Los inmaterialistas

En nuestra sociedad actual existe un grupo oprimido al cual se le ha privado de sus derechos y es continuamente humillado. No estoy hablando de inmigrantes ilegales, minorías sexuales, gitanos o feministas que seguramente pueden tener vidas difíciles. No obstante, al grupo al que me refiero le es casi imposible respirar y hablar hoy en día.
Podemos designarlo con el nombre de “inmaterialistas”: en la mayoría de los casos se trata de personas religiosas, aunque no siempre es así. Los inmaterialistas son personas que consideran que la verdad se encuentra mucho más allá de la materia, la economía, las mercancías, la eficiencia, las carreras, el crecimiento o la materia física. Los inmaterialistas son personas para quienes es imposible no creer en Dios, el espíritu, los ángeles, la belleza, la moral, la pureza y la Eternidad. Ahora bien, hoy existimos en un mundo donde ha triunfado el materialismo: no sólo el materialismo histórico y dialéctico defendido por el comunismo (terrible de por sí), sino también el materialismo liberal basado en la comodidad y el bienestar individual o el materialismo nacionalista, donde la nación solo existe como un conjunto de realidades materiales.
Nuestro sistema educativo esta fundado desde un principio hasta el fin en ideas materialistas por medio de las cuales se explican las ciencias naturales, las humanidades y la historia. Si alguien levanta la mano y pregunta en clase de física “¿qué es un ángel?”, ¿acaso no podemos imaginarnos el “matoneo” y la “vergüenza” a la que será sometido? El átomo, el cual existen fuera de nuestra conciencia y nuestra alma, es el axioma por excelencia de la ciencia moderna. Claro, seguramente existen físicos que bromearán o dirán que el big bang es Dios, pero los inmaterialistas consideraran eso un insulto.
Podemos decir que hoy domina una especie de materialismo total, radical e intransigente tanto en las universidades como en la vida cotidiana, el trabajo, las profesiones, el ocio y la familia. Aquellos que intentan cuestionar esta realidad y defender que los principios inmateriales también existen son excluidos de una forma terrible, siendo considerados como “perdedores”, “tontos” o idiotas, ya que ellos representan un grave peligro para la sociedad materialista. Es por esa razón que los sacerdotes, cuando quieren expresarse con respecto a la realidad moderna, tienen que elegir sus palabras con cuidado y ajustarse así al materialismo actual y a sus dogmas teológicos. Si un hombre religioso no solo proclama principios como Dios, la Eternidad, la Resurrección de los Muertos, el fin del mundo, la inmortalidad del alma y la Segunda Venida, sino que además cree realmente en ellos, empieza a causar un verdadero revuelo en las instituciones eclesiásticas que desde hace mucho se han adaptado a la sociedad secular. Es por eso que las autoridades comunistas prohibían la lectura de Marx durante la época soviética, ya que no querían que un marxista dedujera algo de semejante actividad.
Sin embargo, los inmaterialistas son bastante numerosos y esto se aplica especialmente a los rusos (aunque no es algo exclusivo), ya que los ideales, el valor, la misión escatológica, la predestinación, el amor, el sacrificio y la devoción siempre han sido importantes para nosotros. Todo est quiere decir que una enorme capa de nuestra población se encuentra privada de derechos tales como la educación (una educación que no esté basada en principios materialistas), la cultura (el materialismo liberal prevalece en el arte moderno), el trabajo (todas las profesiones actuales enfatizan el aspecto material de la vida) y el descanso (los materialistas solo conocen formas de descanso basadas en la materia, a diferencia de los inmaterialistas). El Estado moderno también es una entidad puramente materialista. Sin embargo, esto no siempre ha sido así. El Imperio ruso tenía la misión de preservar la santidad de la fe ortodoxa a nivel mundial. Era esta misión la que le daba al Estado una orientación espiritual opuesta al materialismo. Y ese es el verdadero misterio de la monarquía, ya que ella es una flecha lanzada desde la tierra hacia cielo construyendo a lo largo de su trayectoria un misticismo que daba al Estado una misión escatológica expresada en la Santa Rusia y “Moscú como la Tercera Roma”. El Estado moderno rompió totalmente con esta Tradición y simplemente ya no cuenta con ningún objetivo o idea; es una realidad material que ha sido creada por materialistas con objetivos materialistas. Los inmaterialistas ni siquiera existen teóricamente.
Ha llegado la hora de que los inmaterialistas se conviertan en una nueva clase revolucionaria y se rebelen en nombre de altos ideales, valores religiosos y horizontes puramente espirituales. No vamos a fijarnos en que religión profesan los inmaterialistas: por defecto, la mayoría de los rusos son ortodoxos. De todos modos, todo creyente debe rechazar el materialismo, sea que se trate de cristianos, musulmanes o judíos.
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera