, seguirá en el poder cueste lo que cueste, por lo que nos encontramos en un ambiente de depresión y angustia que ha sido maximizado por la pandemia.
El pueblo ruso detesta a la élite actual, pero tal élite no desaparecerá por sí misma. Además, cuenta con el suficiente poder como para impedir la formación en los márgenes de la sociedad de una contra-élite que luche contra ella, sin importar que esta última sea liberal, derechista (patriótica) o izquierdista (socialista). Cualquier intento de romper con el statu quo de hoy es aplastado sin piedad.
Sin embargo, estos depredadores, que surgieron en la década de 1990, van perdiendo fuerza con el tiempo: prácticamente se ha agotado su potencial biológico. Y debemos aprovecharnos de eso. Lo natural seria que transfirieran su poder y sus recursos a sus descendientes biológicos, pero las artimañas que llevaron a esta élite al poder resultan imposibles de enseñar, especialmente porque sus hijos han crecido en un entorno muy diferente. Lo tienen todo y eso significa que no tienen nada que los impulse a seguir ascendiendo y consolidando su poder.
Los hijos de la élite rusa no son, en su inmensa mayoría, una “nueva alta burguesía”, sino que más bien se trata de gente lisiada y psicológicamente incapaz. Son incapaces de conservar los puestos que ocuparon sus padres y madres. La alta prosperidad material en la que crecieron, combinada con el bajo nivel mental de sus padres y otros factores que ya hemos mencionado hace que les sea imposible continuar con su tarea. Por lo tanto, los hijos de la élite rusa simplemente se dedicarán a desperdiciar y dilapidar (a veces muy rápidamente) todo lo que consiguieron sus padres.
No falta mucho para que la actual élite rusa alcance la mayoría de edad y no existe nadie que pueda sustituirlos. Y debido a que nadie esta formando una élite nueva capaz, lo único que predomina en todas partes es el cinismo, la vulgaridad, la ignorancia y la crueldad que la clase política de hoy se dedica a transmitir: el colapso del sistema político ruso se producirá tarde o temprano.
Este proceso puede que se alargue en el tiempo e incluso toma un aspecto invisible, pero debemos tener en cuenta que el más joven de los traidores de esta élite no puede tener menos de cincuenta años.
Por lo que han agotado todo su potencial individual y social. No podemos esperar a que surja una nueva élite de ellos.
Mientras ellos sigan vivos, no habrá ningún futuro. En el momento en que esta ola turbia desaparezca, comenzara una nueva era. Solo entonces se podrá preparar a la élite que Rusia realmente necesita.
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera