Novoróssiya: un nombre para el futuro

Creo firmemente que el cuarteto de Normandía (compuesto por Rusia, Alemania, Francia y Ucrania) es incapaz de resolver la situación en la que se encuentran los territorios del Este de Ucrania. No cabe la menor duda de que este grupo sirvió para suavizar la situación, pero jamás resolverá los problemas de fondo que enfrentamos. Además, Kiev persiste en incluir a Crimea en estos acuerdos y eso solamente cierra la puerta para cualquier debate.
Rusia no va a discutir nada que tenga que ver con Crimea: Moscú ha tomado una decisión firme en ese tema y no va cambiar de parecer.
No obstante, ese no es el problema. El statu quo del Donbáss es completamente incompatible con las posiciones que tienen tanto Kiev como el mismo Donbáss acerca del asunto. Kiev considera que el Donbáss es parte de Ucrania, pero el Donbáss hace tiempo que se separó. Por otro lado, mientras el Donbáss siga siendo respaldado por Rusia está “región” seguirá teniendo un peso geopolítico importante.
Ya que Kiev sigue bajo el mando de fuerzas globalistas bastante extremistas, que han llevado al actual desastre después del levantamiento nazi del Maidan y el comienzo de una serie de operaciones punitivas en contra de la población rusa, es improbable que se vean avances a futuro. Por supuesto, las potencias europeas quieren dejar de lado este asunto, porque ninguna de ellas esta dispuesta a enfrentarse seriamente con Moscú, pero eso no significa que Occidente y la OTAN no hayan decidido ponerse unánimemente del lado de la junta de Kiev. Es por eso que todos ellos adoptaron el formato de Normandía con tal de evitar lo peor. La confrontación no va a estallar nuevamente, pero tampoco se va a apaciguar del todo.
Creo que ha llegado el momento de prepararnos, al menos hipotéticamente, para una nueva lucha. El Donbáss nunca volverá a ser parte de Ucrania. Pero su independencia o la unificación de los actuales territorios del Donbáss con Rusia tampoco resolverá las cosas. En caso de que esto se produzca, es probable que los desafortunados que se encuentran allí puedan volver a vivir como seres humanos. Sin embargo, el Donbáss no es más que una pequeña parte de Novoróssiya. Debemos liberar el resto de ese territorio y dejar el resto de ese país al régimen neonazi, especialmente porque en muchas de esas zonas la lengua rusa ni siquiera se encuentra entre las lenguas que tradicionalmente se han hablado. Esta solución es mucho mejor que el estancamiento en el cual nos encontramos hoy. Moscú tendrá que llevar a cabo esta tarea tarde o temprano.
Además, debemos tomar en cuenta el debilitamiento que experimentan los Estados Unidos después de su vergonzosa retirada de Afganistán. La situación política en Ucrania es cada vez más delicada y las esperanzas que había despertado Zelensky se han derrumbado hasta el punto de que no quedará nada. Este antiguo comediante no ha sido capaz de cumplir con ninguna de sus promesas electorales y cuando llegue el 2024 la situación será insoportable.
Mientras tanto, Rusia deberá prepararse para llevar a cabo un avance estratégico importante. Si Ucrania no se convierte en un territorio neutral, entonces deberá dejar de existir y eso significa que será convertida en dos Estados distintos: uno occidental y otro oriental muy parecido a lo que sucede hoy día con Bélgica, donde existen dos pueblos que habitan dos territorios y tienen dos lenguas distintas. Novoróssiya quizás pueda establecer una especie de unión histórico con Ucrania, como sucedió anteriormente con Krevo o Lublin. Y sólo después de eso se podrá volver al formato de Normandía y llegar a algún compromiso con Kiev.
Resulta inútil indignarnos frente a lo que sucede en Ucrania, ya que la línea elegida por los medios de comunicación rusos frente al pueblo de la Pequeña Rusia ha sido bastante indiferente. Es posible que un miembro muy querido de la familia se vuelva loco y beba hasta morir o quedar inválido. Algo semejante sería sin duda una desgracia y un familiar en semejante estado debe ser cuidado y tratado.
El único tratamiento posible es crear un territorio que se extienda desde Odessa hasta Kharkov, en donde tanto el ucraniano como el ruso sean lenguas oficiales. Un lugar donde los eslavos orientales y, en general, todos los eslavos, vivan en armonía y sin conflictos entre ellos. Tal objetivo no tiene nada que ver con la economía, ni el gas, ni tampoco con el hecho de que la población ucraniana esta abandonando ese país hasta que ya no queden ni siquiera comediantes o rusófobos: es antes que nada una cuestión de principios y Kiev tuvo la oportunidad de crear dos Estados dentro de un solo territorio como lo había hecho anteriormente Bélgica con los valones y los flamencos. Pero si los valones exigieran que los flamencos se convirtieran en valones y hablaran francés (o viceversa), entonces Bélgica desaparecería inmediatamente. Kiev perdió esta oportunidad irremediablemente y sigue fallando una y otra vez.
De ahí que nuestra respuesta sea que únicamente volveremos a la mesa cuando Novoróssiya sea una prioridad en las negociaciones.
Y entonces hablaremos seriamente, incluso en plataformas como Normandía.
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera