EL FIN DE LA ECONOMIA
Acostumbrados a pensar exclusivamente en términos económicos durante los últimos siglos, las personas quizás puedan sorprenderse: ¿cómo puede ser posible un rechazo de la economía, con qué podemos reemplazarla? La respuesta no es tan paradójica: la historia conoció períodos muy largos en los que la economía desempeñó un papel secundario y subordinado, y el destino fue la religión, la cultura, la filosofía, la ideología, el arte. De las últimas tendencias, lo más parecido a un algo que puede reemplazar a la economía es la ecología. La combinación de una comprensión nueva y al mismo tiempo antigua de la naturaleza y el hombre fuera del paradigma económico no conlleva a nada irreal: si nos negamos a ver el destino en la economía, esto no significa que vaya a desaparecer. Pero se volverá secundario, terminará como un valor absoluto, preservado como algo aplicado, menos significativo, funcionalmente dependiente de otras estructuras y prioridades, no económicas.
