La sociedad moderna no es más que una máquina que nos aplica la eutanasia

Conversación entre Ivan Surikov y Alexander Dugin
– Alexander Guélievich, usted ha dicho que los jóvenes de hoy se interesan cada vez más por la filosofía y que esta disciplina ha comenzado a influirlos mucho. Ahora bien, ¿qué edad tenías cuando usted comenzó a interesarse por esta disciplina espiritual? ¿Por qué crees que la filosofía ha comenzado a llamar la atención de los jóvenes?
–  Creo que los jóvenes se han empezado a interesar por la filosofía debido a lo siguiente: en nuestra época muchas formas de pensamiento, tendencias culturales y científicas, además de muchos procesos sociales y políticos, nos han llevado claramente a un callejón sin salida que no puede ser solucionado por la tecnología. Somos incapaces de transformar la política y nos sentimos cada vez más descontentos con ella, algo en lo que coinciden tanto los jóvenes como los adultos. Es por eso que en estos momentos estamos experimentando un auge del populismo y las protestas sociales. La sociedad se ha distanciado del Estado y el Estado de la sociedad: en Occidente, por ejemplo, este proceso ha adquirido expresiones extremadamente agresivas. No obstante, nosotros también hemos llegado a la conclusión de es imposible cambiar algo con la ciencia (que es cada vez más antihumanista y alienante), mientras que la cultura ha degenerado y comenzado a disolverse frente a nuestros ojos. Los jóvenes se han dado cuenta de que es imposible solucionar este estado de cosas por medio de la técnica, sin hablar de que no existe ninguna perspectiva de futuro, algo que les queda muy claro al ver la vida de sus padres y enfrentar un verdadero “colapso global”. En ningún lado se fomenta el crecimiento personal y siempre se está rodeado de gente inferior. En cambio, la filosofía permite comprender por qué las cosas son como son y por qué hemos llegado a un callejón sin salida. Los jóvenes se interesan cada vez más por la filosofía precisamente ahora que predomina un discurso donde no existe la verdad. Todo se está derrumbando y los jóvenes ven por doquier “callejones sin salida y fisuras inmensas”. No existe un lugar en el mundo para ellos y tampoco nada en lo que apoyarse, excepto la filosofía, porque otros campos del saber no pueden responder los problemas que enfrentamos. Es por eso que la filosofía despierta tanto interés.
Podría decirse que me acerque a la filosofía en tres etapas. La primera etapa fue cuando estaba en el colegio y tenía unos 15 o 16 años. En ese entonces comencé a leer a Nietzsche y a Hegel, me interesé por Dostoievski, la filosofía religiosa rusa y Merezhkovski (1). No tenía ni idea de que era lo que decían. Cuando cumplí 18 años, sufrí una crisis existencial y comenzó la segunda etapa de mi acercamiento. Esto me tomó totalmente por sorpresa. No entendía a la gente con la que hablaba ni los libros que leía. De repente, sentí que un “agujero negro” surgió en mi interior y experimenté una insatisfacción total, principalmente conmigo mismo y quienes me rodeaban. Dejé de entender el mundo en el que vivía. Me parecía que era incapaz de comprender las cosas. Pero al final pude conocer gente que llenó ese vacío y esa fue la última etapa de mi acercamiento a la filosofía. El agujero que tenía era tan grande que solo gente igualmente grande, como lo eran los hombres religiosos y los filósofos, podían llenarlo.
– ¿Se refiere al círculo de Mamleev?
– Conocí a mucha gente antes de entrar en contacto con Mamleev y otros representantes de ese círculo, pero todos los demás “al ver ese vacío simplemente fueron absorbidos por él y desaparecieron”. Cuando las personas supuestamente religiosas comenzaban a hablar, sucedía que el vacío los tragaba inmediatamente y luego los escupía: sus palabras no eran más que tonterías que colgaban en el aire y eran indescifrables. De hecho, aconteció que “la filosofía, las figuras religiosas, los disidentes, los intelectuales, los derechistas, los izquierdistas… fueron tragados por este agujero”. Todo eso sucedió a finales de la década de 1970 y era más o menos el momento cuando estaba colapsando el régimen soviético. Me desencanté de todos los círculos no oficiales o semioficiales de librepensadores y no conformistas, hasta que por fin conocí a Golovin, a Dzhemal y posteriormente a Mamleev. Por fin encontré algo lo suficientemente grande como para llenar ese vacío: las obras de Guénon, Evola, Heidegger, la tradición hermética y el tradicionalismo en un sentido amplio. Fue precisamente así que pude ampliar mi visión de las cosas hasta adquirir una serie de conocimientos tradicionales muy basto, por lo que llegué a la “revolución conservadora” y a una especie de crítica de la Modernidad “desde la derecha”. Me di cuenta de que este vació había “nacido del nihilismo europeo” y por fin fui capaz de entender a Nietzsche y hacerlo inteligible, por lo que no sólo comencé a admirarlo, sino también a entender lo que decía. Después vino Heidegger y es en la “aproximación a su filosofía” donde me encuentro ahora.
El tradicionalismo se ha convertido en la “rejilla” a través de la cual analizo la filosofía, la religión, la política, la sociología, la antropología e incluso el teatro. No importa lo que estudie, el tradicionalismo es la clave con la que evalúo todo. Lo que hago es afirmar el mundo de la tradición y lo sagrado frente a la Modernidad. La filosofía fue el medio por el cual conseguí “llenar el abismo”, pero ese “abismo” era lo más importante. Antes de eso, lo único que hacía era “vagar en medio de textos incomprensibles”.
– Por lo tanto, ¿podemos decir que existe una tendencia actual a radicalizarse por medio del estudio de la filosofía?
–  Bueno, puede suceder… que no todos están a la altura, porque no encuentran “un espacio en el cual crecer”. Son muchos los que se sienten atraídos por el pensamiento, pero sólo aquellos que son conscientes de dónde está el límite entre lo que entienden y lo que no entienden son capaces de progresar, ya que toda la cultura contemporánea se basa en ocultar este vacío, enmascarándolo de algún modo: la ciencia contemporánea es una forma de hacer eso. Es común que hoy en día la gente suba al escenario con la apariencia de un genio, pero cuando hablan te das cuenta de que se trata de una burda imitación, un simulacro o una actuación. Por lo que sólo después de atravesar las dos primeras etapas pude acercarme realmente a la filosofía. Si no me hubiera dado cuenta de mi incapacidad para comprender lo que leía, me hubiera quedado en la primera etapa y quizás podría ser un erudito o un profesor, pero estaría infinitamente lejos del pensamiento mismo.
En cuanto a las generaciones más jóvenes, creo que lo único que han hecho es experimentar con ellas: los llevan al alcoholismo o la drogadicción, incluso los convierten en pequeños burgueses mucho antes siquiera de comenzar a vivir. Toda una generación está despareciendo y nadie hace algo al respecto: ni los partidos ni tampoco la religión, porque la religión hoy no es más que otro ámbito de confusión dentro de la sociedad. Solo la filosofía puede salvarnos. Sin embargo, la salvación solo existe en estos momentos para los poderosos. El experimento que se está haciendo ahora consiste en que la gente aporte algo a la sociedad o desaparezca, por lo que tenemos la opción de desaparecer tranquilamente y sin ningún esfuerzo, sin siquiera darnos cuenta de ello, o “despertar por medio de la filosofía” (algo que sin duda será muy doloroso y difícil, porque primero debemos hacernos conscientes de nuestra propia nada). La sociedad y el Estado no tienen nada que ofrecernos. La sociedad moderna no es más que una máquina que nos aplica la eutanasia y todas las estrategias epistemológicas actuales son bastante cuestionables. Es necesario que nos alejemos de las epistemologías y las grandes narrativas dominantes con tal de acercarnos a la filosofía y la muerte.
–  Es imposible decir que existía la filosofía en Rusia antes de V.S. Soloviev y N.F. Fedorov. No obstante, podemos decir que la literatura fue el sustituto de la filosofía durante el siglo XIX y era en este ámbito donde encontramos expresadas las ideas más importantes de ese período: L.N. Tolstoi y F.M. Dostoievski fueron los pioneros en ese ámbito. La literatura rusa fue la columna vertebral de la cultura. ¿Qué piensa de la literatura rusa contemporánea? ¿Existen personajes destacados?
–  Sí, podemos decir que la literatura fue el ámbito cultural por excelencia en algún momento de nuestra historia, pero no cumplió ese papel por mucho tiempo. La literatura rusa surgió en el siglo XIX y sin duda es uno de los terrenos que mejor dominamos. Actualmente existen personas muy talentosas en la literatura y la poesía, pero estos talentos palidecen ante el fatalismo que estamos experimentando, porque precisamente vivimos en una atmósfera cargada de una gran fatalidad: la pandemia que estamos atravesando no es más que una metáfora de esta decadencia. La sociedad actual experimenta una pandemia en todos los campos y está poblada de males intelectuales y enfermedades como el capitalismo, el liberalismo y el materialismo. O al menos así es como ve el mundo el tradicionalismo.
Creo que los rusos somos mejores en el campo de la literatura que en la filosofía. Sin embargo, la literatura rusa está impregnada de revelaciones filosóficas fundamentales. La filosofía nació precisamente de dialogar con ella y hubo un momento en que fue la única “ancla de salvación” que teníamos. Los filósofos de la Edad de Plata, la filosofía religiosa rusa, y en primer lugar los eslavófilos, tuvieron como objetivo la salvación intelectual del pueblo. La literatura rusa fue el medio por el cual “se abrieron nuevos horizontes” y Dostoievski, a quien valoro mucho más que a nadie, fue el primero en hacer eso.
Pero la naciente filosofía rusa fue barrida por los bolcheviques. El bolchevismo fue una terrible catástrofe para nosotros e impidió el sutil despertar del Logos ruso. Sustituyó el libre desarrollo de nuestra creatividad literaria por el orden social. Los Viejos Creyentes llaman a esto el “Anticristo espiritual” o el “lobo espiritual”: fue este “lobo espiritual” el que penetró en la conciencia del hombre ruso y acabó por destruirlo. Durante mi juventud, en la década de 1970 y 1980, vivíamos precisamente sumergidos en este “fango pantanoso” del cual surgieron algunas “criaturas monstruosas”. No obstante, fueron los liberales quienes nos hundieron totalmente en este pantano. Por lo tanto, a pesar de que hubo muchos talentos literarios durante esas décadas e incluso en el 2000, no fue posible darle un buen uso. La consciencia rusa está impregnada por el materialismo y es inapropiada para desarrollar el alma y la cosmovisión religiosa. Ahora bien, es imposible crear una buena literatura sin filosofía.
– Usted mencionó anteriormente a Merezhkovski, quien fue uno de los que más habló del Anticristo y desarrollo la diada “Cristo y Anticristo” de una forma brillante, hasta el punto de que es considerado uno de los más importantes representantes de la filosofía religiosa rusa de la emigración. ¿No cree que la filosofía religiosa rusa siguió desarrollándose en la emigración?
–  No, para nada. Existe una conversación muy interesante entre Merezhkovski y su esposa Gippius que he citado varias. Después de haber recorrido un camino absolutamente terrible, digno de un mártir y de un intelectual ruso que jamás fue aceptado por los suyos, Merezhkovski le dice a su esposa Zinaida Gippius: “Zinaida, ¿hemos hecho las cosas bien? Siempre defendimos nuestras ideas sin dudarlo. ¿Y qué hemos conseguido? ¿Acaso hemos pasado algo por alto?” Es una pregunta sin respuesta. Muchos intelectuales rusos siguieron al pie de la letra sus ideas y fueron coherentes consigo mismos y padecieron por ello, sin embargo, al final les falto algo. Y ese algo tiene que ver con que no hay filosofía rusa sin Rusia. ¡Y Rusia no puede existir sin una filosofía rusa! Nuestro Logos “hunde sus raíces en nuestra tierra”. Si carecemos de esta tierra, la vida rusa no es más que el interminable viaje de un listeo que usa códigos QR y objetos producidos por Ikea. Y esta sociedad de filisteos está compuesta por innumerables gusanos digitales.
No obstante, la realidad no puede ser reducida a eso y la verdadera vida transcurre en regiones superiores del ser donde precisamente enfrentamos la muerte. La vida en un estado pura y desnudo no es más que un mecanismo sin sentido y deja de ser una verdadera vida.
–  Sin embargo, el sistema soviético tenía el objetivo de convertir al hombre en un pasionario y le dio una meta…
– Sí, quería convertirlo en el portador de una nueva conciencia. No quería un sujeto pasivo, pero sin duda era falso. Y ese objetivo destruyó todo y vemos sus consecuencias hoy día.
Aristóteles decía que “todas las cosas existen para cumplir un objetivo y que su ser se expresa en ello”. Un ser que no tiene ningún objetivo simplemente no es. Las personas tampoco viven sin tener un propósito. Y la vida que no dialoga con la muerte no es más que una vida muerta: “bios necros”.
– ¿Qué libro está escribiendo actualmente?
– He terminado de publicar los 24 volúmenes de Noomajía y también he publicado varias conferencias sobre filosofía política en un libro titulado Politica Aeterna. Tengo varios libros en el tintero. En primer lugar, un libro que recopila mis conferencias sobre Aurora. Otro de los libros que estoy preparando llevará por título Antikemeynos, que en griego significa tanto “enemigo” como “objeto”. También está La cuarta Rusia, que es una colección de varias obras mías sobre ciencia política. Y un cuarto libro que tal vez se llame Viaje al fin del amanecer o En el espacio de los grandes sueños – aún no he decidido el título – que será el tercer volumen de La cosa rusa. Además, estoy preparando una edición separada del libro Arqueomodernidad. También estoy escribiendo un libro La sociología del género, que se basa en una serie de conferencias que impartí en la Universidad Estatal de Moscú.
–  Viaje al fin del amanecer me recuerda mucho al título de un libro de Céline.
– Bueno, ciertamente está inspirado en el Viaje al fin de la noche de Céline, la cual fue una de las obras literarias que más me impactaron cuando la leí. La conocía de memoria y ciertamente el titulo tiene un cierto eco de la misma.
– Recuerdo que en una entrevista comparó a E.V. Limonov con Céline.
–  Sí, percibía cierta similitud entre los dos, pero Limonov no estaba de acuerdo.
– ¿Eso se debe a que Limonov se comparaba a sí mismo con Yukio Mishima?
– Tenía una opinión de Mishima muy diferente a la de Limonov. Sin embargo, Mishima murió de forma maravillosa.
– Por cierto, ¿es realmente su obra de Noomajía una contra-enciclopedia en todo el sentido de la palabra, es decir, acaso tiene por objetivos combatir las ideas universalistas de Diderot y otros pensadores de la Ilustración?
– Noomajía es una “contra-enciclopedia” que precisamente quiere proporcionar un paradigmática epistemológico y policéntrico que fundamente un nuevo modo de conocimiento. En cierto sentido, se trata de una forma de pensamiento que se desarrolló paralela y transversalmente al paradigma de la Modernidad, como, por ejemplo, la escuela de antropología cultural creada por Lévi-Strauss y Franz Boas, que parte de la idea de que no se puede juzgar a una sociedad usando los criterios de otra. Esta perspectiva la combino con el tradicionalismo y la visión guenoniana sobre la unidad trascendental de las Tradiciones y la legitimidad de estudiar cada una de ellas por separado. Además, retomo las ideas que desarrollaron Danilevsky, Spengler y Toynbee sobre la pluralidad de civilizaciones. Una vez que combinas todo esto obtienes una antítesis de la Enciclopedia que precisamente quería imponer una idea universalista, unidimensional y univoca de que solo era legitima una única forma de sociedad y civilización basada en un objetivo predeterminado o progreso.
– ¿Acaso tiene una actitud totalmente negativa de la Ilustración?
– Pienso que el Siglo de las Luces y su supuesto universalismo eran una forma de degeneración, estupidez y falsedad. En mi opinión, los enciclopedistas no eran capaces de pensar o crear conceptos nuevos: sus ideas son completamente equivocadas de principio a fin, lamentablemente las personas siguen muy influenciadas por ellos. Estudiar a los enciclopedistas es como cenar con idiotas. Vivimos en medio de esa oscura ilusión. La Postmodernidad ya a cuestionado muchas de las ideas de la Ilustración a la luz de la tradición europea occidental y han demostrado que existen muchas cosas malas dentro de la Modernidad.
Pero la Postmodernidad no es la solución, lo único que nos ofrecen es “llevar todo hasta las últimas consecuencias, ya que si hemos tomado el camino equivocado es necesario que nos hundamos en el abismo”. No obstante, eso implica estar de acuerdo con la Modernidad. Por lo que podemos decir que los posmodernos son compañeros de viaje que nos revelan las incoherencias de la Modernidad y el racionalismo que han creado los Nuevos Tiempos, pero lo que nos proponen es inaceptable para nosotros [los tradicionalistas], porque partimos de un principio completamente distinto. Nosotros nos revelamos contra el mundo moderno, sin embargo, estamos a favor de la revolución conservadora y nuestro punto de referencia es la Eternidad.
– En su obra de la Noomajía distingue entre tres clases de Logoi: primero habla de los Logoi de Apolo y Dionisio, que ya habían sido descritos por Nietzsche en El nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música, pero agrega el Logos de Cibeles, que considera el origen de la Modernidad: materialismo, liberalismo, marxismo, etc. ¿Cuál Logos considera que predomina en Rusia hoy en día?
– Creo que todos los ámbitos de la vida rusa de hoy están influidos por el Logos de Cibeles, excepto, quizás, el Estado, aunque este también se encuentra interesado únicamente en la materia. Por lo que el Estado es materialista, pesado y cibelino. Sin embargo, también existe el Logos de Dioniso que es horizontal y danza alegremente: este Logos es una combinación del cielo y la tierra. He llegado a la conclusión de que las raíces y la cultura del pueblo ruso es dionisiaca. Nuestras tradiciones, danzas y sueños son a la vez oscuros y luminosos, por lo tanto, son dionisiacos. “Dionisos fue arrastrado al abismo por Cibeles y engullido por las fauces de la materia”. Pero también fue Cibeles quien curo a Dionisio. El pueblo ruso rechaza el cibelinismo moderno. No obstante, no sabe que oponerle, ya que Dionisio se encuentra débil y necesita curarse primero así mismo con tal de liberarse de los “oscuros encantos de Cibeles” y de la Modernidad.
– Usted es un feroz crítico del liberalismo. ¿Por qué considera que el liberalismo es una ideología falsa y antinatural?
– No existe nada peor que el liberalismo. El liberalismo parte de la idea de que el hombre es un individuo, pero el hombre como individuo no existe, ya que siempre hace parte de algo más: es una alianza entre el alma-cuerpo, es parte de un pueblo, del mundo, de la humanidad, un representante de Dios en el universo. Eso es la humanidad. Cualquiera que no sea liberal es considerado un “fascista” por el liberalismo y eso significa que debe ser destruido: esa es la lógica antihumana que opera detrás de esta ideología. El liberalismo siempre ha sido malo desde el comienzo, desde Duns Escoto hasta llegar finalmente a Hobbes, Locke, Adam Smith, Hayek y Soros.
– ¿Cuál es el objetivo de la Unión de Juventudes Euroasiáticas que usted fundó e inspiró? ¿Acaso tiene como objetivo educar a las nuevas generaciones?
– De hecho, se trata de una asociación de jóvenes que son defensores de las ideas del eurasianismo. Y sí, su tarea es educar, iluminar y preservar a nuestra juventud. Todas las fuerzas patrióticas de Rusia que quieren eliminar el “veneno, la alienación y la mediocridad mental de la realidad en la que vivimos” defienden nuestro destino eurasiático con la intención de apoyar lo positivo que existe dentro del Estado y de ese modo luchar contra todo lo negativo dentro de él. Lo que importa es preservar nuestra cultura. Ninguno de nosotros hace esto siguiendo órdenes o recibiendo financiación de alguien. Quizás es por eso que nuestra organización ha durado tanto tiempo a diferencia de otras. Quienes están en ella defienden una idea y las ideas no cambian fácilmente: somos defensores de una Gran Rusia, de un gran imperio que tome en cuenta los intereses de las demás naciones y de nacimiento a un mundo multipolar. La esencia del eurasianismo no ha cambiado en más de un siglo.
– Después de escribir y expresar todas sus ideas en un libro, ¿cree haber cumplido con su misión como filosofo? ¿Acaso considera que le falta algo por expresar?
– Creo que ya he escrito la obra que condensa toda mi filosofía: “Noomajía”. Sin embargo, considero que esta obra no es más que una introducción a una colección de doscientos volúmenes. No pienso que sea capaz de escribir esos doscientos volúmenes en mi vida y tampoco creo que aparezca un seguidor fanático que entienda los pensamientos que he plasmado en ese libro y que además reciba financiación de un instituto que pueda invitar a personas de diferentes civilizaciones para que escriban sobre cada una: latinoamericanos, europeos, musulmanes, hindúes, chinos, etc. Solamente un colectivo de pensadores que representen su propio Logos y trabajen constantemente serian capaces de escribir esos doscientos volúmenes de Noomajía. En caso de que algo como eso no suceda, me contento con el índice que he escrito.
Recuerdo que Heráclito decía: “Hubo un momento en que no sabía nada y, de repente, comencé a saberlo todo”. Aristóteles distinguía entre la “phronesis” y la “sophia”, es decir, el “pensamiento secuencial” y la “iluminación”. Es cuando se produce este “destello de sophia” que de repente sabemos todo. Esta entrevista comenzó precisamente hablando de este “destello de sophia” que de repente llena el abismo y supera el pensamiento racional.
Heidegger dijo: “El filósofo que cree que puede ponerle punto final a su filosofar no es realmente un filósofo!”
Para la phronesis Noomajía es un testamento filosófico suficiente, pero para sophia esto no es más que un pequeño destello que ha escrito un veinteañero. Sin embargo, para sophia no existe el tiempo.
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
Notas del Traductor:
1. Dmitri Serguéievich Merezhkovski fue uno de los primeros y más eminentes ideólogos del simbolismo ruso. Su esposa, Zinaída Guíppius, poeta al igual que él, manejó un elegante salón en San Petersburgo. Ambos eran masones.
2. Zinaída Nikoláevna Gippius, conocida también por el seudónimo Anton Krainy fue una escritora y poetisa rusa notable de la Edad de Plata de la literatura rusa, considerada figura clave del simbolismo ruso.​ Autora de numerosas poesías, diarios personales y artículos críticos en diferentes revistas que fueron publicados bajo varios seudónimos masculinos, fue una mujer influyente entre la sociedad rusa del siglo xix y xx, organizó reuniones sociales con los intelectuales simbolistas más destacados del momento. Inició su actividad literaria entorno al pensamiento de Baudelaire, Nietzsche y Maeterlinck. Fue la impulsora de la Nueva conciencia religiosa, una corriente basada en renovar el cristianismo. Contraria a la revolución rusa se exilió a Polonia y Francia donde residió hasta su fallecimiento en 1945.