PENSAMIENTOS DURANTE LA PLAGA 5. LO QUE NERGAL Y ERRA QUIEREN DECIRNOS ES IMPORTANTE

Hoy me gustaría pasar a las historias mitológicas de los dioses de la plaga. En la tradición mesopotámica, tales dioses eran Erra y Nergal. Se creía que cuando comenzaba la peste, cuando el ganado muria o cuando tales epidemias llegaban a las personas, esto significaba que había una cierta epifanía, el descubrimiento de una deidad superior que invadía el mundo de las personas.

Me gustaría llamar la atención sobre esta característica extraña: ocurre la desgracia, algo trágico, la gente muere, los animales, los ríos, el veneno, el hambre, el sufrimiento, la pobreza comienza, y la gente conecta esto con Dios.

Los antiguos judíos en la tradición monoteísta creían que la fuente de la peste o la plaga era producto de una sola deidad, Yahvé, que le da a las personas gracias y dones, y los castiga cuando se desvían de los caminos del Señor, cuando están demasiado inmersos en los asuntos terrenales. Por esto, el Dios bíblico castigó a los habitantes de Sodoma y Gomorra y envió un diluvio a Noé.

El origen de la plaga en un contexto politeísta es una cierta epifanía, una deidad que muestra a la gente que son mortales, débiles, miserables. El hombre ya vive en un mundo de polvo. Los dioses Erra y Nergal simplemente se lo recuerdan: eres polvo, eres polvo del polvo, tu voluntad, el placer, la sensación de seguridad y la alegría no son nada frente a una deidad. Y si la deidad quiere, te devolverá a un estado de nada: al polvo. Esto se encuentra en un contexto mitológico.

De hecho, los dioses de la plaga recuerdan la escala de lo humano, que es incomparablemente más pequeña que la escala de lo divino. Si miramos los temas bíblicos, resulta que la peste, la epidemia y la peste tienen la misma función: Dios castiga a las personas, demostrando sus limitaciones, debilidades. En realidad, así fue comprendida la epidemia de la peste o el cólera en la Edad Media, a pesar del hecho de que el Dios cristiano no se arrepintió de las bendiciones que su hijo realizó para salvar a las personas, y sin embargo, en algunos casos, lleva a las personas por el camino correcto con una pedagogía cruel. Si la gente no entiende de una buena manera, Dios comienza a interactuar con ellos de una mala manera, mostrando el verdadero camino hacia la salvación.

Tal interpretación de lo sagrado de una úlcera, de una epidemia, de una plaga, de una peste tiene (tanto en el contexto cristiano como precristiano - judío e incluso politeísta) - una característica fundamental: la plaga, el desastre natural, la catástrofe tienen un cierto significado: cuando una persona cree demasiado en su humanidad, y también está convencida de su omnipotencia y poder, lo hace pensando demasiado en sí mismo, una deidad que se encuentra en un nivel superior del ser, de la conciencia, del poder y la omnipotencia, realiza esto para devolver a las personas a su posición. Eres polvo, sé humilde. Eres un siervo del Señor, no te rebeles contra Dios. Has entrado en una alianza con Dios (en el judaísmo), una unión, un pacto, no debes rebelarte en contra de un orden superior, espiritual y celestial. Debes cumplir con ciertas reglas (incluyendo la familia, la política, lo estatal, lo jerárquico, lo religioso). Y si dices que no quieres saber nada de esto, obtienes la peste. Uno pensaría que en la plaga los justos pedirían misericordia, igual que los pecadores. De hecho, el justo no sufre durante la plaga: está listo para la muerte, para el servicio de Dios, incluso comprende por qué el Señor castiga a la humanidad y, por lo tanto, ve esto como una manifestación de la justicia divina. El justo se fortalece en su justicia cuando vienen los dioses de la plaga o cuando una sola deidad lo envía.

Y la terapia está dirigida específicamente contra el pecador: se imagina demasiado a sí mismo, cree que comprende todo tan bien y que la ciencia está tan desarrollada que no necesita a Dios, que puede cuidarse solo Esto es solo un pensamiento pecaminoso – una rebelión contra Dios - y la peste lo está elevando a la norma.

La plaga tiene un cierto significado. La plaga es una manifestación de la dimensión trascendental, divina y sagrada en un mundo que olvida esta dimensión. En consecuencia, si ahora volvemos a este punto de vista, a lo sagrado de la plaga, podemos interpretar correctamente lo que nos está sucediendo en la epidemia del coronavirus. Después de todo, es lo mismo: ¿en qué nos diferenciamos de otras épocas? Nuestra humanidad depende de las capacidades tecnológicas, cree que puede calcular el genoma, que puede organizar la vida de miles de millones de personas en el planeta de acuerdo con la misma lógica de mercado liberal, que la humanidad puede prescindir de Dios, sin dioses, sin ritos, sin iglesias, sin rituales, que todo descanse sobre la base de su sola razón.

Y aquí viene el coronavirus que nos dice: nada de eso. Amigos, no son nada, son polvo. Ustedes son insectos pequeños, sucios, débiles y malolientes que imaginaron Dios sabe que... Regresen a su proporción. Recuerden qué es el temor al Señor, cuál es el flagelo del Señor. Pecas, violas las leyes que te dieron, violas los convenios que Dios te ha dado. Vas más allá de los límites de la humanidad. Te apasiona el diablo, Satanás, el titanismo: obtienes por tanto el coronavirus, la peste, el castigo.

Y esta es la mejor pedagogía, porque si no recapacitas, te destruiré, crearé otra humanidad o el mundo terminará.

Esto es lo que dice el principio divino de la plaga: este es su discurso, su mensaje, la narración de la plaga. Deja de ser lo que fuiste, regresa al sendero del Señor, regresa a la escala establecida para el celo de la humanidad. Detente, reconsidera tu comportamiento.

Hoy, tal lectura puede estar dentro del marco de las tradiciones cristianas, islámicas, judías, de otras religiones (budismo, hinduismo, etc.). Pero la interpretación religiosa (en sentido amplio) de la epidemia del coronavirus es mayoritariamente minoritaria. Estamos hablando de cuántas máscaras necesitamos, cuántos ventiladores necesitamos, cómo construir nuevas clínicas y qué medidas se deben tomar para que el virus no se propague más, cómo salvar a las personas.

Todo parece estar bien. Pero no parece que tal actitud solo agrava nuestra situación: decimos, oh, no nos importa, podemos lidiar con esto, no hay ningún dios en absoluto, debemos confiar en nuestras fortalezas y debemos lidiar con la peste con nuestros poderes humanos. Pero, ¿empeoramos nuestra situación? Asumiendo el significado religioso y metafísico de la plaga, ¿debería ser esta realmente nuestra respuesta? Si la plaga tiene sentido, si la pandemia quiere mostrar que nos estamos moviendo en la dirección equivocada, que necesitamos cambiar el curso de la civilización, que hemos ido demasiado lejos al creer en lo inmanente: ni siquiera creemos en las personas, creemos en las cosas, en los objetos, en la tecnología, en la IA, en el genoma, en una mente tecnocrática racional completamente incorpórea que no es humana y se parece cada vez más a Satanás.

Curiosamente, Nergal, el dios de la plaga, el dios clásico de la mitología acadia, desciende al infierno para encontrar a la reina del hado Ereshkigal y amenaza con cortarle la cabeza. De hecho, ella está tratando de cautivarlo, pero él saca su espada, la toma del pelo y le dice: y ahora, cerda, te cortaré. Entonces Ereshkigal, que cayó de rodillas frente al dios de la peste, dice: solo queda pedirte que te cases conmigo. La historia acadia termina así. Pero es interesante que el dios de la plaga Nergal descienda al infierno para ponerlo en orden y poner en orden a la amante del infierno que se ha elevado al orden divino.

Este es un mito muy importante. La plaga viene por una razón, viene por algo, para que nos humillemos, para que nuestro principio material terrenal regrese a su lugar legítimo en la jerarquía de los seres.

Los dioses de la peste nos enseñan la humildad. Dios envía una plaga en las culturas monoteístas para que una persona recuerde cuán insignificante y débil es. Y si luchamos contra la plaga como una emergencia, con una nueva cantidad de máscaras, de ventiladores mecánicos, solo con  los médicos, entonces como Ereshkigal decimos que no estamos convencidos, que venceremos la plaga nosotros mismos, no cambiaremos nuestro estilo de vida, celebraremos y viviremos como antes – entonces volveremos a la economía capitalista, a nuestros valores seculares, a nuestros entretenimientos, a nuestro camino de la humanidad autónoma, a nuestra investigación en el campo de la IA, de la alta tecnología, continuaremos modernizando y digitalizando nuestra sociedad, también crearemos chips con nuestras manos debido a la epidemia y la cuarentena, y de esta manera venceremos la plaga nosotros mismos.

En consecuencia, simplemente haremos que nuestra condena sea inevitable. Esa es la cosa. Luchar, sí, superar la epidemia, sí, evitar que se propague, sí. Pero lo más importante, comprendamos el por qué la plaga, por qué el coronavirus. E incluso si logramos hacer frente sin un cambio interno en nuestra vida y sociedad, ¿no solo empeoraremos a nosotros mismos y a toda la humanidad?

Les deseo lo mejor, pensemos en este mensaje de los dioses de la plaga en la era de la cuarentena...

Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera