Malí: el destino de la Gran África

El 22 de septiembre es el Día de la Independencia de Malí. Durante el siglo XIII, Malí fue un Imperio que se extendía por vastas regiones del África Occidental. El nombre de Malí proviene del pueblo malinke, que a su vez hace parte de las tribus mande.
Antes del surgimiento del Imperio de Malí, era Ghana quien dominaba estos territorios, pero una vez que este último comenzó a decaer, Malí ocupó su lugar. Sundiatta Keita es considerado el legendario fundador y gobernante del Imperio de Malí y su agitada vida inspiró el épico relato de la Sundiata.
Mucho antes de que se produjera la colonización europea, los habitantes del África Occidental, y en particular quienes vivían en el Imperio de Malí, se consideraban así mismos como personas libres que habían fundado ciudades, hacían artesanías y formaban ejércitos. Tanto el Islam como los antiguos cultos arcaicos convivían en África. Malí fue uno de los centros más importantes de la civilización del África Occidental y tuvo un impacto gigantesco en la cultura, la política y la economía de sus vecinos, sobre todo por sus ricos yacimientos de oro que no solo era considerado como un metal precioso, sino que también tenía un importante significado espiritual.
El colonialismo convirtió a los africanos en simples esclavos y los europeos llegaron a verlos como seres infrahumanos que carecían de tecnologías sofisticadas y que tenían un color de piel extraña. ¿Acaso tiene derecho la cruel, cínica y codiciosa civilización europea hablarnos sobre los derechos humanos? Ni Rusia ni otros pueblos han caído en la miseria inhumana a la que llegaron las naciones de la Europa ilustrada. Los terribles siglos de dominación europea en África son un testimonio de ello. La Ilustración europea es la responsable de haber creado el mito de que no todas las razas son iguales y que solo los pueblos que tienen tecnologías y herramientas avanzadas tienen el derecho de gobernar a todos los demás que se encuentran en vías de desarrollo. La misma idea de progreso es intrínsecamente racista y esclavista: los países más desarrollados tienen el derecho dominar a los menos desarrollados. Además, la cultura occidental es considerada como el modelo por excelencia y todo lo que sea incompatible con ella es visto como bárbaro y salvaje.
No obstante, la civilización de África Occidental (y en particular la cultura de los pueblos del altiplano de Manden que fundaron el Imperio de Malí) no tiene nada que ver con la caricatura que han difundido los colonialistas europeos. Esta civilización creó una sociedad plena, hermosa y refinada con sus propias tradiciones, ideas, arte y tecnología. Sin embargo, el colonialismo descartó todo eso como si nada.
Durante el siglo XX los africanos consiguieron liberarse parcialmente del yugo colonial y el actual Estado de Malí solo surgió en 1960. No obstante, el colonialismo francés impusó toda una serie de mecanismos que hicieron dependientes a las nuevas naciones independientes. Estos mecanismos siguen operando hasta el día de hoy en Malí.
Uno de esos legados es el hecho de que grupos étnicos muy diferentes conviven dentro de un mismo Estado. Por ejemplo, en el noreste de Malí encontramos a los tuaregs, un pueblo que no tiene nada que ver con los malinka y que, en cambio, esta relacionado con las tribus bereberes que desde tiempos inmemoriales han poblado todo el Norte de África. Los tuaregs han intentado incluso crear su propio Estado en la región de Azawad y en los últimos años grupos de islamistas radicales, entre ellos Al Qaeda (organización que está prohibida en Rusia), se han unido a esta insurgencia.
Debido a la inercia, Francia sigue intentando gobernar a sus antiguas colonias, pero no puede, o no quiere, resolver los problemas económicos que estas sufren, como tampoco tiene mucho interés en problemas como el separatismo y el extremismo que cada vez son más poderosos. La arrogancia occidental es muy clara aquí. El presidente Ibrahim Boubacar Keita fue derrocado en 2020 y hoy es posible ver banderas rusas ondeando en los mítines políticos de ese país. Los malienses exigen que los nuevos dirigentes se pongan del lado de Rusia.
Rusia tiene la oportunidad de volver a África en el contexto de la multipolartidad especialmente porque no tiene un legado colonial. Los tradicionales vínculos que existen entre Moscú y los movimientos anticoloniales de los países africanos tienen una larga historia que es bastante positiva.
Es hora de que Rusia vuelva a Malí respetando su historia, cultura e identidad y también sin el menor atisbo de superioridad o codicia.
Rusia puede ayudar a Malí como un amigo y ser un pilar y una fuerza transparente y previsible, sobre todo por los éxitos que ha cosechado a la hora de enfrentar el extremismo islámico en países como Siria. Tales éxitos podrían repetirse en otras partes. El África francesa o británica es una vergüenza que revela el triste pasado colonial de este continente. Rusia debe ir allí como un imperio libertador que no necesita que los pueblos africanos le den nada a cambio. Este es el papel que tradicionalmente los rusos han tenido: el de ayudar a los oprimidos, humillados e insultados em todas partes.
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera