LA GUERRA HÍBRIDA DEL ECOSISTEMA DE MEDIOS DE COMUNICACIÓN

El Departamento de Estado de EE.UU. publicó hace un año, exactamente en agosto del 2020, un informe titulado Los fundamentos de la desinformación rusa y el ecosistema de la propaganda. Este informe tenía por objetivo “exponer” cómo los medios de comunicación rusos y los sitios web particulares – que iban desde el muy bien financiado RT hasta mis humildes publicaciones en la red (en su mayoría filosóficas, como es el caso de geopolitica.ru y las cuentas personales que tengo en las redes sociales) – difundían la influencia rusa en todo el mundo, además de que desplazaban o limitaban la influencia de las estructuras informativas globales que había creado Occidente. Poco después, mis cuentas de youtube, twitter y mi correo electrónico en Google fueron cerrados, ya que este informe los atacaba.
Este informe no era muy interesante, ya que en manejaba la conocida demagogia anti-rusa de siempre. Sin embargo, desarrolla un concepto muy interesante: el “ecosistema de propaganda”, el cual fue adoptado por los analistas y politólogos occidentales, y posteriormente por los académicos de nuestro país.
Los autores del informe acusan a Rusia de utilizar dicho “ecosistema” con fines desestabilizadores: el problema radica en que nuestro país tiene su propia perspectiva frente a toda una serie de acontecimientos y procesos políticos internacionales, por lo que Rusia intentando exponer y transmitir este punto de vista a todos aquellos que estén interesados en él.
Es natural que Rusia, un país que busca fortalecer su soberanía con tal de crear un mundo multipolar, interprete muchos de estos procesos a la luz de los intereses y valores que quiere transmitir y que muchas veces estos no coinciden en absoluto con los intereses y valores de Estados Unidos, los países de la OTAN y los círculos globalistas. Sin embargo, esta no es razón para tachar a la política mediática rusa como “desinformación” o “propaganda” dentro de un contexto internacional. No obstante, el Departamento de Estado y toda la maquinaria propagandística occidental consideran que todo aquello que no coincida con los puntos de vista de los globalistas y los Estados Unidos – o que simplemente los contradiga y aporte un punto de vista alternativo, o se oponga a sus estrategias y planes – debe ser considerado como un “ataque enemigo”.
Todo argumento ruso a favor o en contra de algún proceso se convierte automáticamente en “desinformación” y “propaganda” si estas ideas no coinciden con las de Washington y Bruselas. Por lo tanto, debemos dejar a un lado cualquier excusa y reconocer y afirmar oficialmente que tenemos nuestra propia verdad, nuestro propio punto de vista y criterio para ver las cosas, y que debemos defenderlo a nivel mundial a cualquier costo. Solo cuando hagamos eso, veremos cómo la confrontación ideológica adquiere una forma clara y lógica. La propaganda es propaganda y la diferencia entre la información y la desinformación solo se mide en términos de quien ha tenido más éxito a la hora de promocionar su propio punto de vista. Por lo que podemos decir que para Rusia cualquier cosa que este dirigida en su contra y se oponga a nuestros intereses debe ser considerada como desinformación y propaganda agresiva. Esta propaganda enemiga debe ser estrictamente prohibida si llega a penetrar en nuestro territorio a través de agentes extranjeros. En realidad, ya ha sido prohibida sistemáticamente gracias a las leyes contra actividades subversivas dentro de las fronteras rusas.
Sin embargo, el uso del concepto de “ecosistema” aplicado a los medios de comunicación, las redes y otros recursos que transmiten la verdad de una determinada “civilización” resulta bastante interesante, especialmente cuando consideramos que tales ideas no son monopolio de Occidente y sus élites globalistas.
Por otra parte, el informe del Departamento de Estado norteamericano demuestra que todavía no se ha formado un ecosistema completo de influencia rusa.

Por lo que el ataque de EE.UU. en su contra es antes que nada preventivo y anticipado. Pienso que este ataque no funcionará y seremos capaces de finalmente crear un ecosistema sistemático. No obstante, es un hecho que existe un ecosistema de propaganda occidental que trabaja para las élites globalistas. Así que vale la pena examinar este problema más de cerca con tal de crear una alternativa que sea eficaz y funcional.
El ecosistema de medios de comunicación es un fenómeno que nace de las nuevas estrategias y guerras en red (híbridas) que han ido apareciendo en los últimos tiempos. La principal característica de este ecosistema es conseguir el viejo objetivo de toda guerra: derrotar, destruir y subyugar al enemigo para poder controlar su territorio y población.
La única diferencia es que ahora se cuenta con nuevos medios para ello, y entre estos podemos señalar el importante papel que juegan las páginas dedicadas a transmitir la información, las redes sociales y los canales de comunicación que no se encuentran directamente asociados a ningún país en particular ni a ninguna organización, ministerio o agencia de inteligencia.  
Se ha producido una multiplicación del lenguaje y los algoritmos fabricados en las empresas híbridas que, a diferencia de la propaganda clásica, no imponen de forma directa y abierta una determinada idea, concepto, teoría o valor. Hoy en día se opera de una forma más sutil por medio del uso de memes, vídeos, mensajes cortos y una cuidadosa selección de imágenes, colores y signos. La guerra híbrida utiliza todo el arsenal de la programación neurolingüística, las leyes de la imaginación, la percepción, las asociaciones subconscientes y los estereotipos cognitivos.
Occidente transmite una “verdad” fundada en el liberalismo y la supremacía global de su poderío por medio del entretenimiento, las innovaciones tecnológicas o la promoción de tendencias y marcas mundiales. Podemos decir que es así como opera el marketing y las relaciones públicas. Por supuesto, todas estas tecnologías, empezando por Internet, nacieron de los proyectos impulsados por los servicios de inteligencia occidentales y su objetivo era precisamente obtener la victoria en la guerra informática e híbrida.
Los métodos para comercializar una marca son locales, pero la guerra híbrida tiene un alcance planetario. Además, es obvio que esta guerra cuenta con una organización centralizada, pero esta no controla directa o linealmente todos los procesos, sino que se dedica a desarrollar tendencias, algoritmos, códigos y medios de comunicación. Lo que la une es un núcleo, una ideología, una filosofía, una estrategia, un objetivo claro y unos medios que buscan hacer realidad sus consignas.
El ecosistema de medios de comunicación surge de una enorme cantidad de elementos que la mayoría de las veces no se encuentran bajo el control directo de los servicios de inteligencia, por lo que los periodistas corrientes, los blogueros, los youtubers, los artistas populares, los científicos y los expertos participan activamente en el mismo.
El ecosistema de los medios de comunicación se encuentra muy integrado a la sociedad civil y no tiene una cadena de mando jerárquica. Por otra parte, se puede decir que tiene un carácter internacional y que únicamente las altas esferas del ecosistema, es decir, su centro o intelecto, coordinan la estrategia que deben seguir todos los países al unísono. El ecosistema de los medios de comunicación, como su homólogo natural, tiene el potencial de crecer de forma natural, sortear todos los obstáculos, mutar, infiltrarse, simpatizar con otras especies, mimetizarse y adaptarse.
Pero para no convertirse en una red caótica, sino en un armamento que tiene un propósito, este ecosistema de medios de comunicación debe tener vínculos con ciertas autoridades que establecen cuales son los objetivos globales, las prioridades, los ajustes en las estrategias o los móviles y las metas. Este ecosistema también está integrado a otras instituciones conocidas – clásicas – que libran las guerras como lo son el ejército y los servicios de inteligencia.
Desde hace mucho tiempo las estructuras militares de los países de la OTAN se han conseguido integrar y los servicios de inteligencia occidentales y estadounidenses se encuentran estrechamente en contacto los unos con los otros. Este ecosistema propagandístico occidental resulta ser un fenómeno muy real, importante y eficaz, poseyendo “brotes” en todos los países. Estos brotes existen también en Rusia y en China, siendo esta última considerada oficialmente por la CIA como el principal adversario de los Estados Unidos y la amenaza número 2 a nivel mundial.
Los medios de comunicación que son financiados por Occidente, las organizaciones de derechos humanos, las ONG, los blogueros, junto con los políticos de oposición, trabajan en conjunto con tal de lograr unos objetivos concretos. No obstante, lo más “llamativo” de toda esta escalera globalista son los agentes de influencia que se encuentran en las distintas instituciones nacionales, incluso en la cúspide del poder. Son estos sectores los que hacen parte del ecosistema occidental y los podemos llamar la “sexta columna”: son agentes disfrazados y leales al servicio del liberalismo y que aceptan exteriormente la soberanía, pero se identifican con los valores liberales. En ciertas ocasiones personajes como Chubais (1) o Kudrin (2) proclaman abiertamente su liberalismo como una forma de poner a prueba la resistencia y la reacción de los siloviki (3) y los patriotas.
Los segmentos más problemáticos del ecosistema de medios occidentales se encuentran al interior de los ministerios, los departamentos de poder, los servicios especiales y las estructuras estatales. Además, algunos de los “brotes” rusos de este ecosistema globalista se encuentran conectados a los brotes y redes de otros países, entre ellos varios países occidentales, pero especialmente a los países de las zonas limítrofes de la CEI (Comunidad de Estados Independientes) y otros países vecinos de Rusia.
Una de las peculiaridades de este ecosistema globalista contemporáneo es su flexibilidad, su relativa autonomía y su capacidad de difundir información sin la necesidad de una estructura jerárquica explícita.

Este ecosistema también puede realizar actividades militares y de espionaje: los periodistas, blogueros o productores de Tick Tock pueden llevar a cabo labores de espionaje para la inteligencia occidental realizando atacando a ciertos personajes con el pretexto de comprobar hechos de corrupción. Los hackers de este ecosistema operan en todo el mundo y se dedican a piratear los sistemas de las naciones en que operan. El “periodista” búlgaro Christo Groziev (4), que ayudó a Navalny y al disuelto FBK (5), se jactó abiertamente de haber entrado a las bases de datos de los servicios especiales y las fuerzas de seguridad rusas, sin hablar de que organizó la vigilancia de muchos empleados públicos e incluso realizó provocaciones contra ellos. Grozev es un segmento clave de este ecosistema, especialmente porque trabaja para el MI6 y la CIA y su objetivo explícito es desestabilizar el equilibrio social interno con tal de disuadir a los países de Europa del Este.
Lo más sorprendente es que Grozev actuó de forma abierta y llamó a socavar el sistema estatal, sin hablar de que se reunió con Navalny y sus colaboradores. Pero el trabajo de Grozev no solo tiene que ver con eso: también supervisó y continúa supervisando otros segmentos mucho más herméticos de este ecosistema y en el que podemos incluir sectores del periodismo, estructuras educativas y científicas de la Federación Rusa, todo ello mientras ataca las conexiones que tienen con las redes de corrupción de los servicios de seguridad. Groziev se dedicó a demonizarme a mí y a Konstantin Malofeev en los medios de comunicación occidentales y hackeo nuestras cuentas electrónicas en el 2014, cuando estalló la Primavera Rusa. No es casualidad que sean nuestros sitios web y nuestros nombres, especialmente katehon.com y Tsargrad, los que son mencionados de forma despectiva en el informe estadounidense sobre el ecosistema de medios de comunicación.
Así que debemos darnos cuenta de que se está deliberadamente librando una guerra híbrida en contra Rusia y su soberanía.

Las nuevas tecnologías y medios de comunicación son los métodos de esta guerra. Los servicios de seguridad rusos no se encuentran preparados para identificar, repeler y, mucho más importante, neutralizar de forma preventiva este tipo de amenazas. Actúan usando los viejos métodos represivos, aunque estos continúan siendo muy efectivos. Es mejor eso que nada.
Lamentablemente, Rusia ha sido incapaz de crear un ecosistema de medios de comunicación que pueda hacer frente al globalismo a escala mundial. Sin embargo, lo poco que han hecho y todavía hacen los patriotas rusos parece haber sido suficiente para que Occidente los mire con odio. No es casualidad que hace un año los sitios web de los patriotas rusos que estaban a favor del Estado, y colaboraban con los servicios de seguridad y el ejército, fueran demolidos.
Ha llegado el momento de que Rusia comience a luchar esta guerra híbrida, pues esta guerra ya ha sido lanzada en toda su plenitud y alcance contra nuestro país. La patria necesita un ecosistema completo, planetario, eficiente, no sólo defensivo, sino también ofensivo, que sea análogo al armamento militar. Por supuesto, debemos seguir aplastando a la escoria que existe en nuestro país; de forma humana, pero sin piedad.
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
Notas del Traductor:
1. Anatoli Borísovich Chubáis es un político ruso, más conocido por su participación en la privatización rusa y la consecuente aparición de los magnates rusos.
2. Alekséi Leonídovich Kudrin es un estadista ruso, y actualmente ministro de finanzas. Se mantienen en este cargo desde el 18 de mayo de 2000. Kudrin es uno de los tres “Reformadores Liberales” en el gabinete del Presidente Vladímir Putin. Los otros dos son Mijaíl Zurábov y German Gref, los ministros de Salud y Desarrollo Social, y de Economía y Comercio, respectivamente. No se cree que Kudrin tenga una gran influencia sobre las decisiones políticas de Putin. Kudrin, Gref, y Zurábov fueron duramente criticados a principios de 2005 por las reformas económicas que intentaron implementar. Muchas de estas reformas estaban relacionadas con el reemplazo de servicios gratuitos, tales como la salud y el transporte, por servicios pagos. Este reemplazo enardeció a muchos, ya que los costos del transporte están aumentando.
3. En el léxico político ruso, un silovik es un político que entró en política desde los servicios de seguridad, militares o similares, a menudo los oficiales de la antigua KGB, GRU, FSB, SVR, el Servicio Federal de Control de Drogas, u otras fuerzas armadas que llegaron al poder. Un término similar es “securócrata” (oficial de policía e inteligencia).
4. Christo Grozev es un periodista de investigación búlgaro, experto en medios de comunicación e inversor en medios de comunicación, actualmente investigador principal de Rusia en Bellingcat, centrado en las amenazas a la seguridad, las operaciones clandestinas extraterritoriales y el armamento de la información.
5. La Fundación Anticorrupción (Fond Borbý s Korrúptsiyey, siglas ФБК, FBK) es una ONG rusa con sede en Moscú. Creada en 2011 por el activista y político Alekséi Navalny, su objetivo es la lucha contra la corrupción entre los altos funcionarios del gobierno de la Federación de Rusia. Fue financiada a través de donaciones privadas de ciudadanos rusos, entre otras actividades, la fundación elabora informes y difunde vídeos de denuncia en la plataforma YouTube. Fue disuelta en el 2021.