EL PATRIARCA FOCIO: EL TEÓLOGO DEL BIZANTINISMO
Focio es el principal ideólogo de la ortodoxia bizantina y quién puso sus últimos fundamentos metafísicos, además de predeterminar la identidad ortodoxo-bizantina en el sentido de una cosmovisión que podía abarcar tanto a los griegos (bizantinos) como a aquellos pueblos y culturas que luego resultarían ser los defensores de la ortodoxia. De hecho, fue Focio quien preparó el paradigma teológico y dogmático que llevó a los ortodoxos al Gran Cisma, insistiendo firmemente en que es la ortodoxia bizantina oriental la verdadera tradición cristiana que está unida por un hilo continuo que conecta el cristianismo del siglo IX con sus fuentes históricas y místicas, mientras que el Occidente católico es una “rama seca” que perteneció antes a la Tradición, pero que había perdido su vida y también sus conexiones con la verdad dogmática que fue plasmada en los 7 Concilios Ecuménicos. Fue el Concilio del 879-880 el que, gracias a las decisiones de Focio, reconoció al Segundo Concilio de Nicea como oficialmente el Séptimo Concilio Ecuménico, cerrando con ello la época de los Concilios Ecuménicos y fijando la estructura de los dogmas ortodoxos en un corpus doctrinal de textos teológico y reglamentos que jamás fueron sujetos a enmiendas o cambios. El cristianismo occidental, por el contrario, consideraba al Papa como un intérprete vivo de la Tradición y, por lo tanto, los dogmas de la Iglesia no podían ser fijados de una vez por todas. Es en este punto donde podemos ver que surge la diferencia más importante entre la ortodoxia y el catolicismo: el bizantinismo ortodoxo tiende hacia el conservadurismo dogmático como parte esencial de su realidad, en cambio el catolicismo siguió el camino de ir ajustando los dogmas que heredaba a los desafíos que enfrentaba durante cada época histórica, tratando de preservar de este modo, en la medida de lo posible, su lealtad al espíritu y la letra de la tradición de la Iglesia. Los ortodoxos han conservado de manera inflexible los dogmas en comparación con los católicos. Pero los mismos católicos, si los comparamos con los protestantes, que son incluso menos dogmáticos, pueden parecernos a su vez conservadores y tradicionalistas.