EL FINAL ESTÁ MÁS CERCA QUE NUNCA

¿Quién odia el eurasianismo?

“Es categóricamente imposible aplicar los estándares del mundo occidental a Rusia, todas sus ideologías son totalitarias, crueles, materialistas e inmorales. Ninguno de ellas es buena para nosotros”, es lo que piensa el filósofo Alexander Dugin. Esta es una entrevista hecha por BUSINESS Online, donde Dugin analiza quiénes luchan en contra del eurasianismo, cuál es el misterio detrás del Putin “solar” y el Putin “lunar”, y también por qué el modelo chino resulta mucho mejor que el liberal o el soviético, pero tampoco es adecuado para Rusia.

– Alexander Guélievich, primero fundaste el Partido Nacional Bolchevique y luego el Movimiento Euroasiático, ¡incluso fuiste asesor de Vladislav Surkov! Se te ha escuchado, si se toma en cuenta algunas de las acciones que emprendió Vladimir Putin: la Unión Euroasiática es una realidad. Pero las cosas terminaron por estancarse. Ya no estás en el poder. ¿Ha empeorado la situación durante estos últimos 30 años o quizás ha pasado lo contrario? En este sentido, ¿Putin ha cumplido alguna clase de misión? ¿Rusia está preparada para ella?

– Por un lado, si nos comparamos con la década de 1990, las cosas han mejorado muchísimo con la llegada de Putin. Pero estoy de acuerdo en que no hemos avanzado lo suficiente, todo se ha detenido de cierta manera. Con Putin se produjeron algunos saltos muy bruscos, pero luego todo comenzó a estancarse nuevamente, se ha producido una especie de retroceso. No quiere decir con eso que no apoye a quienes están en el poder, más bien quienes están en el poder no me necesitan. Han notado, correctamente, que los principios que sostengo no han cambiado en los últimos 30 años, o incluso desde mucho antes. Siempre he sostenido que Rusia debe ser un sujeto de la historia mundial, nuestro país debe volver a sus tradiciones y cumplir la misión que nos fue legada por nuestros ancestros. Todos los ruso y partidarios del eurasianismo sienten lo mismo. No se trata únicamente de quienes son étnicamente rusos, sino pensar en un sentido amplio: tanto en los tártaros como en los caucásicos. A veces encuentro que mis ideas resuenan en un gran número personas, incluso de aquellas que están en el poder y que están de acuerdo conmigo. Pero también es cierto de que nosotros, los que somos patriotas y euroasiáticos, no hemos conseguido todavía alcanzar suficiente influencia sobre el gobierno, la sociedad y la política. Lo intentamos una y otra vez, pero en el poder siguen estando los mismos liberales, la “sexta columna”, las células “durmientes”, y, desgraciadamente, nos repelen exitosamente. Cuando capturamos una determinada posición, rápidamente somos expulsados de ella. Conseguimos, de nuevo, ocupar otra posición y también nos logran expulsar de ella. No importa que posición alcancemos: ya sea que se trate de un puesto en un partido político o en la educación, la cultura, los medios, la ciencia, etc. Es como si enfrentáramos una máquina bien aceitada que comprende perfectamente el verdadero significado de nuestras ideas, estrategias y principios euroasiáticos, pero es precisamente por ello que se resiste de una manera obstinada y constante en contra de esas ideas. El núcleo anti-euroasiático por excelencia, que está todo el tiempo oponiéndose a nosotros, y que esta personalmente en mí contra, no puede encontrarse realmente en Rusia, ya que tales ideas resultan ser muy beneficiosas para las autoridades, además de que nos ayudan a continuar hacia adelante y para las cuales se necesita poseer facultades intelectuales muy grandes para poder comprender su profundidad y efectividad. No existe semejante malicia ni inteligencia al interior del gobierno de Rusia. Por lo tanto, nos enfrentamos a una red de influencia extranjera. Es precisamente desde el exterior de donde vienen todas las estrategias para contrarrestar sistemáticamente el eurasianismo en Rusia y esto es camuflado como si fuera el curso natural de las cosas. Pero en su interior claramente se encuentra una red de influencia que ha sido construida desde afuera y que incluye de forma orgánica tanto a los liberales como a sus agentes directos, que no se encuentran motivados por principios ideológicos, sino por algo totalmente diferente. Esta red se encuentra en todas partes al interior de nuestra sociedad.

Se trata de una guerra que no ha concluido. Mi guerra todavía no ha acabado. Está aconteciendo en Rusia, en el Cáucaso, en el espacio postsoviético, en el Medio Oriente y, de modo general, en todo el mundo. También está sucediendo en Ucrania.

Durante los dramáticos acontecimientos de la primavera rusa, publiqué mi libro: Ucrania. Mi guerra. Estoy librando muchas guerras, pero esta me afectó de modo particular, me conmovió de una forma profunda y dolorosa…

Luego, están los atlantistas, los rusófobos, que son los oponentes ideológicos directos del eurasianismo, los cuales son una mezcla de liberales y nazis que llegaron al poder en Kiev. Y es la peor catástrofe que nos podamos imaginar. Derrocaron a Viktor Yanukovych, usurparon el poder, pusieron en marcha una campaña de represión con un fuerte carácter rusófobo y estaban preparados para entregar la misma Ucrania, incluida, por supuesto, Crimea, a nuestros enemigos de la OTAN.

Eso nos despertó. Comenzó la primavera rusa. Pero desde una perspectiva geopolítica, política y espiritual no logramos sino cumplir la mitad de nuestros objetivos. Solo recuperamos Crimea…

– Perdimos Nueva Rusia.

– Sí, así es… perdimos en Novorossiya. Es una guerra difícil que aún no ha concluido. Hemos sufrido pérdidas muy graves. Dimos unos cuantos pasos hacia adelante y retrocedimos de nuevo.

De cierto modo, los euroasiáticos estábamos en una mejor posición hace 15 años comparando nuestra situación con la de ahora. Recibíamos más atención y teníamos mayor influencia sobre el poder. Nuestra primera marginación comenzó con el gobierno de Dmitry Medvedev, un momento en que nuestro país casi regreso a los noventa. Pero nada cambio con el regreso de Putin. Participé en un mitin en Poklonnaya Gora (1) y esperaba que, con el retorno de Putin, finalmente él habría de terminar lo que había comenzado y nos llevaría al fin a un punto de no retorno… Pero no fue así. Todas las cosas volvieron a estancarse. Miremos nada más lo que sucedió con la primavera rusa y Crimea: parecía ser una victoria puramente euroasiática. ¡Parecería que por fin renacía el imperio! Había llegado por fin la hora del eurasianismo… Sin embargo, de nuevo, algo lo impidió… de la peor manera posible, comparado con todo lo que había sucedido hasta ahora…

Después del 2014, perdí casi por completo cualquier contacto con el Kremlin. Pero entonces estalló la guerra y me estaba preparando para lo que sea. Era un imperativo que apoyáramos la Primavera Rusa. Y la apoyamos usando todos los medios y fuerzas que teníamos. Es por eso que yo, junto con mis amigos y las personas que compartíamos las ideas del Movimiento Euroasiático y la Unión Juvenil Euroasiática terminamos recibiendo gran cantidad de sanciones por parte de Estados Unidos. Primero, debido a mis ideas, posiciones, discursos y textos. Sin embargo, cuando las autoridades por fin estaban dando un paso hacia delante de nuevo, entonces pisaron bruscamente los frenos…

No se puede decir que al final nos derrotaron. ¡Eso no ocurrió! Se trata de algo diferente a los vaivenes producidos por la guerra. Una guerra no termina hasta que uno de los dos bandos admita la derrota, de lo contrario, la lucha continua y cualquier imprevisto puede acontecer. Las fuerzas atlantistas al interior de nuestro gobierno fueron incapaces de evitar lo que paso con Crimea y el Donbass, pero consiguieron alejar a Putin de cualquier pretensión de una política euroasiática con respecto a Ucrania, consiguieron frustrar la primavera rusa y convirtieron esta confrontación en los interminables y humillantes diálogos bajo el formato de Minsk. Es algo especialmente duro para nosotros. Y dado que nosotros luchamos únicamente por las ideas, significó que, en el momento en que nuestros objetivos difirieron con respecto a Novorossiya, las relaciones entre los euroasiáticos y las autoridades acabaron por enfriarse e incluso llegaron a producirse desgracias…

Sin embargo, si lo vemos objetivamente y tomamos distancia con respecto a la situación actual de Rusia, notamos que de alguna manera se ha fortalecido nuestra soberanía y no hemos cedido nuestras posiciones ante la presión que ejerce Occidente. Quiere decir que estamos aguantando y esto, para nosotros, los euroasiáticos, significa que no todo está mal. Debemos medir nuestro éxito bajo estos parámetros: para promover el renacimiento de Rusia necesitamos aumentar su influencia, al igual que su fuerza y ​​su poder.

De todos modos, debo admitir que estoy muy decepcionado con respecto a Putin, al menos si lo miramos desde nuestro ángulo, y de las posiciones que tomó frente a la primavera rusa, de la manera en que ha obstaculizado la creación de una élite efectiva, de la forma en que nuestro país y el gobierno están siendo ahogados por la corrupción… Pero, por otro lado, no todo va mal. Si lo comparamos con todo lo que pasaba durante los 90, entonces no todo anda tan mal…

– Debemos admitir que al menos no ha entregado nuestro país.

– Exactamente. No nos ha llevado a alcanzar nuestra verdadera misión, pero tampoco nos ha vendido. Estamos en una guerra de posiciones que es muy compleja y que se prolonga bastante: no estamos aquí o allá. La línea del frente está cambiando de forma táctica, pero no se ha transformado fundamentalmente. Nosotros, la Orden Euroasiática, los partidarios de Rusia, los partidarios del gran renacimiento, los guardianes del katechon, somos incapaces de conseguir una victoria real e irreversible. Pero, al mismo tiempo, las autoridades como un todo tampoco retroceden más allá de ciertas líneas críticas, esto, en primer lugar, se aplica a Putin y a los militares, y también a los encargados de la seguridad. Por lo tanto, todos nos vemos obligados a buscar el modo de mantener las posiciones que ya hemos ganado. Aunque de vez en cuando también emprendemos contraataques y, generalmente, nadie renuncia a las posiciones que ha conseguido. Mientras Putin siga ahí, el statu quo está garantizado.

Mientras Putin siga allí, seguiremos aguantando de alguna manera. Pero tarde o temprano este presente que parece eterno se acabará. Y entonces el futuro girará su verdadero rostro hacia nosotros. Y aquí la Idea se hará importante para nosotros: la Idea rusa o la ausencia de la misma.

– También es importante notar que la situación ha empeorado en Occidente. Han perdido su superioridad y enfrentan una crisis.

–  En Estados Unidos se está librando una guerra civil que ha dividido a la sociedad entre los bolcheviques liberales que siguen a Biden y los conservadores liberales que apoyan a Trump. Nosotros no enfrentamos tal división, porque simplemente las élites globalistas de nuestro país son una minoría y no pueden reclamar el poseer, como sucede en los Estados Unidos, la mitad de toda la influencia. Su número es muy pequeño, de alrededor del 10 al 15 por ciento de la población, que es el mismo que tenían durante la década de 1990. Pero en ese entonces existía un cierto entusiasmo por el liberalismo pro-occidental y ahora ya no. No obstante, los liberales siguen teniendo bajo su control muchas áreas, pero se aferran a ellas desesperadamente, en especial ahora que existe una importante división en Occidente, lo que hace posible que en cualquier momento terminen por resbalar. No hemos llegado hasta ahora a ese punto.

Pero la posición de los globalistas está tambaleándose y haciéndose cada vez más frágil. Ellos continúan defendiéndose, consiguen contenernos y bloquean nuestras oportunidades para ascender. Los liberales son excelentes luchadores, pero nosotros no hemos desaparecido. Por lo tanto, es verdad lo que usted dice, ellos tampoco pueden presumir el hecho de haber conseguido grandes éxitos y, por el contrario, los euroasiáticos hemos perdido ciertas de nuestras posiciones, pero no lo hemos perdido todo. Diría más bien que la batalla se ha estancado. Y, al mismo tiempo, los mismos liberales creen que nosotros, no obstante, somos quienes están ganando. Creemos precisamente que los liberales siguen controlando los puestos claves del poder y sentimos que nuestras posiciones en la línea de combate no han cambiado nada durante mucho tiempo, pero seguimos librando la guerra y ella durará hasta nuestro último aliento.

Fui amigo, durante los últimos años de su vida, del artista Ilya Glazunov (2). Me asombraba su alegría. Incluso al borde de la muerte, permanecía despierto. Sí, al final lo aislaron, pero, a pesar de todo, Putin iba regularmente a su estudio y hablaban sobre el pueblo ruso y su destino.

– Es decir, ¿qué siguió siendo hasta el final un líder del partido ruso?

– En cierto sentido lo fue o al menos así él lo percibía. Y, a pesar de haber sido marginado, nunca perdió su espíritu de lucha y se consideraba a sí mismo un “kshatriya”, parte de la casta de los guerreros… Por cierto, yo me consideró un “brahmana”, un representante de la casta de los sacerdotes, de la casta de los filósofos.

Glazunov siempre nos decía que mientras pasaba el tiempo todo se tornaba cada vez más y más difícil. Y eso lo inspiraba a luchar aún más por la causa de Rusia.

Me gusta mucho su ejemplo: hasta su último suspiro participo en la batalla, luchó hasta el último momento, nunca perdió la fe y se dio cuenta de que en algún momento nos habíamos alejado de nuestro camino, nos habíamos perdido y por eso nuestros enemigos habían conseguido vencernos. El entendía estas cosas, pero jamás se dio por vencido.

Si Glazunov era un conservador, entonces otro amigo mío, Alexander Prokhanov (3), es más bien un patriota de izquierda. Su vida ha sido más o menos parecida. Él tiene una edad avanzada, ha experimentado, en el trascurso su vida, una gran fatiga y muchas derrotas, pero se mantiene vigoroso, es fuerte y apasionado. Glazunov y Prokhanov son buenos ejemplos de gente que es fuerte y muy brillante, líderes del partido ruso, de nuestro mesianismo ruso y euroasiático, que están abiertos a todos los pueblos que habitan Rusia. Nos hacen darnos cuenta de que incluso la edad no es un obstáculo y que siempre podemos cambiar algo. Si no hemos abandonado nuestras trincheras, las líneas del frente, y seguimos en el combate, seguimos luchando, entonces eso quiere decir que nuestra batalla continúa. Nadie nos puede decir que hemos sido derrotados.

– ¿Piensas que Putin ya ha decidido de qué lado quiere estar?

– No, pienso que no se va a ponerse por completo del lado ni de nosotros ni del de ellos. Nosotros exigimos la cabeza de los liberales y ellos exigen la nuestra, pero todos nosotros seguimos con la cabeza pegada a nuestros cuerpos. Esa es la estrategia de Putin, ese es su plan, por así decirlo, mantener a nuestro país en un estado de congelamiento, sin dar un paso ni hacia la derecha o hacia la izquierda.

– Es muy probable que exista alguna especie de pacto oculto que no conocemos. Como un político diestro, Putin debe tener cuenta esta clase de cosas. Sin embargo, internamente, ¿de qué lado crees que se encuentre?

– Es un misterio. Escribí el libro titulado “Putin vs. Putin”, que ha sido traducido a muchos idiomas: español, alemán, inglés, italiano y muchos más. En ese libro sostengo que Putin es un rompecabezas. De nuestro lado se encuentra el Putin “solar”, euroasiático, y del lado de los liberales esta el Putin “lunar”. Se trata de la misma persona y él no se inclina ni de nuestro lado ni del de ellos. En última instancia, todos nosotros, los liberales y los eurasiáticos, estamos esperando a que la “acción de oro” (4) que se encuentra en la balanza personal de Putin se incline del lado verdadero y que oscile en la dirección que le estamos señalando. Sin embargo, nosotros lo hacemos desde el lado del eurasianismo, mientras que los liberales hacen lo mismo desde su lado. A su modo, los liberales sueñan con que Putin nombrará como su sucesor a uno de los suyos. Tal intento tuvo lugar con Medvedev. Y el mismo Putin llegó al poder gracias al medio loco de Yeltsin, que era una marioneta de Occidente y que tanto ayudó a la desintegración de la URSS. ¿Por qué la historia no debería girar bruscamente de nuevo, solo que esta vez lo haría en la dirección opuesta y esta vez que regresemos a la década de 1990? Los rusos se sienten horrorizados ante semejante posibilidad y lo único que pueden hacer es ahuyentar de su cabeza esa idea. Los liberales, por el contrario, lo desean fervientemente…

Durante los últimos veinte años todos hemos estado a la expectativa ante esa misteriosa dualidad.

Desde el punto de vista del eurasianismo, es imposible comprender que le impide al Putin “solar” acabar con los liberales, con los oligarcas, con los funcionarios corruptos y preparar a una verdadera élite euroasiática para ocupar su puesto. ¿Por qué no promover los proyectos que llevarían a un fortalecimiento efectivo de la Unión Euroasiática y desarrollar una ideología alternativa fuerte y coherente? ¿Por qué no pasar a la historia como un líder “solar”, como el creador del renacimiento imperial ruso? ¿Por qué no convertirse en el verdadero “katechon”?

Además, la situación en que nos encontramos favorece esto y la ideología liberal ha entrado incontrovertiblemente en un período de crisis que no hace sino agravarse. ¿Por qué no actuar de forma audaz, abierta, con pericia y sin miedo, como lo hacen también los globalistas, pero siguiendo un camino opuesto? ¿Por qué no convertir la misión que tiene nuestro país como katechon en una estrategia central, coherente y significativa que haga que todos los agentes de influencia extranjeros se vuelvan locos?

Putin, que es el jefe de Rusia y es el exjefe del FSB, seguramente sabe que se encuentra en este momento rodeado literalmente por espías estadounidenses, por agentes de influencia no convencionales, que no solo son partidarios del liberalismo, sino que también se trata de personas que trabajan para un núcleo externo y que transmiten está información al exterior. Al día de hoy, se está produciendo una cacería de espías, pero lo único que capturan es a unos cuantos chivos expiatorios, mientras tanto, las figuras importantes, que se encuentran en posiciones estratégicas, son dejadas de lado y permanecen tranquilas y a salvo. Por supuesto, Putin lo sabe muy bien, pero por alguna razón deja que las cosas continúen así, deja que sigan operando e incluso fomenta su influencia. Me parece que ha llegado el momento de cambiar semejante estado de cosas, pero nuestro presidente se aferra obstinadamente a este estado de cosas. Quizás cree que, al enviar a algunos de ellos a la cárcel, podrá enviar a los demás. No obstante, la masa crítica que compone la “sexta columna” no está disminuyendo de forma significativa. No somos capaces de comprender el por qué el Putin “solar” no quiere desplegar al cien por ciento su naturaleza, sino únicamente la mitad.

Por su parte, los liberales dicen: “Llego la hora de acabar con los patriotas rusos. ¿Por qué se les permite operar? ¿Qué creen que están diciendo? Intentan desacreditar cualquier de nuestras acciones y, por el contrario, aplauden cualquier error de cálculo que cometemos desde nuestro punto de vista liberal -atlantista- (como la intervención en Siria o nuestra reunificación con Crimea), lo cual crea nuevos problemas para la economía de Rusia y empeora nuestra situación. De hecho, los patriotas hacen añicos todas las cosas al empujar al propio Putin a que tome medidas que debilitan la economía rusa y las posiciones que han ganado las élites liberales (“progresistas”) occidentalizadoras”.

Eso es lo que piensan los liberales y así le explican la situación al presidente, exigiendo que se ponga fin a los euroasiáticos, el partido de Rusia. Pero Putin no favorece ni a los unos o a los otros; de vez en cuando nos empuja a un lado y luego hace lo mismo con ellos. Como resultado, Putin finalmente se ha rodeado, de forma gradual, de personas que no tienen ningún punto de vista, que no son ni patriotas ni liberales.

– Los que le escuchan tampoco son tan malos. Siguen todavía cumpliendo su voluntad.

– Sí, tienes razón: escuchan su voluntad, la cumplen. Pero no tienen una voluntad libre, se les da órdenes como dame eso o tráeme eso. Son subjetividades fáciles de administrar, pero no se pueden revivir nada con ellos. Se trata de retardar la descomposición.

– Al menos no lo han derribado de un solo golpe.

– Es verdad.

– Solo hay que ver como demolieron Ucrania al expulsar a Yanukovich y nos pudieron haber hecho lo mismo.

– Estoy de acuerdo. Existe una especie de algoritmo pragmático, algún tipo de racionalidad política en Putin. De hecho, con semejantes ceros a la izquierda, corruptos y obedientes, es muy cómodo gobernar. No debes discutir con ellos y tampoco necesitas convencerlos. Seguirán con la misma docilidad las decisiones correctas o las incorrectas, aplaudiendo tanto las frases inteligentes como los dichos vulgares que se le escapen accidentalmente al jefe…

A Putin le hace falta por completo el espíritu. Y a quien le falta algo semejante se encuentra profundamente equivocado, lo cual resulta fatal si lo observamos desde una perspectiva histórica.

Putin considera que cosas como el espíritu, la filosofía, la teología, la escatología y la ideología son temas muy lejanos. Piensa que mientras sea capaz de asegurar su poder y mantenerlo, al mismo tiempo que consigue que el país siga siendo soberano e independiente, entonces todo lo demás no importante o no tiene importancia. Esto le ha dado a Putin su poder y su legitimidad hasta ahora. Pero no se lo dará en el futuro. El futuro no se lo puede encajar por completo al interior de un modelo puramente maquiavélico de corte realista. El futuro no se puede reducir a la tecnología, sino que es una misión y tiene un significado. Putin ha abandonado el futuro con tal de mantener el presente.

Pero esto no es completamente negativo. Mientras Putin se mantenga en su puesto, todo estará bien y seguiremos aguantando por ahora. Pero tarde o temprano este presente que se ha congelado conocerá su final, ya sea de una manera o de otra. Y entonces el futuro volverá su verdadero rostro hacia nosotros y en ese momento la Idea será lo más importante. La Idea de Rusia o la falta de la misma.

– Es muy probable que no exista un “después”. El destino de Rusia y del mundo quizás será determinado dentro de poco. ¿Qué piensas al respecto?

– Es muy posible

– ¿Crees que el COVID-19 sea un signo del final?

– Sí, creo que lo es. Estoy de acuerdo. De hecho, el destino del mundo será determinado dentro de poco. En cualquier caso, el futuro no es solo algo material. Para el cristianismo, el tiempo futuro es asumido como un mundo más perfecto, un mundo donde acontece la la resurrección de los muertos, un mundo lleno de significado, que se abrirá paso a través de este caparazón corporal y se levantará sobre él… Es el mundo de las ideas, como lo es la Jerusalén celestial, que un día descenderá sobre la Tierra. Es necesario que nos prepararemos para ese momento de la historia, para poder permitir ese descenso de la Jerusalén celestial, aunque no sabemos con claridad cuando sucederá. Así que es mejor comenzar a prepararse antes de que sea demasiado tarde.

Por lo tanto, las autoridades actuales, las que existen hoy en nuestro presente en un sentido histórico, deben buscar el preparar esta dimensión espiritual del futuro. Después de todo, le ha sido confiada a Rusia la misión de ser el katechon, el que retiene. Y Para cumplir esa misión, necesitamos colocar al espíritu en el centro de nuestra reflexión, pero Putin ignora el espíritu.

Quizás esto se debe a alguna clase de obediencia y de forma secreta realiza ciertas acciones en esa dirección. Pero si no es eso lo que está haciendo, significa que está cavando un agujero para el futuro de Rusia. Entonces, todas sus acciones patrióticas no son más que un maquillaje falso que simplemente retrasan el inevitable colapso de Rusia.

Tal como van las cosas, sabremos dentro de poco el momento en que se acabará el régimen de Putin. Entonces podremos decir con certeza en qué lado de la balanza se sitúa la “acción de oro” de Putin: si del lado de los liberales-atlantistas o de los patriotas rusos euroasiáticos. Hasta ahora, Putin nos ha confundido a todos y este embrollo solo podremos desenredarlo una vez que su reinado llegue a su fin. Mientras tanto, para bien o para mal, la transición ya ha comenzado, aunque no sabemos cuándo terminará. Nos encontramos en una transición. Pero, ¿hacia dónde?

– Para que se produzca esa transición, es necesario que aparezca una determinada idea, una ideología, que sea aceptada por la mayoría de las personas, como sucedió con la idea del bolchevismo durante 1917 o la idea del liberalismo en 1991. Teniendo en cuenta lo anterior, en la Rusia de hoy no existe una idea semejante que sea tan atractiva o que sea apoyada por todo el pueblo. No importa cuánto critiquemos a Occidente, no podemos negar el hecho de que sabe cómo crear imágenes que resultan atractivas para todo el mundo, que nos muestra un futuro que va desde el iPhone hasta la libertad. Por ejemplo, ¿por qué perderá finalmente Alexander Lukashenko? Porque al final no tiene una imagen que ofrecernos del futuro. Lo mismo ocurre con Rusia. ¿O es que acaso existe esa idea? ¿O es que Putin esta esperando que ella baje del cielo? ¿Quién va a ser el partero de esa idea o quién la hará descender desde lo alto?

– Se trata de un problema fundamental. Semejante idea existe en alguna parte. Ella se deduce lógicamente de la historia rusa, siempre y cuando llegamos a comprenderla en sus diversas etapas, pero esta idea no ha sido formulada hasta hoy.

– Esa idea no tiene ningún libro o manifiesto.

– No, eso no es cierto. Existen libros, pero Putin no los ha leído, aunque debería haberlos leído. O los lee, pero no los entiende o solo los mira, es decir, los ojea. Como sea, la realidad es que él no está preparando el entorno según esa Idea. El mismo Putin no se encuentra preparado para leer ese libro de la historia de Rusia y del destino de Rusia. Todas las cosas están conectadas al poder. Por lo tanto, pueden existir los libros, pero las ideas que portan esos libros nunca llegaran a ningún lado en nuestra sociedad si primero no son adoptadas por el poder ruso.

– Los bolcheviques, Lenin y Stalin no estaban en el poder en el momento en que aparecieron sus ideas.

– Sí, resultó que eran un grupo de fanáticos que, por cierto, terminaron por convertirse en parte de la red ideológica occidental. No fueron los creadores de su propia cosmovisión, sino que la tomaron prestada de otra parte. Los liberales son iguales a los bolcheviques, ellos también tomaron prestada una ideología que provenía de otro lugar y usaron del mismo modo la violencia. Los liberales consiguieron el poder gracias al apoyo que recibían de redes externas (solo que estas redes son mucho más poderosas que las que existían antes) y por medio de ellas se impusieron, por lo que lograron tomar el poder durante la década de 1990. Y siguen aferrados al poder hasta ahora.

Por el contrario, los patriotas son los que vivimos aquí, los que conocemos los problemas del pueblo y el estado del mismo. No estamos controlados desde un núcleo exterior. No recibimos nada prefabricado. Para las patriotas todo resulta más difícil, porque nosotros mismos constituimos Rusia y nos parece que todos sus significados, sus metas y sus horizontes son obvios e intuitivos. Para nosotros es muy difícil darle una forma, explicarla, estamos trabajando muy duro para llegar a construir semejante imagen del futuro, porque para ello es necesario distanciarnos de nosotros mismos, vernos desde afuera y conseguir alcanzar nuestra autoconciencia. Pero sí existe nuestra Idea. Esta idea existe y esta fusionada con el pueblo y el Estado.

Estoy de acuerdo con que esa Idea debe ser explicitada. Pero no únicamente debemos encontrar personas que hagan tal cosa. Es necesario primero conseguir un cambio al interior del poder. Nuestro centro de poder se encuentra en Rusia. Somos portadores de un sistema monárquico que se materializa de forma espontánea y orgánica. Y el poder recae sobre una sola persona. O si no recae sobre una sola persona, entonces simplemente no existe y ese lugar permanece vacío. Generalmente, nunca se mantiene vacío por mucho tiempo.

Los círculos liberales que nos gobiernan al día de hoy trabajan para el extranjero y no para nosotros. Pero son portadores de una ideología. Los globalistas poseen un proyecto para el futuro, aunque este proyecto sea aterrador (el posthumanismo, el sustituir a las personas por las máquinas, etc.). Y se mantienen fuertes precisamente porque son una red transnacional y representen un fenómeno globalizado.

Para defendernos de ellos, necesitamos ser los portadores de nuestro propio poder ruso. Y el más alto grado del mismo se encuentra en la monarquía.

Si el gobierno llegará a fusionarse con la Idea de Rusia, el libro o el manifiesto, del que hemos estado hablando anteriormente, aparecerá casi al instante. Este libro sería una compilación que haríamos con mucha facilidad tomando en cuenta las obras y los mandatos que nos dejaron nuestros Santos Padres, los eslavófilos, los sofiólogos, los euroasiáticos, los monárquicos, algunos de nuestros socialistas y social-revolucionarios (5). Desde una perspectiva técnica, algo semejante no es muy difícil de hacer. Las autoridades deben solicitarlo primero.

Hubo un par de veces que me lo solicitaron. La primera vez fue a principios de la década del 2000, cuando el Kremlin me pidió que escribiera un libro de texto sobre estudios sociales. Hice lo que me pidieron y les entregué todo lo que necesitaban. Luego lo publicaron. Lamentablemente nunca lo leyeron. Se le asignó a muchos otros la misma tarea, pero los demás no lo hicieron. Por lo tanto, solo recibieron mi libro de texto: Estudios sociales para los ciudadanos de una Nueva Rusia. Y al principio estaban de acuerdo con todo lo que decía: el pueblo, como sujeto de la historia, existe al mismo tiempo como un “pueblo profundo”, por lo tanto, la soberanía es su principio más alto, junto con la continuidad de nuestra subjetividad histórica a lo largo de todas las etapas cronológicas, y todo esto termina sumándose al papel central que ha jugado la ortodoxia y otras confesiones de corte tradicional en la formación de nuestra identidad sagrada, además de la necesidad de una modernización basada en los principios de nuestra identidad rusa y de nuestros valores tradicionales, etc…

Sin embargo, llegó alguien y comenzó a hacer unos cuantos comentarios, dudaba de la veracidad de ciertas cosas y criticaba otras. Y como no existía ninguna posición clara e independiente, está iniciativa fue frustrada por completo, de manera paulatina, por los principios operativos aplicados por la guerra en red de la “sexta columna”. Pero algo como eso sólo es posible debido a que las autoridades no saben leer o porque no comprenden la esencia de la Idea. Mientras este sea el problema, no importa que texto se escriba, finalmente todo será fútil, quiero decir con ello que, aunque el texto sea fundamental, simplemente no llegará a ser importante. Después de todo, una Idea presupone que la mente sea capaz de portarla y se convierta en el foco desde el cual estos rayos vayan en todas direcciones.

Volviendo al problema de las masas, diría que se encuentran en un estado deplorable: se les ha enseñado una doctrina materialista intransigente durante los últimos 70 años. Es probable que hayan sido incapaces de entender la esencia de la doctrina marxista, pero es un hecho que el pueblo soviético aprendió muy bien que no existe Dios, no existe el alma y ​​que el ser mismo es una realidad que tiene un carácter exclusivamente material. La educación, el cine y la cultura de la época soviética calcinaron nuestro espíritu y dijeron que la Idea era una quimera de la burguesía. El materialismo no se convirtió en nuestra cosmovisión, sino que más bien es ahora nuestro modo de percibir naturalmente las cosas, es un sentimiento y una actitud inconsciente hacia todo.

Y esa actitud se ha prolongado alrededor de 70 años. Luego, los liberales hicieron lo mismo: han sostenido la misma clase de materialismo, pero desde otra perspectiva, durante los últimos 30 años.

– En estos momentos eso se ha convertido en el “becerro de oro” …

– Sí, ahora se ha encarnado en el dinero, en la carrera, en la tecnología y el hedonismo. En lugar de sostener la igualdad completa, ahora hablan de la igualdad de oportunidades, es decir, de la desigualdad económica. Pero todo esto solo ha fortalecido al mismo materialismo. Las masas se han vuelto materialistas, pero no en el sentido dogmático, sino en un sentido práctico.

Por lo que hoy resulta muy difícil hablar con la gente. La mitad de ellos tiene prejuicios comunistas y no se dan cuenta. Ya nadie lee ni a Marx ni a Lenin o a Stalin, pero todavía se apela a los restos que quedaron de la ciencia materialista soviética y se piensan en los clichés de la misma, que hoy ya no se corresponden con nada, sin embargo, estos restos siguen encontrándose en el centro del alma y la conciencia del pueblo.

La otra parte de la sociedad se encuentra saturada con los mitos del capitalismo liberal. Tampoco han leído a Adam Smith, a John S. Mill, a Friedrich von Hayek o Karl Popper, no obstante, el materialismo liberal ha arraigado con rapidez en nuestra sociedad y este ha terminado por solaparse con los fragmentos de la cultura rusa y postsoviética.

Teniendo todo esto en cuenta, resulta que la conciencia del ruso de hoy se encuentra formateada por el materialismo comunista y el liberal, que es el común denominador de los dos. Por lo que es muy difícil alcanzar puntos de vista ideológicos y filosóficos más sofisticados y sutiles. Unos gritan: “¡Stalin!”. Los otros dicen: “¡Libertad!” Un tercero afirma “allí vienen los extranjeros”, que no es otra cosa sino un materialismo vulgar, repulsivo y chovinista.

Así que lo que me propongo hacer es empujar tanto a los unos como a los otros aun lado, y pedirle al tercero que guarde silencio. Si creen saber todo ya, significa que en realidad ni si quiera han comenzado a pensar por si mismos. Pero si eres capaz de dejar a un lado esa mediocridad que se ufana por completo de su saber y le pides que desaparezca, entonces estarás preparado para llenar ese espacio con otra cosa. No existen muchas personas que quieren asistir a una conferencia sobre Schelling. Y lo que necesitamos es precisamente esa clase de conferencias, porque Schelling y sus ideas se encuentran en el interior de nuestra filosofía, son el fundamento de los eslavófilos, de los sofiólogos y de la Edad de Plata. Sin Schelling, seremos incapaces de entender al alma rusa y al espíritu ruso que intentó eclosionar en ese momento histórica tan cercana a nosotros mismos, cuando los rusos eran todavía capaces de pensar. Y resulta que el mismo Schelling se encuentra muy cerca también en muchas cosas a las profundidades de la tradición bizantina ortodoxa, a nuestra teología mística y a la tradición de los viejos hesicastas. Eso es lo que necesita Rusia, necesita de ese Logos, pero cuando afirmamos algo semejante, toda la plaza queda por completo vacía…

Ya no quedan en Rusia masas que puedan ser poseídas por una Idea buena, por una Idea en todo el sentido de la palabra. Las masas rusas solo se sienten atraídas por las malas ideas, o, lo que es más probable, por ninguna idea.

Las masas son las masas. Para alcanzar al pueblo que se encuentra atrapado al interior de las masas, para hacer salir a ese pueblo fuera de la masa, y que pueda dejar atrás ese caparazón, es decir, que podamos purificar el oro, necesitamos primero llevar a cabo un enorme esfuerzo que consiste en educar por todos los medios disponibles a las verdaderas élites espirituales. Seria algo parecido a una fábrica que extrae y purifica el oro.

Por el contrario, lo que hacemos en nuestro país es seleccionar al azar a la basura para transformarla en parte de la élite. Todos los que son selecciones, lo son porque, de forma deliberada, llevan en su espalda un montón de crímenes comprometedores, que son usados como un expediente criminal que surgirá en el momento en que se produzca una “necesidad política”. En lugar de extraer oro, es decir, en lugar de educar al pueblo para que salga del interior de las masas y que ese pueblo sea cultivado paulatinamente con tal de conseguir algo mucho más valioso, nosotros, por el contrario, hacemos de la escoria nuestra élite, que es de antemano una basura absoluta, obediente, sumisa, comprometida y que esta corrompida. Cada uno de los nuevos gobernadores o diputados que alcanza el poder lleva consigo una maleta llena de evidencias que prueban sus delitos y sin las cuales le sería imposible ascender. Consecuencia, los que llega al poder son unos malcriados, estúpidos y subhumanos. Claro, es muy fácil lidiar con gente así, porque resultan muy volubles, parecidos a unos clavos que están podridos y los cuales podemos doblar en cualquier dirección.

Y estamos hablando de las masas, de la gente que se convertirá en el futuro oro. Ante eso, es necesario plantearnos la necesidad de una estratégica que dará nacimiento al pueblo a partir de las masas. Entonces, la Idea de Rusia, que es buena y grande, que es el espíritu de Rusia y que porta las energías de nuestro renacimiento espiritual, serán asumidas por este pueblo compuesto de oro, que será elevado y transformado. Las masas que hoy existen son inadecuadas para esta tarea, excepto si se les ofrece alguna vulgaridad como un nuevo iPhone, la inteligencia artificial o un nuevo servicio proveído por el Sberbank (6). Esa es la clase de masas que existen para que esas ideas se apoderen de ellas.

De nuevo llegamos al punto donde, sin un Estado, sin un Gobernante, no hay nada que podamos hacer. Y ellos nunca harán nada.

Los bolcheviques, que depositaron su fe en una ideología, que era fatalista y mecánica, no les importaban para nada las masas de Rusia. Tenían 100 veces menos apoyo que los “social-revolucionarios”, pero llegaron con ametralladoras, le dispararon a todo el mundo e impusieron su cosmovisión al pueblo. Los liberales siguieron sus pasos al tomar el poder en la Rusia de 1991 y de nuevo fueron apoyados por una red internacional.

– Pero como no se puede gobernar únicamente usando bayonetas, necesitaron utilizar ideas que acabaron siendo asimiladas por las masas.

– Primero se dedicaron a convertir a las masas en cerdos y estas oscuras ideas terminaron por apoderarse del pueblo que se encontraba en un estado de total desconcierto, lo destrozaron y finalmente lo esclavizaron. Los bolcheviques destruyeron nuestra élite y arruinaron por completo a los estamentos tradicionales de Rusia: el sacerdocio, la aristocracia y el campesinado. Y sobre los restos de las aldeas que fueron destruidas, los templos que fueron dinamitados y la élite de nobles que purgaron, decidieron crear a sus “cyborgs”.

– Pero, por otro lado, fundaron una civilización que resistió un enfrentamiento con toda Europa, frente a la peste parda y que ganó gracias a su espíritu. Si se tratara simplemente de bandidos o de alguna clase de entidades perversas, hubieran sido incapaces de prevalecer ante semejante desafío.

– Eso es verdad. Pero eso fue un logro del pueblo ruso, que incluso consiguió romper con los experimentos del proletariado. Soy un partidario de la interpretación nacionalista del período soviético, pero los mismos bolcheviques se habían propuesto metas completamente distintas y extremadamente crueles. Estuvieron obligados a transigir con los principios rusos y con el espíritu del pueblo para poder cimentar su poder. Y el Estado proletario, que habían concebido como un ser completamente artificial, terminó llenándose, poco a poco, de un contenido de carácter popular, pero fue en contra de la voluntad de los bolcheviques y no gracias a ellos. Hicieron todo lo posible para que esto no sucediera. Cuando las cosas iban mal, Stalin tuvo que abrir las iglesias y dirigirse al pueblo: “Hermanos y hermanas”. Pero tan pronto como pasó el peligro, después de la caída de Hitler, comenzaron nuevamente apretar los tornillos. De todos modos, fue una política muy vil.

Comprendo muy bien el gran papel que jugó el pueblo ruso durante el período soviético y la obstinación con la que defendieron sus intereses a pesar de todo, el modo en que apoyaron a los bolcheviques al verlos como algo que había surgido de su interior. Pero todo ello era una ilusión, una especie de tentación y seguimos todavía pagando el precio de ese error fatal. Después de todo, el verdadero renacimiento del bolchevismo en una forma nacional, rusa y popular jamás aconteció ni siguiera durante la caída de la URSS. El comunismo desapareció, pero nunca volvió a renacer.

El período soviético no es la respuesta y esa es nuestra pregunta. Debemos apreciar la historia rusa de la época soviética, pero el bolchevismo como ideología y cosmovisión es, en su esencia, algo que es extremadamente anti-ruso. Era mejor que el anticapitalismo (pues el capitalismo es absolutamente maligno y es incompatible con la identidad de Rusia). La orientación anticapitalista de la URSS fue el principio mediante el cual se manifestada una esencia que coincidía con el pueblo ruso y su espíritu comunitario. Pero el marxismo vertió sobre nosotros unas teorías filosóficas, ideológicas, sociales e intelectuales que a la larga fueron una verdadera pesadilla y causaron el genocidio de nuestro espíritu.

Sí, nuestro país fue defendido, pero simplemente termino por rendirse ante los liberales y su gobierno mundial durante los años noventa. Las mismas personas que componían la nomenclatura del partido fueron quienes anularon todos nuestros logros y las hazañas heroicas que había conseguido el pueblo ruso durante el período soviético. El Estado fue destruido y terminó siendo presa de criminales y agentes extranjeros.

El comunismo fue una cosa maldita tanto al principio y a la mitad como al final. Realmente no nos ofrece una respuesta. Debemos rendirle homenaje al pueblo ruso, a nuestro pueblo, a nuestros pueblos euroasiáticos, durante la época soviético. Pero resulta imposible e innecesario regresar a la URSS. El socialismo es mejor que el capitalismo, ya que nada es peor que el capitalismo, pero el socialismo no nos ofrece una respuesta.

– Cual es la alternativa? ¿Dónde está la tercera vía? Existe el socialismo y el capitalismo. ¿Acaso existe algo más?

– El capitalismo y el socialismo son ambos productos de la civilización europea occidental de la época Moderna. Esta civilización planteó una tercera posición: el nacionalismo. Pero el nacionalismo tampoco nos es conveniente. Ni el comunismo ni el liberalismo resultan adecuados.

– ¿Y el Fascismo? Es decir, ¿el nacionalismo, al convertirse en fascismo, tampoco nos conviene?

– Sí, no nos conviene en absoluto. No nos convienen para nada ni el liberalismo, ni el comunismo, ni el fascismo. ¿Por qué? Porque todas ellas son ideologías políticas que provienen de la Europa occidental moderna y tenemos que ir más allá de los límites que nos ofrece Europa. Seguir en esos límites es permanecer dentro de su hipnosis, de su alucinación y de su colonización. El futuro de Rusia está mucho más lejos y mucho más allá de los límites de esas tres ideologías políticas. De ese modo pensaban y siguen pensando toda la auténtica intelectualidad rusa. Nuestros fundadores, nuestros antepasados, nuestros gobernantes, nuestros filósofos: los eslavófilos, los euroasiáticos, los sofiólogos… Es categóricamente imposible aplicar a Rusia los mismos estándares del mundo occidental: todas las ideologías que provienen de allí son totalitarias, crueles, materialistas e inmorales. Tenemos que rechazarlas categóricamente todas ellas pues ninguna se adapta a nosotros. Necesitamos retornar hacia nuestros propios valores espirituales y hacia lo sagrado, y esto difiere por completo de Occidente y de la Modernidad Occidental. ¿Realmente podemos decir que Occidente lo es todo?

– Sí, pero tampoco existe un modelo en Oriente.

– Lo están buscando. El mundo islámico está buscando su propio modelo y China también. La India es una civilización en sí misma.

– En China, existe el mismo capitalismo puro que en todas partes. Aunque soy consciente de su simpatía hacia Xi Jinping y China.

– No existe nada puro como sabrás. Es un capitalismo sin competencia o un socialismo sin el materialismo europeo occidental. La civilización china tiene una vida propia, utiliza tanto el capitalismo como al comunismo para sus propios intereses. En mi opinión, el modelo chino es en su esencia el confucianismo: la jerarquía, la solidaridad, la unidad del espíritu chino y la cultura china. Una meritocracia milenaria arraigada en la historia china.

He estado muchas veces en China para enseñar en la Universidad de Shanghai. Al principio era muy escéptico con respecto a este país, pero gradualmente reconocí la existencia de un núcleo fundamentalmente confuciano en la sociedad china. Es una civilización tradicional que para el observador externo copia la Modernidad, pero no son occidentales para nada. Ni son de izquierda o capitalistas. Tienen un Logos particular, lo que sucede es que no lo entendemos. Los miramos con nuestros propios ojos: los ojos de Occidente, de Rusia, del mundo islámico. Pero para comprender a China, de alguna manera necesitamos encontrar su punto de acceso. Pareciera que existe el capitalismo, pero no es así. Pareciera que existe el comunismo, pero tampoco sucede eso. Y no tiene que ver con el nacionalismo. Existe algo especial en ellos.

El modelo chino es una solución. Es una alternativa. En general, el sistema chino moderno es un millón de veces mejor que el liberal y el soviético. Esta basado en el pueblo, en la cultura y la civilización chinas. Están gobernados por el Dragón Amarillo.

Pero esa es la decisión que ellos tomaron y no se aplica a nosotros. Necesitamos buscar nuestro… propio Logos Ruso

– China no es un modelo universal.

– Así es, no es un modelo universal. Un sistema parecido al suyo no puede aplicarse automáticamente a los demás. Si colocamos en este sistema a un no chino en el lugar de a un chino, entonces todo dejará de funcionar. Si reemplazamos a un chino con un no chino, únicamente estemos viendo todo desde el exterior y solo nos quedaremos con todo lo malo, es decir, con el totalitarismo ideológico comunista, la economía capitalista liberal y el gran chovinismo de los chinos (Han). Pero todo es diferente si lo vemos desde la perspectiva de un chino: para la personalidad china, el espíritu de la China lo transforma todo. Siendo las cosas así, significa que todo lo que nos parece natural desde nuestra perspectiva, cambia por completo su sentido al verlo desde una cultura distinta. El Logos de la China es bastante poderoso.

Rusia no tiene un Logos semejante. O, siendo más precisos, si existe uno, pero ese Logos no ha emergido.

Nuestro Logos se encuentra muy herido, ha sido golpeado y torturado por el materialismo, por el ateísmo de los bolcheviques, para luego ser pervertido y retorcido por el liberalismo. Se encuentra ahora mismo en muy mal estado.

Sea cual sea el caso, la personalidad de Rusia necesita una solución política e ideológica muy diferente a la que dan los modelos occidentales: el liberalismo, el comunismo y el fascismo. Lo único que hacemos es deambular alrededor de estos tres árboles: si no aceptamos el liberalismo, entonces buscamos el comunismo; y si no somos comunistas, entonces adoptamos el nacionalismo fascista y si no somos fascismo, volvemos al liberalismo, etc. Debemos ir más allá de esos tres árboles, ya que el bosque comienza más allá de ellos. La verdadera libertad sólo comenzará más allá del marco de la política creada por la Europa occidental durante la Modernidad. Necesitamos abandonar ese círculo vicioso y eso es lo que he denominado como la Cuarta Teoría Política. Mi libro sobre la Cuarta Teoría Política ha sido traducido a casi todos los idiomas del mundo y tiene una gran demanda, despierta mucho interés entre los lectores y provoca una gran furia entre los globalistas. Esto se debe a que critica el liberalismo fuera de las posiciones representadas por el comunismo o el fascismo, y en su lugar lo hace desde una nueva posición: la cuarta posición. Igualmente, el libro rechaza también el comunismo y el fascismo, así como todo lo que proviene del Occidente actual, empezando por la Modernidad y todas sus construcciones filosóficas y políticas. La Cuarta Teoría Política es antes que nada una descolonización de la conciencia, principalmente de nuestra conciencia política. Y esta es una tarea de vital importancia no solo para las sociedades no occidentales, sino incluso para las sociedades occidentales.

– Además de sus críticas, ¿existe alguna tesis positiva en el libro?

– Sí, esas tesis existen, pero no son fáciles de encontrar y requieren de un diálogo especial. El principal problema de nuestro libro es la necesidad de abandonar de forma radical la época de la Modernidad como eje central alrededor del cual han sido construidas las teorías políticas. El sujeto cartesiano, construido sobre la racionalidad pura, es el común denominados de estas tres teorías políticas: el liberalismo, el comunismo y el nacionalismo. Debemos deconstruir este sujeto cartesiano y reemplazarlo por una existencia viva, que es el Dasein (según Heidegger).

Simplificando todo un poco, se trata, antes que nada, de colocar en el centro del sistema político – del Estado y la sociedad – al pueblo y su esencia viviente, su cultura histórica, su identidad. Nada de eso existe bajo el comunismo, ni tampoco bajo el liberalismo o el fascismo. En todos ellos únicamente existen superestructuras y abstracciones en lugar del pueblo vivo. Por ejemplo, los liberales creen que un pueblo está conformado por individuos y los comunistas creen que se trata de dos clases sociales; los nazis y los fascistas operan con categorías abstractas como las de “raza” o la “nación política”. Y nosotros decimos que el pueblo no es ni esa realidad o la otra, ni tampoco la tercera posición, sino que es una comunidad histórica que tiene un destino. No una mezcolanza de todo lo anterior, sino que es antes que nada un problema de organización espiritual. El pueblo es primordial con respecto a sus propias obras, pero no puede reducirse a ellas.

El pueblo ruso es una comunidad histórica que tiene un destino. Cada comunidad histórica con un destino crea sus propios sistemas políticos. Los rusos debemos defender nuestro derecho a crear este sistema político que nuestra propia misión, nuestra propia voluntad y nuestro espíritu nos están llamando a crear. Y para lograrlo, primero debemos dejar a un lado las tres ideologías políticas de la Modernidad occidental.

El pueblo es capaz de crear por sí mismo el sistema político que quiera, sin tener que buscar en nadie o en nada, sino en su interior. Puede fácilmente, si lo desea, crear una monarquía, como sucedió con el Zemsky Sobor (7) en 1613, en el cual eligió a la dinastía Romanov. El pueblo puede elegir el Imperio. Pero también el pueblo puede elegir una forma de zemstvo (8) democrático, o establecer un gobierno aristocrático o teocrático. El pueblo puede hacer lo que quiera. Puede basar los principios de su sistema político de acuerdo en sus tradiciones religiosas, como lo hizo en la antigüedad Bizancio o el mundo islámico de hoy.

Por ejemplo, mis amigos iraníes dicen que con mi libro sobre la Cuarta Teoría Política (que también ha sido traducido al farsi) descubrieron cual era su sistema: el “velayat-e fakikh”, “el gobierno de los sabios”. Así que el modelo seguido por el chiísmo político no es ni el liberalismo, ni el comunismo, ni el nacionalismo, es otra cosa distinta y se corresponde plenamente con la idea central de la Cuarta Teoría Política.

– Pero Rusia es un país que no solo esta compuesto por rusos, sino también por tártaros, caucásicos, pueblos norteños, etc.

– Por supuesto, son pueblos de Eurasia…

– Es un sustrato muy complejo que reúne tanto a ortodoxos como musulmanes. Por lo tanto, ¿cómo sería posible crear un sistema para que todos encuentren el lugar que les corresponde, y no solo los rusos o los tártaros?

– Ese sería el eurasianismo. He intentado demostrar, durante más de 30 años, que el eurasianismo es la fórmula más aceptable para la idea rusa. Que nuestra identidad no está conformada exclusivamente por el sustrato ruso-eslavo-ortodoxo, sino por una identidad euroasiática, la cual incluye unos horizontes existenciales y una identidad dentro de la cual sean desarrollado etnias y confesiones diferentes que han terminado por identificar su destino con el nuestro.

– De hecho, la democracia toma en cuenta los intereses de todos los que participan ella.

– Sí, la palabra “democracia” tiene ese sentido…

– Que se encuentra muy desgastado.

– El modelo euroasiático es único: no es ni el comunismo, ni el liberalismo, ni el fascismo. Por tanto, la cuarta alternativa es el eurasianismo. Es una cuarta posición y no la tercera. El eurasianismo es muy importante en mi teoría: esta teoría es precisamente una cuarta posición y no una tercera posición. Y nadie quiere comprenderlo. O son capaces de entenderlo a la perfección y, no obstante, fingen que no lo entienden en absoluto. Sin embargo, no quiero poner ninguna excusa. Soy lo suficientemente valiente como para llamar a las cosas por su nombre: sostendría el fascismo o el comunismo si estuviera de acuerdo con ellos, y no importaría la manera en que los asuma la sociedad. Pero estoy categóricamente en contra del uno y del otro. Y estoy mucho más en desacuerdo con el liberalismo, que a mis ojos representa el mal absoluto.

La Cuarta Teoría Política quiere de forma sincera ir más allá de cualquiera de los modelos propuestos por la Europa occidental, incluido el nacionalismo (el nazismo, el fascismo), que son igualmente doctrinas europeas y occidentales que operan con un modelo artificial basado en un sujeto materialista. Nuestra tarea, como euroasiáticos y rusos, es buscar un sujeto completamente distinto: nuestro pueblo euroasiático, ese pueblo que se encuentra en Eurasia tiene todo el derecho de construir su propio sistema político de acuerdo a sus propios principios, independientemente de lo que intenten imponerle desde afuera. Y mucho menos debemos prestarle atención a aquello que quieren imponernos los globalistas y los liberales como el criterio para medir lo universal.

Podemos tomar algunos elementos de las doctrinas basadas en las clases o de la doctrina soviética, socialista, capitalista o nacionalista. Otros elementos debemos descartarlos. Debemos hacer lo que queramos. Somos un pueblo soberano y somos nosotros quienes debemos determinar nuestro sistema político y los valores que nos constituyen, sin prestarle atención a otros y sin considerar otros modelos como universales, como lo son los derechos humanos, la democracia, las libertades individuales con sus normas y su corrección política, que decide que es moderno y que no.

Si queremos que haya libertad, la habrá. Si no queremos que existe, entonces no la tendremos. Si queremos una monarquía, entonces ella existirá y si no la queremos, entonces no. Si lo que deseamos es tener un Estado basado en la Iglesia, entonces le daremos nuestro poder a las instituciones religiosas, o podemos también construir un Estado secular. Es decir que no estamos obligados a nada. Esa es la verdadera libertad.

Y semejante libertad provoca un gran miedo. Causa una profunda tensión, una tremenda responsabilidad y un alto riesgo. Está bien si elegimos lo que resulta correcto, pero ¿y si elegimos incorrectamente? ¿Quién responderá por ello? Esa es la carga que debemos llevar al ser portadores de una soberanía espiritual. Los adultos soberanos son responsables de sus propias decisiones ante la misma historia.

De hecho, todas las ideologías políticas de la Modernidad son profundamente totalitarias. Los comunistas creen que solo puede existir el comunismo, los fascistas que sólo puede existir el fascismo y los liberales que sólo puede existir el liberalismo. Y nadie tiene el derecho de traspasar semejantes límites. La libertad, por definición, resulta imposible dentro de esas ideologías. Es bastante claro en el caso del comunismo y el fascismo, pero cuando nos oponemos a la libertad que nos ofrece el liberalismo, descubrimos rápidamente sus límites. Para el liberalismo actual, todo el mundo tiene la libertad de ser liberal y nadie puede rechazarla, excepto los “enemigos de la sociedad abierta”, y los enemigos de esa sociedad abierta, como muy bien lo sabemos, son destruidos por no ser liberales.

Y nosotros, los partidarios de la Cuarta Teoría Política, decimos simplemente que no estamos obligados a seguir ninguna de estas tres ideologías políticas y que existen horizontes más allá de las mismas. Lo que queramos lo aceptaremos y lo que no lo rechazaremos.

– Es decir que no existe un modelo universal. Se trata de ser creativos políticamente.

– Sí, basándonos en nuestras tradiciones, en nuestra historia y nuestra cultura que se encuentra enmarcada en un contexto euroasiático. El eurasianismo, que es una idea en la que he trabajado muchos años y a la que he dedicado mucho esfuerzo, revela aquí todo su significado. Es la expresión más consistente y completa de la Idea rusa. En su interior, los pueblos tártaros, los caucásicos, los habitantes de la Siberia y los finno-ugrios, son entendidos como partes orgánicas de una única comunidad. Tienen el derecho de participar como un todo en su interior y, al mismo tiempo, pueden preservar su propia identidad, cultivarla, desarrollarla según sus propias particularidades étnicas y religiosas con total libertad. Pero todos juntos debemos buscar alcanzar una síntesis euroasiática. Esta síntesis debe basarse en un diálogo profundo entre distintos pensamientos, es una sinfonía espiritual euroasiática la cual consta a su vez de muchas notas. Se trata de un modelo político único, que no tendrá nada en común con China, el mundo islámico, Europa occidental o África. Los euroasiáticos nos hablaron de algo semejante cuando intentaron conducirnos hacia ese principio, hacia ese “nacionalismo” que era común a toda Eurasia y que no era exclusivamente ruso (N.S. Trubetskoy). Lo que es común a toda Eurasia no significa de ningún modo solamente lo ruso. Eso sería un error. Tampoco se trata del nacionalismo en el sentido europeo, que está basado en una ciudadanía puramente individual.

– Hemos leído los libros de Trubetskoy y Savitsky, y también los suyos sobre ese tema. Pero, ¿por qué estas ideas no son asumidas por las masas y la élite? ¿Qué piensas con respecto a eso? ¿Cuál sería el problema, acaso se debe a la desaparición de la personalidad, a una crisis del espíritu?

– Se trata precisamente de una crisis espiritual. ¿En qué consiste esa crisis? Las élites serían capaces de entenderla sino fueran liberales. Y, además, como decía antes, están cada vez más degeneradas. En cuanto a las masas, no es difícil entender el por qué. Las masas viven de cosas muy simples y, además, se encuentran saturadas y corroídas por el materialismo, el comunismo, el liberalismo y el nacionalismo en todo lugar y especialmente en la vida cotidiana. También el nacionalismo es enemigo de la Cuarta Teoría Política. Por ejemplo, si esgrimimos la idea de “Rusia es solo para los rusos”, entonces resulta que hemos tomado el eslogan más anti-ruso que podamos imaginar: su sentido real es la destrucción de nuestro país y el inicio de una guerra civil. Creo que las mismas estructuras globalistas que se encuentran detrás del “nacionalismo ruso” son las mismas que patrocinan a los liberales.

Hoy esta apareciendo una nueva estructura que supervisan los liberales: se trata de los “nuevos comunistas”, que agrupa a toda clase de personalidades con antecedentes dudosos que vienen de los Estados Unidos y que previamente estuvieron involucradas en asuntos turbios, además de tener documentos y biografías falsas, y, de la nada, estas personas comienzan a predicar dentro de Rusia una especie de “comunismo”, “internacionalismo” y “antifascismo” completamente artificial.

– Los neotrotskistas.

– Sí, ellos son enviados desde el exterior igual que otros agentes de influencia extranjera. Y de repente aparecen en todas las pantallas del país, ya sea por las buenas o por las malas, y terminan dirigiendo a las autoridades locales mediante el gran apoyó que reciben del capital estadounidense, y entonces comienzan a luchar activamente contra los conservadores rusos desde lo que ellos llaman una defensa de la “idea soviética”. Aunque ellos no son ni siquiera personas soviéticas, sino millonarios venidos desde Nueva York y que están asociados con los servicios de inteligencia estadounidense. Observamos mecanismos artificiales parecidos en el nacionalismo ruso, pero en los primeros resultan más obvios.

De hecho, en la práctica, las tres teorías políticas – el liberalismo, el comunismo y el nacionalismo – resultan ser instrumentos de control exterior. Y todas esas ideologías luchan contra el eurasianismo. Los liberales odian a los euroasiáticos debido a ciertas cosas, los comunistas también y los nacionalistas lo hacen por otras razones. Y luego nos preguntamos: ¿Por qué el eurasianismo no ha sido asumido por las masas? Es debido a que resulta una cosmovisión compleja, que es responsable de velar por los intereses de nuestro pueblo, pero el pueblo no se reconoce en esa idea, porque requiere de un esfuerzo demasiado grande y además no le está permitido hacer algo semejante.

La élite, que podría ser la portadora del eurasianismo y operar en este paradigma, es predominantemente anti-rusa y liberal. Por lo que se mantiene un sabotaje constante en contra del eurasianismo.

Putin proclamó la Unión Euroasiática, pero a veces confía semejante tarea de integración euroasiática a gente que son atlantistas convencidos. Obedecerán lo que les dicen, pero lo que hacen con una mano…

– En otras palabras, pondrán obstáculos a todo.

– … Lo que hacen con una mano, lo destruirán con la otra. ¿Cómo es posible que un funcionario completamente corrupto, degenerado o liberal (atlantista), o incluso una combinación de todas estas cualidades, pueda ser capaz de conseguir la integración euroasiática, el resurgimiento de la geopolítica rusa y promover una alta imagen de la misma Rusia?

Existe una lucha sistemática contra el eurasianismo tanto dentro como fuera de Rusia. Y existen varios “centros del eurasianismo” que son gestionados por los Estados Unidos. ¿Acaso ustedes sabían que, en Estados Unidos, desde hace 30 años, los centros de sovietología han comenzado a llamarse “eurasiáticos”? Resulta obvio que los sovietólogos estadounidenses, y de manera más amplia los de la OTAN, no promovían para nada las ideas soviéticas, sino que, por el contrario, estudiaban el mundo soviético para poder luchar más efectivamente en contra de la Unión Soviética. Lo mismo ocurre con los “Centros Euroasiáticos” creados en el Occidente contemporáneo. “Eurasia” es, con respecto a sus intereses, su principal enemigo, por lo que una de sus tareas primordiales consiste en desacreditar el eurasianismo, demonizarlo o marginarlo, y al mismo tiempo crear organizaciones pseudo-eurasiáticas. Todo esto es una parte importante de los objetivos estratégicos de poderosas instituciones que existen en los Estados Unidos y al igual que de la OTAN. Así como los centros de sovietología lucharon contra los soviéticos, los centros “euroasiáticos” estadounidenses luchan contra el eurasianismo. Y, viendo los resultados, es realmente una estrategia muy efectiva.

De cualquier forma, el eurasianismo sigue siendo la mejor ideología para Rusia.

Por supuesto, será necesario de vez en cuando actualizar ciertas fórmulas, buscar mejores formas de organización, pero el eurasianismo en sí no dejará de estar en el centro de todo. Si fuéramos a emprender el verdadero camino para llevar a cabo el renacimiento de Rusia, entonces solamente podríamos hacerlo con la ayuda del eurasianismo: no existe otra manera. Cualquier otra opción nos conduciría al desastre, de eso no cabe la menor duda. Rusia no tiene otro camino para seguir, estoy absolutamente seguro de ello.

En lo personal, siempre acabo por chocarme con algún muro en cualquier dirección a la que voy: lo encuentro en la falta de comprensión de la gente común, en la agresión constante de otras teorías políticas, en la oposición de las élites pro-occidentales y en el descrédito y demonización que sufro por parte de la comunidad científica, la cual, generalmente, ha perdido por completo su orientación ideológica. La brújula de la ciencia rusa ya no funciona, tiene mucha fiebre y los científicos están mucho más comprometidos con la vida cotidiana que con las ciencias. La enseñanza, la ciencia y el pensamiento se encuentran totalmente perdidos. Generalmente, los profesores transmiten a los demás un saber fragmentario, incoherente y, francamente, muchas veces ni siquiera tiene sentido. Se encuentran en un estado de confusión o totalmente perdidos. Al fin y al cabo, han jurado fidelidad a tantas ideologías diferentes que a estas alturas ya no creen en nada. ¡¿A caso creen que ellos les importa siquiera lo que enseñan?!

En una situación como en la que nos encontramos, es extremadamente difícil promover una idea como el eurasianismo. Esa idea es falsificada, desacreditada, satanizada, marginada y la convierten en un simulacro elaborado por algún idiota de la burocracia: crean nuevos “bancos euroasiáticos” y “fondos” que les son entregados a un conocido estafador. Las iniciativas euroasiáticas son dirigidas por personas que a menudo son capturadas recibiendo sobornos. Y así es como el “eurasianismo” es convertido en otra parte de nuestro conocido sistema ruso. Y como siempre, lo que es más importante lo dejamos de lado, resulta opacado, olvidado, acaba por desvanecerse en un segundo plano, mientras que el beneficio más ínfimo, pero prometedor (que consiste en obtener cualquier ganancia), es, por el contrario, impulsado sin importar su costo; por lo general, ese beneficio atrae a todo tipo de bribones y estafadores. Se han creado demasiadas copias baratas sin sentido ni calidad, y, como resultado, el “eurasianismo” resulta aún más difícil de defender. Pero, a pesar de ser conscientes de todas estas dificultades no significa que no debamos hacer lo que hacemos. El eurasianismo sigue vivo y lo mismo pasa con sus ideas que, a pesar de todo, cobran aún mayor relevancia con el tiempo.

– El movimiento eurasiático que usted lidera, considera que esta derrotado.

– No, porque… sigue existiendo. Una parte de sus ideas se ha convertido, por supuesto, en la agenda oficial del Estado y otra parte de esas ideas ha sido empujada hacia la periferia. Nuestro movimiento sigue allí, pero ahora le prestan mucha menos atención que antes. Además, la gente observa las reacciones de las autoridades y les resulta indiferentes. El gobierno ruso, por supuesto, no ve un enemigo en el movimiento euroasiático, y no lo es, pero el gobierno tampoco ve su propio futuro en semejante movimiento. Y por las mismas razones, ya que el gobierno ruso no ve su propio futuro en el eurasianismo, entonces el eurasianismo tampoco ve su futuro en el gobierno. O el gobierno ruso es euroasiático o simplemente dejará de existir tanto el gobierno como Rusia.

– Eres miembro de la sociedad Tsargrad, creada por Konstantin Malofeev, y también eres muy cercano al partido de Zajar Prilepin (9). ¿Su pertenencia a esos movimientos está relacionado con su deseo de promover sus ideas a través de ellos? ¿O ellos tienen sus propias ideas y tú simplemente les ayudas? Aun así, Malofeev y Prilepin parecen ser conservadores, casi nacionalistas, esa es la imagen que dan. Y, sin embargo, tú mismo predicas algo distinto.

– Soy euroasiático, y eso nunca cambiará sin importar qué movimiento este apoyando. En cuanto a Konstantin Malofeev, su movimiento Tsargrad no es un partido político. Existen representantes de todos los partidos en su interior: de Rusia Unida, comunistas, el Partido Liberal Democrático, Rusia Justa y muchos otros. Este movimiento es hoy en día el más poderoso y el que reúne a más gente en la actualidad. Lo podemos llamar “conservador” y “patriótico”, lo podemos llamar “ruso”, pero no es para nada “nacionalista”.

– ¿Estás seguro de que no lo es?

– Sí, estoy seguro. En el reciente congreso para constituirlo, no solo yo, sino muchos otros oradores, sostuvimos que la ideología de Tsargrad debía ser, sin lugar a dudas, el eurasianismo. Hablé de algo más: del sujeto ruso y de la necesidad de una amplia unificación de los patriotas tanto de derecha como de izquierda, etc. Y otros oradores y miembros de su Consejo Central han subrayado en repetidas ocasiones que el eurasianismo es la única alternativa al liberalismo. Muchos de ellos son monárquicos (yo mismo considero que la monarquía es la institución política que tiene más legitimidad), pero tampoco quieren imponer la monarquía. La mayoría de ellos (como yo) son ortodoxos, pero tampoco impusieron la ortodoxia. Eran mucho más afines al tema del eurasianismo. Al congreso también asistieron representantes como Ramzan Kadyrov (10), un muftí. Este evento me recordó al Primer Congreso del Movimiento Euroasiático. Y Tsargrad no es un partido, sino un movimiento. Me encuentro en términos muy amistosos con Konstantin Malofeev, juntos creamos el canal de televisión “Tsargrad”, luego, sin embargo, nos alejamos un poco. Dediqué todo mi tiempo a los 24 volúmenes de Noomajía… Y últimamente he estado trabajando en el sitio katehon.com, y Malofeev y yo hemos reanudado nuestra estrecha cooperación. Apoyo su movimiento. El académico y patriota Sergei Glazyev (11) se unió al consejo de Tsargrad: por cierto, él está muy comprometido con la integración euroasiática y es una excepción rara, ya que, siendo un patriota convencido, se toma muy en serio y con profundidad la Idea del eurasianismo y, en general, el renacimiento de Rusia.

En cuanto a Prilepin, no soy miembro de su partido. Tengo un buen trato con él. Después de todo, viene del Partido Nacional Bolchevique, que creé en los 90 junto con Limonov para luchar contra el liberalismo y el régimen títere de Yeltsin. Su ideología pertenecía a una de las ramas del eurasianismo de izquierda. Pero el discurso de Prilepin es menos complejo, pero mantengo una relación de amistad con Eduard Boyakov, director artístico del Teatro de Arte de Moscú, donde trabaja Prilepin.

Intento apoyar a todos esos movimientos en los que encuentro algo del pensamiento ruso, del eurasianismo, del deseo de fortalecer la subjetividad rusa, la soberanía y donde no hay tesis que sean extremistas y provocativas, que son absolutamente incompatibles con mis puntos de vista. Pero hasta ahora, tengo una relación muy estrecha con el movimiento Tsargrad.

Konstantin Malofeev solía llamar al movimiento el “Águila de dos cabezas”. Así se llamaba cuando era un movimiento puramente monárquico y conservador de derecha. También me gustaba bastante. Pero con la creación de “Tsargrad” lo ha convertido en una iniciativa para ir más allá del marco de un movimiento monárquico conservador de derecha. Me gustó mucho el hecho de que los oradores enfatizaran la necesidad del eurasianismo al interior de Tsargrad e incluso me criticaron por no hacer mención de ello. Eso significa que estas ideas siguen vivas. Estaba muy feliz en este encuentro: la idea, por la que he luchado durante tantos años, es algo que ya no tiene que ser expresada por mí, sino que es expresada por otras personas muy respetadas y conocidas. Regresé de este encuentro muy inspirado. Recientemente, no he ido a ningún lado, porque me estoy tomando muy en serio lo del coronavirus.

– Me gustaría terminar en donde comenzamos. ¿Cuál es su pronóstico (si eso es posible en las condiciones en que nos encontramos) para los próximos seis meses o dos años? ¿Qué le espera a la humanidad en el contexto de los actuales acontecimientos? ¿Qué tan realista sería un escenario escatológico?

– Creo que vivimos en los Últimos Tiempos, y nada de lo que sucede en los Últimos Tiempos sucede en vano. Es probable que a esta catástrofe le sigan otras, las úlceras serán reemplazadas por otra cosa siguiendo el ritmo de un baile macabro. Si esta epidemia termina, entonces comenzará algo más. Supongo que estallarán catástrofes, guerras… No debemos excluir la muerte de una parte importante de la humanidad…

Pero no creo que nada de esto deba sorprendernos, porque siempre han existido guerras y desastres. En este contexto, paralelamente al declive, la crisis y el horror, también pueden ocurrir algunos acontecimientos espirituales como la iluminación o la purificación. Cualquier signo negativo va acompañado de un signo positivo. Por lo tanto, al entrar en esta época de turbulencias, de pruebas, que es una época extremadamente trágica, vemos que, simultáneamente, somos acompañados de un despertar, de un renacimiento espiritual… No creo que sea un accidente el hecho de que se ciernen sobre la humanidad nubes de tormenta. Cuanto más espesa y oscura es la noche, significa que está más cerca el amanecer. Y el momento más oscuro de la noche es cuando el amanecer está muy cerca. En este momento, la oscuridad da su última batalla. Así que dejemos que la oscuridad finalmente se convierta en algo denso y terrible, que se abra el abismo… Que venga la catástrofe purificadora, para que todo caiga en su lugar y podamos ver la verdadera Luz.

Estoy en contra del compromiso. E incluso soy capaz de aceptar una cierta aceleración del tiempo. Pero no debemos participar de ello, sin nosotros todo se aceleraría y terminaría siendo arrastrado hacia el abismo. Bueno, todo transcurre muy rápido. El status quo no merece ser salvado. Si la oscuridad se hace casi impenetrable, entonces el nuevo amanecer está más cerca que el ya viejo, y casi olvidado, atardecer o puesta del sol, Der Untergang des Abendlandes.

Creo que necesitamos de una nueva humanidad, ya que la humanidad de hoy está equivocada y ha fallado en todo lo que se le encomendó hacer. Y si existía algo correcto en ella, como nuestra Iglesia y nuestro pueblo ruso, entonces esa realidad debería surgir y darse a conocer durante la catástrofe y la batalla final. No espero que obtengamos un resultado que sea satisfactorio para todos: ha habido demasiados errores, demasiados crímenes, demasiadas traiciones y demasiada apostasía. Todo eso debe conducirnos hacia alguna clase de castigo que sea junto. Pero, como dice Dios en la Biblia: “Mía es la venganza, y yo la cobraré”. Es decir, no somos nosotros quienes debemos vengarnos y administrar esos tribunales. No nos corresponde a nosotros acercarnos y provocar la catástrofe. Nuestro objetivo no es tanto el de sorprendernos ante el hecho de que Dios castigue a la humanidad, la cual ha cometido tantos crímenes y que no volverá al camino de la justicia por voluntad propia.

Que suceda eso es algo natural. Cuando suceda, debemos estar del lado de Dios, incluso si nos encontramos en la posición de ser víctimas. Es decir, quizás tengamos que testificar contra nosotros mismos. Después de todo, lo más importante es testificar a favor de Dios. Eso es lo más importante. No debemos salvar nuestro propio pellejo, no debemos salvarnos a nosotros mismos, sino que debemos defender la verdad, la justicia, la rectitud, el renacimiento, el espíritu, la cultura y la fe, cueste lo que nos cueste. Incluso si nos encontramos personalmente en el lado opuesto, en el lado de aquellos que están condenados y que, por desgracia, no pudieron justificarse a sí mismos.

Este es el estado de ánimo en el que me encuentro al llegar al 2021. Espero que sea tan radical como el del 2020.

– Eres extremadamente pesimista.

– Al contrario, se trata, como dice mi hija Daria Platonova, de un optimismo escatológico.

La entrevista fue hecha por Rashid Galyamov y Elena Kolebakina-Usmanova.

Notas del Traductor:

1. La colina Poklónnaya, o el monte Poklónnaya (en ruso, Покло́нная гора́) fue, con 171,5 m, uno de los puntos más elevados de Moscú. Sus dos cimas flanqueaban el río Setun hasta que una de ellas fue arrasada en 1987. Desde 1936, el área ha pertenecido a Moscú y actualmente alberga el Parque de la Victoria, donde se exhiben numerosos tanques y otros vehículos de la Segunda Guerra Mundial.

2. Iliá Glazunov fue un artista ruso. Fue el fundador de la Academia Rusa de Pintura, Escultura y Arquitectura de Moscú, en la cual ocupó el puesto de rector hasta su muerte. Recibió la condecoración de Artista del Pueblo de Rusia. Los cuadros de Ilya Glazunov pinturas tratan sobre todo temas históricos o religiosos. Algunas de sus obras más célebres son La Eterna Rusia, El misterio del siglo XXLa ruina del templo en la noche de Pascua, así como sus ilustraciones para obras de Fiódor Dostoyevski.

2. Alexander Andreyevich Prokhanov es un escritor ruso, miembro de la secretaría de la Unión de Escritores de la Federación de Rusia y autor de más de 30 novelas y colecciones de cuentos. Es el editor en jefe del periódico ruso Zavtra (Mañana), que combina puntos de vista ultranacionalistas y anticapitalistas.

4. La acción de oro es una acción nominal que permite a su poseedor vencer a todas las demás acciones y accionistas en una votación bajo ciertas circunstancias. Su poseedor suele ser una organización gubernamental, un Gobierno o un Estado.

5. El Partido Social-Revolucionario, PSR , cuyos miembros eran denominados socialrevolucionariosSRseserres o eseristas, fue un partido político ruso activo a principios del siglo XX. Se presentaba como el representante del campesinado ruso, aunque el partido siempre estuvo bajo el control de los intelectuales. Probablemente el partido con mayor apoyo durante el periodo revolucionario de 1917, fue el principal rival del Partido Bolchevique. El partido se fundó en 1901 bajo el liderazgo de Víctor Chernov, ​ como unión de varios grupúsculos de los naródnik (populistas) que habían surgido en Rusia y entre los emigrantes políticos la década anterior. Su programa estaba basado en una mezcla de ideología socialdemócrata, particularmente de su variante revisionista, ​ y populismo ruso​ y recabó muchos apoyos entre el campesinado que particularmente abrazó su propuesta de «socialización de la tierra», opuesta al programa bolchevique de «nacionalización de la tierra».​ Su base militante podría considerarse como de extrema izquierda por sus propuestas radicales, aunque más moderada que la bolchevique en relación al aspecto del control político.

6. EL Sberbank Rossii (Caja de ahorros de la Federación Rusa) es el mayor banco de Rusia y de Europa Oriental. La sede del banco se encuentra en Moscú y su historia se remonta a la reforma financiera de 1841 de Cancrin. ​ En muchas regiones Sberbank es prácticamente el único banco capaz de proporcionar servicios bancarios a las administraciones locales y ofrecer servicios financieros en inversiones y programas sociales.

7. El Zemski Sobor fue el primer parlamento ruso del tipo de los estados feudales, en los siglos XVI y XVII. El término traducido literalmente es la «Asamblea de la Tierra». Podía ser convocado tanto por el zar, por el patriarca o por los boyardos de la Duma. Las tres clases sociales que participaban en la asamblea eran: La nobleza y los altos funcionarios, incluyendo a los boyardos de la Duma, el santo Sobor, o alto clero de la Iglesia ortodoxa y los representantes de los comerciantes y habitantes de las ciudades (tercer estado).

8. Zemstvo (Земство) fue una forma de gobierno local instituido durante las grandes reformas liberales realizadas en el Imperio ruso por el zar Alejandro II de Rusia. La idea de este sistema fue desarrollada por Nikolái Miliutin. ​ Las primeras leyes sobre los zemstvos se promulgaron en 1864. Tras la Revolución de octubre de 1917 el sistema de zemstvos fue abolido y sustituido por el de soviets o consejos obreros provinciales. El sistema de autogobierno del Imperio ruso estaba formado en su nivel más bajo por el mir y los vólosts, y en un nivel inmediatamente superior por las 34 Gubérniyas de la vieja Rusia, los distritos electorales y las asambleas provinciales.

9. Zajar Prilepin (su nombre real es Yevgueni Nikoláyevich Prilepin) es un escritor ruso, galardonado con numerosos premios, entre los que destaca el de ser Bestseller Nacionalen el 2008.

10. Ramzán Ajmátovich Kadýrov  fue desde el 4 de marzo de 2006 hasta el 15 de febrero de 2007 el primer ministro de la república de Chechenia, en la Federación de Rusia y desde 2007 a la fecha como jefe de la República de Chechenia. ​

11. Serguéi Yúrievich Gláziev es un político ruso, diputado de la Duma Estatal y antiguo candidato a presidente de Rusia en 2004. Gláziev ha escrito más de cuarenta libros y centenares de panfletos y papeles de investigación. Uno de sus libros ha sido traducido al inglés por la Revista de Inteligencia Ejecutiva del Movimiento LaRouche como Genocide: Russia and the New World Order (Genocidio: Rusia y el Nuevo Orden Mundial) – ISBN 0-943235-16-2). Desde el 30 de julio de 2012 forma parte de la Administración del Presidente de Rusia (en:Presidential Administration of Russia), organismo no contemplado en la Constitución de Rusia, en calidad de Consejero del Presidente de la Federación de Rusia. Es miembro del ultranacionalista Club Izborski junto con otros partidarios del Eurasianismo como, por ejemplo, el filósofo Aleksandr Duguin y el escritor nacional-bolchevique Zajar Prilepin.

Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera