“Wozu Philosophen in dürftiger Zeit?”: Una aclaración filosófica con respecto a Alexander Dugin

El 19 de diciembre del 2020, el filósofo ruso Alexander Dugin llevó acabo la conferencia en línea “Wozu Philosophen in dürftiger Zeit?”, transmitida y grabada por Paideuma TV.

Parafraseando la pregunta fundamental de Martin Heidegger en su Introducción a la metafísica, “¿Por qué existe algo en lugar de nada?”, Dugin formuló como pregunta guía de la conferencia: “¿Por qué no existe la nada en lugar de algo?” En consecuencia, la conferencia se dedicó a discutir la crisis de la Filosofía y la crisis de la idea de lo “Humano” en el Occidente Posmoderno, particularmente siguiendo el ejemplo de la propuesta de Dugin del concepto de “Sujeto Radical” (que, de vez en cuando, el mismo Dugin sugiere traducirlo mejor como “Yo radical”) [1].

Precedida por la conferencia de Dugin “El sujeto radical y su doble”, el encuentro reunió aproximadamente a 40 participantes de más de 20 países y provenientes de entornos diversos, de los cuales 12 realizaron presentaciones en vivo y varios otros contribuyeron con conferencias pregrabadas. El video completo de la conferencia está disponible en Paideuma TV, al igual que sus presentaciones individuales.

A continuación, presento la transcripción de mi breve contribución, “Pensar junto con el tradicionalismo y Heidegger: hacia otro comienzo de la filosofía”:

Dos de las perspectivas filosóficas radicalmente más esclarecedoras, surgidas durante el siglo XX, resultan ser dos corrientes de pensamiento que pueden ser consideradas las que son más críticas con aquello que nosotros llamamos Filosofía. Una de ellas es la escuela de pensamiento tradicionalista, entre las que destacarían especialmente René Guénon, Julius Evola, Mircea Eliade y el mismo Alexander Dugin. La otra corriente es la ontología fundamental de Martin Heidegger.

A primera vista, puede parecer inadecuado o incluso imposible emparejar estas dos corrientes, aunque últimamente están surgiendo muchas pruebas históricas de la familiaridad que existía entre estos pensadores. De todos modos, sigue siendo un hecho que casi ningún partidario de una u otra corriente se atrevería a cruzar estos límites y mucho menos se atrevería a entender el lenguaje usado por el otro.

La gran excepción a esto es, por supuesto, Alexander Dugin, quien, aunque enfatiza la necesidad de estudiar cada una de las corrientes y dominarlas primero por separado antes de cualquier intento de aproximación cautelosa, también ha señalado la profunda resonancia de la re-conceptualización filosófica derivada de estas dos críticas de la experiencia histórico-filosófica de Occidente [2].

Las grandes diferencias terminológicas, conceptuales y aperceptivas que separan tanto a los tradicionalistas como a Heidegger pueden parecer insuperables. Una de las más obvias es, por ejemplo, que Heidegger denominó como “metafísica” a la totalidad del legado filosófico que va desde la antigua Grecia hasta ahora y que él consideraba como una equivocación fatal y el inicio del olvido del ser, mientras que para los tradicionalistas la “metafísica” se refiere precisamente al lenguaje supremo del Ser cuyo nacimiento en la Filosofía de la Hélade representó una especie de degradación. Para Guénon, la Filosofía Occidental carecía por completo de una verdadera y completa Metafísica y, por lo tanto, era nula. En segundo lugar, podríamos objetar también a Heidegger el sostener que únicamente Occidente, o solo Europa, habría desarrollado y fue responsable de la creación de una tradición conceptual tan consistente, mientras que los tradicionalistas aborrecieron por completo esta “pseudo-tradición” y en su lugar sostuvieron que el pensamiento verdadero y su sabiduría solamente podría ser buscado en contextos no occidentales o “pre-occidentales”.

Aquí, sin embargo, siguiendo el precedente de las obras del profesor Dugin, me gustaría llamar la atención sobre algunos de los principios clave que unen este camino común seguido por el desafío que plantean tanto el pensamiento tradicionalista como el heideggeriano. Dada la brevedad del tiempo, expondré concisamente este problema mediante las siguientes tres tesis:

I. En primer lugar, tanto la escuela tradicionalista como Martin Heidegger diagnosticaron la época histórica contemporánea como una época donde se llega al cenit de la decadencia.

Para la perspectiva tradicionalista, el paradigma de la Modernidad surge durante el período final del presente ciclo cósmico del espíritu y que es conocido en diferentes tradiciones como la Edad del Hierro, el Kali-Yuga, el Fin de los Tiempos. Estamos en la etapa final de la degradación, del olvido y de la pérdida de la Sagrada Tradición, incluso llegando al punto en que la conciencia de la idea misma de Tradición, de la cosmovisión de la Tradición y del mundo de la Tradición, se convierte en un esfuerzo de resistencia dirigido contra la abrumadora marea provocada por la Modernidad y la Post-Modernidad.

Igualmente, Heidegger considera que la Modernidad es la culminación del Untergang, el “descenso”, la “huida de los dioses” y el Seinsverlassenheit, es el abandono total del ser, que tanto Heidegger como los tradicionalistas pensaban que había surgido como fruto del pensamiento de la antigüedad griega.

Según esta visión que ambos movimientos comparten, la historia de la filosofía no es el resultado de un ascenso progresivo o una especie de mesa redonda donde se acumulan conocimientos, sino una secuencia cuyo único progreso ha sido malinterpretar, distorsionar, olvidar o intentar la recomposición de una idiosincrasia que se aleja de la realidad del Logos filosóficos original. No existe un progreso que va desde Heráclito y Platón hasta la ontología orientada a los objetos y el trans-humanismo, sucede todo lo contrario.

Es esta conciencia, este diagnóstico, este acercamiento al mundo contemporáneo, lo que revela el cuadro completo de todo este camino. Sólo una vez que nos hemos dado cuenta de esta situación, la “historia que se ha desarrolla siguiendo este camino” (como decía Heidegger) se vuelve clara, primero como una luz cegadora y luego como un tenue resplandor que parpadea y se encuentra distante en el corazón mismo de la oscuridad. Sólo cuando damos un paso atrás para contemplar toda la secuencia que se ha producido en el curso de la Filosofía, nos damos cuenta de que algo salió radicalmente mal y de que sólo un replanteamiento radical de nuestro paradigma mismo nos puede llevar a algún lado. Solo desde el punto de vista del tradicionalismo y de Heidegger no existe nada que podamos perder.

II. En segundo lugar, tanto los tradicionalistas como Heidegger insinuaron la necesidad y el significado de Otro comienzo, un nuevo comienzo, de un nuevo retorno al Ser auténtico a través de la crisis de la Modernidad occidental y el callejón sin salida de la Filosofía.

Para Heidegger, esto significa no sólo volver a plantear la cuestión del Ser, sino para volver a preguntarnos como el Ser se muestra incluso a sí mismo en lugar de la Nada, como podemos llegar al die Lichtung (“al claro”). Este nuevo comienzo es el punto central de la Seynsgeschichte en la que nos encontramos ahora.

Para Evola se trata, antes que nada, de recuperar el sentido mismo del “estar en medio de la trascendencia” que es la orientación hacia los arquetipos en el mundo de la Tradición. Para Eliade significa volver a descubrir el mundo del Homo religiosus, volver a descifrar la “Historia de lo Sagrado” y lo que significa esta “Historia”.

Guénon escribió que “el fin de un mundo nunca es y nunca puede ser otra cosa que el fin de una ilusión” [3]. El fin de una ilusión significa que uno ya no puede operar con los mismos criterios, sino que debe llegar rápidamente a la conciencia de la propia posición y el lugar donde uno se encuentra, al igual que descubrir que debemos hacer.

Este Nuevo Comienzo requiere una renovación completa de todas las estructuras y disciplinas del pensamiento que se han desarrollado desde el principio y que fue el objetivo perseguido por Heidegger: lo que significa Pensar.

III. Esto nos lleva a la tercera tesis: siguiendo tanto a Heidegger como a los tradicionalistas, el Nuevo Comienzo tiene mucho que aprender al volver a la fuente, volver al momento antes del Fin del Primer Comienzo donde la Filosofía empezó su camino.

En mi opinión, quizás la mayor pauta que nos da la escuela tradicionalista es su afirmación de que la Historia reivindicada por la Modernidad Occidental y las ideas seguidas por el pensamiento reivindicado por la Filosofía canónica son anómalas, inconmensurables y empobrecidas en comparación con los inmensos panoramas del pensamiento tradicional que han sido seguidos por el hombre, los cuales se remontan a una prehistoria que es insondable: ellos toman la forma de mitos, de misterios, de símbolos y de hierofanías.

Si la Filosofía comenzó con el Logos, o, mejor dicho, por una disposición particular hacia el Logos, entonces nos enfrentamos a una necesidad de redescubrir y de reintegrar el Mithos, así como los diferentes Logoi que seamos capaces de revelar. Además, la perspectiva Tradicionalista, así como cualquier otra lectura de Platón, nos recuerda que incluso la primera formulación del Logos no estaba libre del Mithos: el origen de la Filosofía tiene un contexto que está saturado de lo Sagrado.

Vale la pena que recordar lo dicho por Heidegger en una entrevista de 1969: “[Pensar] requiere alcanzar un nuevo cuidado del lenguaje, no una invención de nuevos términos como alguna vez llegue a pensar, sino llegar hasta el contenido primordial de nuestra propia comprensión del lenguaje, que muere continuamente” [4]. Podemos captar este intento en su relectura y re-traducción de Heráclito, uno de los muchos intentos que exigía este Nuevo Comienzo.

Muchas palabras y conceptos se han usado y malinterpretado a lo largo de la historia de la filosofía. Volver a las palabras antiguas cuya comprensión hemos perdido, y en las que el Ser habitó de forma incomparablemente mejor, durante mucho más tiempo y de una forma mucho más libre que en nuestro reciente experimento logológico, es un imperativo para este Nuevo Comienzo.

En conclusión, me gustaría enfatizar que pensar a través de la perspectiva de Heidegger y de los tradicionalistas no es simplemente poner dos filosofías muy distintas juntas, sino que se trata de un ejercicio de comparación o síntesis creativa. Es una invitación urgente y delicada a jugar un papel activo en la transfiguración escatológica de la Filosofía, a redescubrir lo que pudo haber sido la Filosofía y a diferenciar lo que finalmente debe estar dentro e ir más allá de nuestro actual Final.

Notas: 

[1] See: Aleksandr Dugin, Postfilosofiia: Tri paradigmy v istorii mysli [Postfilosofía: tres paradigmas en la historia del pensamiento] (Moscow: Eurasian Movement/Faculty of Sociology of Moscow State University, 2009); Radikal’nyi sub’ekt i ego dubl’ [The Radical Subject and its Double] (Moscow: Eurasian Movement, 2009). 

[2] See: Alexander Dugin, Martin Heidegger: The Philosophy of Another Beginning (Arlington: Radix/Washington Summit Publishers, 2014).

[3] René Guénon, The Reign of Quantity and the Signs of the Times (Hillsdale: Sophia Perennis, 2004), p. 279.

[4] “Heidegger on Being, Technology, & the Task of Thinking (1969)

Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera