EL DÍA DEL PARTISANO

El 29 de junio es reconocido por la comunidad internacional como el día del partisano. Esta es una idea excelente. Cualquiera que pertenezca a una minoría perseguida que carece de toda protección se ve obligado a vivir en la clandestinidad como un partisano. No es necesario abandonar nuestros ideales con tal de elegir entre la libertad o la cárcel.
La figura del partisano fue glorificada durante la época soviética. Pero desde mucho antes escritores como León Tolstoi habían destacado el importante rol que tuvieron las comunidades populares a la hora de sabotear las líneas enemigas durante la Guerra Patriótica de 1812. Por lo tanto, el partisano es una figura muy importante para nosotros.
Claro, si analizamos de cerca esta figura descubrimos que posee una profundidad inmensa. La lucha clandestina surge cuando el sistema político e ideológico oficial es incompatible con los principios, los valores y las ideas que tienen una parte importante de la población. Ellos se sienten dominados por un sistema ajeno que cree poder controlarlos de forma natural y por eso surge una red subterránea de resistencia compuesta por todos aquellos que nacieron en un determinado lugar con la misión de defenderse en contra de aquellas fuerzas que les niegan el derecho a vivir, a ser libres y pensar de acuerdo con sus tradiciones.
Es por eso que surge el partisano. El partisano no es un elemento alógeno: aparece allí donde alguien nació, fue criado, sigue viviendo y seguirá viviendo en el futuro. Pero siente que una forma de poder ajena se apoderó de sus tierras como si se tratara de una realidad malvada, hostil y cruel. Y aunque este poder no fuera malvado, hostil y cruel, sino ajena a sus principios y tradiciones, igualmente sería malvado…
Ese es el origen de la conciencia guerrillera. El modelo histórico por excelencia para los rusos del partisano son los civiles soviéticos que lucharon en la retaguardia contra las tropas de Hitler durante la Gran Guerra Patria. Muchas veces el partisano aparece cuando un ejército extranjero ocupa las tierras en las que vive, pero ese no siempre es el caso.
Algo muy parecido sucedió aconteció con los cristianos y pro-monárquicos, o con todos los que no eran comunistas, bajo el gobierno de los bolcheviques. No obstante, el gobierno soviético no consideró que fueran partisanos. Pero ellos eran partisanos que componían las fuerzas antisoviéticas rusas en la clandestinidad como sucedía igualmente con la Iglesia de las Catacumbas.
Las fuerzas anti-nazis que existían en Alemania también fueron auténticos partisanos alemanes. En su caso, los ocupantes eran sus compatriotas que les negaban el derecho a vivir o, mejor dicho, a vivir libremente.
El eminente jurista alemán Carl Schmitt desarrolló una teoría sobre el partisano partiendo del hecho de que se trata de todo aquel que es leal a la Tierra donde creció y que siente una conexión profunda con ella hasta el punto en que está dispuesto a sacrificar su vida por ella. Es la tierra como conexión orgánica con el terruño, con el territorio, con la tradición viva, con el lenguaje – y, en última instancia, con el Logos orgánico profundo que la habita – lo que hace que un partisano sea un partisano.
Esta definición de Schmitt es muy actual. La globalización, el liberalismo y el capitalismo destruyen de forma violenta los lazos de los pueblos con su cultura, sus raíces y el espacio donde viven. La globalización crea una sociedad liquida donde predomina la tecnología, el movimiento y el devenir, por lo que ya no existen las raíces con la tierra. Es por esa razón que hoy en todo el planeta, desde los Estados Unidos hasta los rincones más lejanos de nuestro mundo, ahora que una élite falsa, distante y extraña crea leyes y normas que nos son ajenas, aparecen partisanos por todas partes: son los representantes de los pueblos que están arraigados en la Tierra, son aquellos que valoran el terruño donde nacieron. Cuanto más se extiende el poder de los globalistas mayor y más grande se vuelve la resistencia subterránea en contra de la globalización como sucede, por ejemplo, con los partisanos que están a favor de Donald Trump o los héroes que asaltaron el Capitolio. Los partisanos estadounidenses comprenden cada vez mejor la lucha que libran los tradicionalistas rusos o los chalecos amarillos europeos en contra de la dictadura de Macron. Tanto los musulmanes (que defienden el derecho a creer en su Dios) como los pueblos de América Latina y África que buscan su independencia y libertad, son partisanos y luchadores clandestinos.
Hoy es nuestro día, un día que debemos celebrar.
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera