El declive del imperio estadounidense

Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
Hoy todos hablan de Afganistán y eso sin duda no debe sorprendernos.
Como todos saben, los talibán (una organización prohibida en Rusia) han tomado Kabul y prácticamente dominan todo Afganistán. Una semana antes, los Estados Unidos dedicaron grandes esfuerzos a celebrar la diversidad y las perversiones sexuales en su embajada de Kabul, pero finalmente terminaron huyendo de allí, lo que demuestra el desmoronamiento del poder estadounidense y el socavamiento de la ideología liberal.
Lo importante no es que los estadounidenses se hayan ido, sino el hecho de cómo se fueron: abandonaron su equipo militar, dejaron atrás a sus partidarios y terminaron subiéndose a los aviones como si no hubiera mañana.
Es evidente para todo el mundo que la civilización occidental se ha vuelto loca tanto moral como económica y espiritualmente ante esta derrota.
Estados Unidos se ha desligado de la realidad y vive sumergido en sus construcciones imaginarias en la red, pero la realidad, encarnada en los talibán, nos recuerda que ella existe y les dice: “¡Lárgate!” y, de repente, los estadounidenses tomaron sus banderas arco iris y carteles pornográficos para escapar, huir, esconderse e irse para siempre.
El mundo bipolar se derrumbó cuando la URSS retiró sus tropas de Afganistán, poco después colapso el imperio soviético. Por supuesto, Afganistán no fue la causa de este derrumbe, pero era un reflejo del deplorable estado de uno de los polos que se debilitaba cada vez más hasta que finalmente se vino abajo.
Lo mismo podemos decir de Estados Unidos, que hasta hace poco se autodenominaba el único polo mundial existente después del colapso de la Unión Soviética y la Organización del Pacto de Varsovia tras su desastrosa guerra en Afganistán. No obstante, esto parece estar acabándose. Estados Unidos no va a desaparecer después de esta derrota, pero sin duda va a quedar muy debilitado. Estamos presenciando el fin del mundo unipolar, de la globalización liberal y de la patológica alianza de las bases militares de la OTAN con la ideología LGBT +. Todo se está cayendo a pedazos.
Son muchos los que comparan la vergonzosa huida de los yanquis de Kabul con lo que paso en Saigón anteriormente. Sin embargo, esta vez el resultado es mucho más grave, ya que en ese entonces Estados Unidos fue derrotado en Vietnam y eso no significó el fin del mundo bipolar. Ahora bien, la retirada de Estados Unidos fue algo previsto y anticipado por muchos y, en cierto sentido, era considerado como algo inevitable, pero igualmente resulta impactante ver como todo esto ha sucedido.
Nadie podía prever o predecir como los desafortunados afganos que no cabían en los aviones de carga se abalanzaban sobre ellos. Ahora este es el símbolo por excelencia de la OTAN, el euroliberalismo, Ucrania y todos los seguidores de los Estados Unidos en todo el planeta.
Londres y Bruselas, Zelenski y Saakashvili, Maia Sandu y el batallón Azov han huido con el rabo entre las patas. Y lo mismo ha pasado con Navalny que ahora está en la cárcel, mientras el cadavérico George Soros (que tiene prohibido entrar en Rusia) vuela a la árida y sufriente Afganistán para saber qué pasara.
Este agosto del 2021 hemos presenciado el fin del mundo unipolar. Todo esto podría haber ocurrido antes o después, pero lo hemos visto al poco tiempo de haber celebrado una marcha del orgullo gay en Kabul. Resulta difícil no exagerar todo lo sucedido, pues ni siquiera es el 11 de septiembre había causado tanto estruendo. Estamos ante algo mucho más preocupante.
Merece la pena decir que uno de los más radicales y conocidos ideólogos del liberalismo globalista, el filósofo francés y asesor de los tres últimos presidentes de Francia, Bernard-Henry Levy, con quien discutí en Ámsterdam hace un par de años sobre “el mundo unipolar contra el mundo multipolar”, acaba de viajar a Afganistán para reunirse con el líder de los tayikos afganos del Panshir, el hijo de Ahmad Shah Masoud, quien siempre ha sido respaldado por la CIA.
Levy le ha prometido a Masoud que Occidente le ayudará en contra de los talibán. Anteriormente, Levy le había dicho lo mismo a Saakashvili en vísperas a la guerra contra Rusia en agosto de 2008. También les prometió a los kurdos que Occidente les apoyaría en contra de Bagdad, Damasco, Teherán y Ankara o a los terroristas sirios en contra de Assad. Y lo mismo sucedió con los neonazis ucranianos a quienes les prometió el retorno de Crimea y el Donbass. Nada de esto se ha cumplido y Occidente no defendió o apoyó a nadie en estas ocasiones.
En su libro El imperio y los cinco reyes, Levy dice indignado que el mundo unipolar se está cayendo a pedazos y nadie hace nada. Dice que es un imperativo atacar a Rusia, detener a China, romperle el cuello a Irán y a Turquía, castigar a Pakistán y poner a los países árabes en su lugar.
El imperio liberal se desmorona bajo el ataque de los cinco reyes… Yo debatí con él como embajador plenipotenciario de los cinco reyes e hice varias observaciones duras en contra de Bernard-Henri Levy. Pero él no se dio cuenta. Ahora vuelve a hacer las mismas promesas a los tayikos afganos, pobre de ellos…
El ascenso de los talibán al poder no es en sí algo bueno o malo y el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso hace bien en establecer relaciones diplomáticas con ellos. Por supuesto, deben imponerse condiciones de dialogo serias donde se tomen en cuenta elementos como la fuerza, la voluntad y las ideas. No obstante, todo esto solamente tiene sentido si permanecemos sobrios frente a la realidad y no somos enceguecidos por la propaganda, especialmente la que hemos creado nosotros y mucho más la que han creado nuestros enemigos.
Los delirios sobre el Orgullo Gay, las tonterías sobre los derechos humanos y la necesidad de implantar la democracia, la sociedad civil y la protección de las minorías ya no tienen ningún sentido en este mundo, ya que lo único que importa es la defensa de las tradiciones nacionales. Los talibán tienen la suya y nosotros la nuestra. En cambio, todos los que han abandonado sus tradiciones están condenados a desaparecer.
Occidente está en declive y estamos presenciando el nacimiento de un mundo post-occidental que estará lleno de problemas, retos y peligros. Este mundo no nos garantiza ni la paz ni la armonía. El nacimiento de un mundo multipolar post-occidental puede llevarnos en cualquier dirección, no obstante, es un hecho irreversible.
Todo esto no es poco y tendremos que buscar nuestro camino con tal de encontrar que lugar va a ocupar en él un país tan grande y una civilización tan única como lo es la rusa.