No somos nosotros quienes creamos la idea rusa, sino que es ella la que nos crea

Esta entrevista fue publicada en el número 8 de la revista Cultura y apareció el 26 de octubre del 2021.
– Hoy vamos a hablar de la idea rusa y queremos saber cómo esta ópera. ¿Acaso cada país o nación tiene su propia idea: los filipinos, los brasileños, los kenianos?
– Podemos decir que los países que tienen una idea propia son casi siempre los países que crean imperios o que son capaces de unir grandes espacios y al mismo tiempo dan nacimiento a formas de pensamiento estridentes, brillantes y profundas. No todos los países o pueblos tienen una idea. Por ejemplo, los judíos no tuvieron un Estado por casi dos mil años, pero siempre ha existido una idea judía. Toda civilización tiene su propia idea. La idea rusa es antes que nada la idea de toda una civilización. Existen muchas menos civilizaciones que países. A veces sucede que las grandes civilizaciones poseen ideas pequeñas, mientras que las pequeñas naciones poseen ideas grandes.
Por otra parte, existe una idea brasileña que está ligada a una cierta refracción de la idea portuguesa: el sebastianismo o la saudade sobre la cual escribieron paginas maravillosas poetas como Fernando Pessoa y Teixeira de Pescoaes… No existe una idea keniana hasta donde sé, pero si existe una idea africana: las diferentes civilizaciones africanas llevan en su interior, por así decirlo, los gérmenes de esta idea. En mis libros sobre la Noomajía explore todas las ideas que existen en las diferentes civilizaciones y pueblos alrededor del mundo.
Considero que es inapropiado medir la importancia de una idea basándonos en el PIB o en el nivel de desarrollo tecnológico de una civilización, como si tener un iPhone o crear una inteligencia artificial fuera el objetivo de todos los pueblos. Tener una idea artificial implica no tener una idea verdadera… Un iPhone no es una idea y esta última no puede ser sustituida por un conjunto de capacidades técnicas. Normalmente, las ideas que se esconden detrás de una enorme cantidad de invenciones técnicas son generalmente insignificantes y débiles. La idea es extremadamente sutil, delicada y sublime, ya que ciertos temas deben ser discutidos eligiendo con cuidado tanto nuestras palabras como nuestra entonación. Por lo tanto, cuando pronunciamos palabras como “idea” o “Dios”, “muerte”, “bondad” y “belleza” resulta necesario que nos recojamos interiormente y hablemos con cuidado.
– ¿Acaso las ideas de las civilizaciones se diferencian en cuanto a su escala y plenitud?
–  Creo que las ideas difieren en cuanto a su belleza. La magnitud de una idea depende de cuanta belleza o bondad expresa. La idea rusa es bella, buena y verdadera. Tiene una especie de estética y metafísica que no tiene nada que ver con el utilitarismo, ya que el pueblo ruso no es pragmático ni individualista. Los rusos no buscan sobrevivir por sobrevivir, por lo que la idea que nos mueve está llena de vitalidad y no es para nada una cosa forzada o abstracta, sino que es la sangre que fluye por nuestras venas. Es esto lo que hace que seamos rusos y no un pasaporte o ciertos rasgos físicos.
Cuando le preguntamos a alguien “¿lleva usted por dentro la idea rusa?”, es posible que empecemos una conversación sobre la historia, la cultura y nuestra realidad interior. Hablaremos de los antiguos eslavos, de sus costumbres, rituales, sus conexiones con otros pueblos; después abordaremos los cambios que sufrió la estatalidad rusa liderada por los Varegos, lo que significó la conversión de los príncipes de Kiev al cristianismo y los avatares de la idea rusa cuando se produjo la destrucción de estos principados: no olvidemos que el autor de El cantar de las huestes de Igor hace un llamado a todos los príncipes rusos a que se unan para enfrentar la amenaza de los cumanos. Estas advertencias no fueron escuchadas y como resultado Rusia fue conquistada por los mongoles. No obstante, resulta difícil decir si la idea rusa se perdió o pervivió durante ese periodo. Hubo eslavos que no fueron dominados mongoles y otros simplemente desaparecieron. Cualquiera que allá sido el resultado de todo esto, lo cierto es que surgieron pueblos eslavos que posteriormente fueron muy exitosos.
Logramos independizarnos de la Horda de Oro durante el siglo XV y proclamamos el nacimiento del Reino de Moscú en el siglo XVI. Posteriormente, la idea rusa se vistió de púrpura y Moscú se convirtió en la Tercera Roma. Sin embargo, caímos en la terrible Época de los Problemas y solo fuimos capaces de superar este obstáculo con la llegada de los Romanov. Y a pesar de haber logrado superar semejantes pruebas, vino el cisma eclesiástico que dividió a nuestro pueblo para siempre, lo que sin duda se constituyó en una verdadera tragedia. Fue a partir de ese momento que Rusia adquirió un carácter esquizofrénico y comenzó una lucha interna que dura hasta ahora: Moscú contra San Petersburgo, la Ortodoxia contra los Viejos Creyentes, los eslavófilos contra los occidentalistas…
Fue así como la idea rusa entró en una etapa de enfermedad: los eslavófilos trataron de sanar esta herida con la intención de restaurar la unidad perdida durante la época de Pedro el Grande, mientras que los occidentalistas clamaban que Rusia no necesitaba esta idea.
Cuando entramos en el siglo XX, parecía que los eslavófilos estaban triunfando y apareció una idea filosófica y religiosa rusa inspirada por la eslavófila durante la Edad de Plata.
No obstante, sobrevino la tragedia: los bolcheviques se hicieron con el poder e impusieron una ideología que no era ni occidentalista ni eslavófila y pareció que habían liquidado la idea rusa. Sin embargo, una parte importante del pueblo ruso reconoció que el comunismo era una forma de expresión de la idea rusa.
El desplome de la Unión Soviética vino acompañado con la imposición del liberalismo prooccidental que era totalmente incompatible con la idea rusa. Los acontecimientos de 1991 llevaron a una ideología “no rusa” al poder y esta afirmaba que todo lo ruso – tanto lo que está a la derecha como lo que está a la izquierda, es decir, tanto lo rojo como lo blanco – está mal, no existe una civilización rusa particular y, por lo tanto, ¡no existe la idea rusa! Durante la década de 1990 nuestros lideres se burlaban de todo lo que fuera ruso.
Ahora bien, Putin llegó al poder a comienzos de la década del 2000 y reconoció que se había tomado el camino equivocado y que se debía ser realista. Y aunque nuestra élite siguió burlándose de la idea rusa, el pueblo comenzó a levantar la voz y dijo que esta era una necesidad vital… Y esta idea se ha manifestado cada vez más vivamente en el pueblo: durante el 2008 en el Cáucaso, en Crimea, en el Donbass, durante la Primavera Rusa, nuestra intervención en Siria y el nuevo conflicto que se está gestando contra Occidente. La idea rusa nos está dando señales de que sigue viva a pesar de encontrarse enferma y abandonada.
Pero debemos tener en cuenta lo siguiente: no podemos identificar la idea rusa con la población. Cuando le preguntamos a la población qué es la idea rusa, simplemente oiremos un murmullo indescifrable donde alguien quiere tener pensión mucho más grande o siente un dolor en sus muelas… Sin embargo, si observamos a las personas como algo que está más allá de la población, entonces seremos capaces de llegar a una conclusión totalmente diferente. ¿Qué es el pueblo y qué es la población? Podemos encontrar ambas realidades en la misma persona, por lo que podemos decir que son dos caras diferentes de nuestro ser: una de ellas es profunda y genuina, mientras que la otra es superficial y momentánea. La población se conforma con una serie de beneficios sociales como tener una carrera, entretenimiento o ascensos. Pero el pueblo es algo muy diferente: es impulsado por principios inmateriales. Es el pueblo quien dice categóricamente que no quiere seguir viviendo bajo el liberalismo que la élite le impone.
Una vez que ponemos todo esto junto nos damos cuenta de lo fascinante que es la historia de la idea rusa y cómo ha sido capaz de vivir a través de las generaciones. No somos nosotros quienes creamos la idea rusa, sino que es ella quien nos crea. Es esta idea que atraviesa la historia la que crea un pueblo con todas sus paradojas, sus problemas, sus tragedias, guerras, sufrimientos, logros y victorias.
– ¿Es posible que existan algunos otros elementos que sean indispensables para poder hablar de la idea rusa – quizás, la experiencia –, además de la belleza de la que usted nos ha hablado?
– Una idea o está viva o muerta. Si para que una idea exista es necesario que este conectada todo el tiempo como una aspiradora o un ordenador, entonces nos encontramos frente a algo falso. Platón decía que las ideas o se elevan o mueren. La idea es lo que nos crea: es nuestra lengua, cultura, sufrimiento, pecado, derecho, errores y elecciones. Somos una parte orgánica de esa idea.
Cuando los liberales dicen que esta idea no existe, simplemente la asesinan: no podemos ser neutrales en este sentido. No se trata de una adivinanza: o la idea es o no es. Por lo que resulta sumamente importante decir “¡Sí!”, ya que se trata de un acto espiritual. Si decimos “¡Sí!” a la idea rusa, entonces esta existe y ella nos responde a su vez con un “¡Sí!”. Después, sigue el pueblo… y, finalmente, la población…
– ¿Podemos decir que la idea rusa es algo monolítico o existen muchas variaciones de ella?
– No creo que exista una sola persona que pueda afirmar que tiene el monopolio de la idea rusa. Lo que realmente importa es reconocer que esta existe: habrá quienes afirman que tiene una existencia autónoma y otros que simplemente reconocerán que es una construcción (y que ella depende de cómo la construyamos). Ahora bien, la idea rusa existe y encontramos muchas variantes de ella en nuestra historia. Sin embargo, si consideramos que la idea rusa es solo un producto de nuestra creatividad intelectual, es decir, algo secundario y que representa una superestructura organizada que encubre una realidad material, entonces la idea rusa no es más que un simulacro.
Pero si sostenemos que la idea rusa existe, entonces el pueblo también existe, ya que la idea rusa es nuestra alma. Por supuesto, esta tiene muchas versiones. Las personas que encarnan la idea rusa constituyen el pueblo y cada uno de ellos responde a la pregunta de qué es la idea rusa con distintas fórmulas, pero usando un mismo tono. Se trata de las diferentes formas en que los rusos conciben la idea rusa. Dostoievski nos presenta un excelente ejemplo de esto en Los hermanos Karamazov. Cada hermano y cada personaje de esa novela encarna una versión distinta de la idea rusa: incluso Smerdiakov tiene un atisbo, aunque distorsionado, de la idea rusa. Dostoievski era un escritor tan ruso que fue incapaz de hacer un retrato de algo que no fuera ruso. Todo aquello que escribía se convertía en parte del alma rusa. Y eso lo vemos cuando creaba personajes dementes y granujas que expresan a su manera la santidad y el pecado ruso. Se podría decir que presenciamos tanto el amor como la maldad rusa, una especie de música donde se transmite la idea rusa.
Lamentablemente, mis conocidos, Yuri Mamleyev y Eduard Limonov, ambos ahora fallecidos, emigraron en su juventud a Occidente pensando que el comunismo de la URSS era insoportable y, por lo tanto, era mejor vivir donde si existe la libertad y de ese modo poder escribir tranquilamente. Una vez que llegaron allá se dieron cuenta que Rusia, sin importar que estuviera gobernada por los comunistas, que tanto les desagradaban, era su destino y que Occidente les era totalmente ajeno. Por lo que existe algo que está mucho más allá del gobierno que existe aquí. Rusia constituye la esencia tanto de Mamleyev como de Limonov, de usted, de mí o de cualquier otro ruso. No importa si somos ortodoxos fundamentalistas o laicos agnósticos, el alma rusa habita tanto dentro del santo como del pecador y de allí proviene nuestra unidad.
Los liberales no tienen idea de lo que es el alma rusa porque su filosofía sostiene que el individuo es la medida de todas las cosas. La ideología liberal parte del principio de que el individuo debe estar aislado de toda influencia externa y despojado de todo vínculo con respecto a cualquier identidad colectiva. Primero la Reforma Protestante liberó a los individuos de todo vinculo colectivo, luego vino la Revolución Francesa que nos liberó de los estamentos medievales y nos convirtió en burgueses. Después se nos liberó de las fronteras nacionales a través del cosmopolitismo y hoy se nos quiere liberar de cualquier identidad sexual. Es imposible decir que el liberalismo es compatible con la idea rusa. Lo mismo sucede con respecto al comunismo y el nacionalismo, pero la contradicción es muy abierta con respecto al liberalismo.
Sin duda podemos decir que los nacionalistas rusos defienden una versión distorsionada de la idea rusa: solo tenemos que leer a Lev Gumilev para darnos cuenta de que Rusia siempre ha sido un Estado multiétnico. Nunca hemos sido eslavos puros, pues hemos incorporado elementos túrquicos, fino-úgricos y de otras etnias. Defender una forma de nacionalismo ruso resulta tan artificial como defender una versión liberal de la idea rusa.
También resulta bastante dudoso unir la idea rusa al comunismo y unificar la justicia social con el ideal de una sociedad plenamente comunista. Creo que esas ideas resultan intelectualmente débiles, pero no podemos negar que existe una conexión entre el período soviético y la idea rusa. No obstante, la expresión de la idea rusa durante este periodo comunista es prueba de la fuerza de nuestra alma que fue capaz de diluir el marxismo, el internacionalismo y el materialismo rusofóbicos que impulsaban al comunismo.
Una vez que hemos descartado las tres versiones de la Modernidad (el liberalismo, el comunismo y el nacionalismo), por fin nos libramos de toda la basura que ha invadido Rusia y podemos encontrar sin dificultad la idea rusa que nace del amor sincero por el pueblo ruso y que proviene de una lectura cuidadosa de nuestra historia. La idea rusa no coincide totalmente ni con el eurasianismo, los eslavófilos o la Ortodoxia, pero hace a un lado todo lo que le resulta ajeno.
Por lo que si vamos más allá de las ideologías políticas occidentales (el liberalismo, el comunismo y el nacionalismo) descubrimos la enorme riqueza del pensamiento ortodoxo ruso, la tradición bizantina, nuestra ontología holística (integral), una filosofía religiosa rusa que no se puede reducir a los eslavófilos, la Edad de Oro de Pushkin, Dostoievski y Tolstoi.
La Edad de Plata fue un momento donde floreció la idea rusa. Ninguno de los genios de la Edad de Plata – Merezhkovski, Tsvetaeva, Rozanov, Sergei Bulgakov, Florensky y otros – puede ser clasificado como liberal, comunista o nacionalista. Más bien debemos ver en ellos a los descubridores y exploradores de un continente enteramente ruso. Es una lástima que todos estos autores sean ignorados hoy día. ¿Por qué son ignorados? Porque solo nos dedicamos a hablar sobre la economía o si la Unión Soviética fue buena o mala. Pero eso no es lo importante… Cuando nos dedicamos a discurrir frenéticamente sobre temas sin importancia, terminamos por descuidar todo lo demás.
Por ejemplo, el eurasianismo no es una teoría dogmática o un canon, sino simplemente una invitación a pensar las cosas desde un punto de vista distinto y desarrollar una forma de pensamiento eslavo. Nuestra misión debería ser permitirle a la sociedad que explore una vez más estos caminos que fueron dejados a un lado: los eslavófilos, los eurasiáticos, los filósofos religiosos rusos, Dostoievski o incluso los controvertidos, pero no menos importantes, Tolstoi o la Edad de Plata han quedado abandonados… Sin embargo, ¿dónde están los Tolstoi rusos? Lo único que encontramos hoy en día son partidarios de la IA, dueños de iPhones 12 o periodistas que despotrican en sus canales sobre temas que no entienden en absoluto. Solo cuando seamos capaces de desmantelar las ideologías políticas imperialistas y hegemónicas occidentales que nos fueron impuestas desde el exterior, entenderemos lo grandioso que es el pensamiento ruso.
– ¿Acaso la idea rusa puede existir bajo cualquier sistema estatal?
– Eso no debe preguntársele a la idea rusa, sino al sistema, ya que es este último el que determina su actitud hacia ella. Por ejemplo, cuando el sistema dice que está abierto a la idea rusa, entonces podrá encarnarla mejor. O puede cerrarse frente a ella y expulsarla lejos de sí. Claro, eso no implica que la idea rusa desaparezca, pero el sistema se opondrá a ella. También puede suceder que el sistema diga: Yo soy la idea rusa, y entonces perderá de vista lo importante y no será más que una parodia o un simulacro de la misma. Es un problema bastante sutil. El sistema político no siempre coincide con el pueblo…
La idea rusa, como todos los seres vivos, cambia. No ha dejado de existir, a pesar de que ya no la veamos en ninguna parte y cuando pretendemos arreglarla, creamos una efigie o una ilusión de la misma. Durante la época de Pedro el Grande, el Estado ruso dejo de ser ruso. No obstante, cuando parecía que se iba a occidentalizar por completo y destruir todo lo ruso, volvió a asumir una identidad rusa durante el siglo XIX hasta llegar finalmente a los últimos zares que al parecer iban a seguir un camino muy diferente. Es más, incluso la Unión Soviética, que es lo más antirruso que pudo existir, fue un espacio donde florecieron elementos rusos como el colectivismo, la falta de individualismo, el heroísmo, el deseo de crear un gran Estado, la justicia social y el rechazo hacia Occidente… Todos esos eran rasgos rusos. Mientras tanto, Occidente nos dice: ustedes los rusos deben ser como nosotros y no pueden ser diferentes. Pero nosotros los rusos siempre nos hemos caracterizado por rechazar todo lo occidental. Casi perdemos nuestra alma… aunque logramos encontrarla nuevamente después.
De todas maneras, es necesario reconocer que el sistema estatal que imperaba durante la década de 1990 era abiertamente rusófobo, antirruso… Y era enemigo de la idea rusa y del pueblo ruso. Putin nunca cambio este régimen, pero cambió su contenido y sus puntos de referencia. Todo sigue igual, aunque ahora el Estado es mucho más abierto hacia la idea rusa. Sin embargo, no es lo suficientemente abierto al mundo ruso y falta bastante en ese sentido…
– No obstante, parece que todo lo que ha sido creado por el Estado no es más que un simulacro.
– Sin duda. El Estado es una imitación de la idea rusa: solo tenemos que observar con cuidado las características fisiológicas de los que rigen el Estado ruso. ¿Existe en ellos una idea rusa? ¡Basta con mirar sus retratos! Esta élite mezquina está condenada a desaparecer y su vida será bastante corta, mientras que la idea rusa seguirá existiendo por mucho tiempo. Por lo tanto, el pueblo puede percibir este sistema de una manera diferente y reinterpretar el simulacro actual del mismo modo en que reinterpreto el comunismo. Por supuesto, estamos frente a una falsificación y ese es un malentendido del patriotismo ruso actual, pero no debemos apelar a la neutralidad ni tampoco creer que estamos frente a una nada que no puede ser transformada. El pueblo ruso duerme en las profundidades de nuestras entrañas. Es este pueblo el que reacciona de vez en cuando frente a ciertos acontecimientos como Crimea es nuestra, la Primavera Rusa o el mundo ruso. Es allí cuando el pueblo escucha una voz por completo diferente a la de los funcionarios públicos, que solo se dedican a resolver los problemas técnicos del día a día. Así que el sistema estatal que existe ahora no es por completo un simulacro. Hegel llamó a este fenómeno la astucia de la razón: las personas creen que actúan según su propia lógica, pero en realidad siguen una lógica desconocida. La idea rusa es una realidad amplia que va más allá de lo que pensamos y hemos visto que es la idea rusa la que termina utilizando al simulacro y no al revés.
–  En su libro sobre geopolítica, dice que Rusia es una especie de “colección de imperios”. ¿Cree que ese objetivo sea viable si, como dice Jordis von Lochhausen, “pensamos en términos de milenios y continentes enteros”?
– Un imperio es una forma de organización supranacional muchos territorios. Y la Unión Europea es, en cierto sentido, un imperio. La Unión Soviética también fue un imperio y lo mismo pasa con los Estados Unidos y China, porque no podemos decir que sean Estados-nacionales. El imperio, como unión supranacional de diferentes pueblos, es una forma de organización extraordinaria. Por otra parte, el imperio es lo contrario del imperialismo, porque el imperialismo es la imposición de un único modelo a escala mundial, mientras que el imperio es una creación donde los elementos más heterogéneos pueden convivir, ya sean estos étnicos, religiosos, sociales, culturales, etc… El Imperio unifica y armoniza mundos enteros… El destino de Rusia es ser un Imperio, pero un imperio nuevo: democrático, policéntrico, multipolar, que no pretende ser único y que permite la existencia de otros imperios: el chino, el islámico, el europeo, el africano, el latinoamericano…
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera